La calle Larga, como en la mayoría de las vías principales de las ciudades, se convierte cada día en escenario improvisado de artistas callejeros: cantantes, músicos, mimos y, particularmente en Jerez, algún que otro cantaor o bailaor que enseñan sus dotes artísticas a cambio de unas monedas. Son los protagonistas de ese arte callejero que en ocasiones ha sacado a la luz a grandes talentos.
En este mundo, donde los sueños de llegar a más o simplemente vivir el día a día, son algo sumamente complicado, nos detenemos en un artista de los lápices con los que se dedica a hacer retratos. Buna Yade, senegalés de 39 años, coloca casi todos los días el caballete en los medios de la calle Larga de Jerez. Una pequeña silla de playa le sirve como aposento para colocar en sus piernas los grandes pliegos de papel.
De un estuche, Yade saca una amplia colección de lápices. Con detenimiento les saca punta con una pequeña navaja y ya tiene todo lo que necesita para iniciar su labor. Viste una camisa de las que gustan en su tierra, colorida y con motivos vegetales: "Soy africano", expresa con orgullo.
Buna Yade aparenta menos edad de la que tiene. Sin embargo, su recorrido es amplio desde que hace 15 años dejó su ciudad natal de San Luis, cerca de la capital, Dakar. Dejó su tierra para buscarse la vida y sacar adelante su arte, que no aprendió en ninguna escuela. Nació con ese talento.
Se fue a Ámsterdam, después a París, en ambas capitales trabajando el retrato —intentó entrar en el difícil círculo de artistas callejeros de Montparnasse, pero las estrictas normas que se exigen se lo impidieron— y finalmente recaló en España.
Lleva once años en Jerez, “con todos mis papeles de residencia legalizados desde 2011”, aclara En ese tiempo ha logrado vivir de su arte. Se dedica al retrato, “que es lo que más me piden y para el que tengo más habilidad”, comenta a lavozdelsur.es antes de empezar a trazar el dibujo.
Entre tanto, hablamos de cómo empezó en esto: “Con siete años empecé a dibujar en mi pueblo. Nadie me enseñó, nací con este don. Pero me aficioné más viendo en la televisión películas de Mickey, el Pato Donald… jamás pensé que estaba labrando mi futuro trabajo”. “No necesito como otros irme a Huelva a trabajar al campo o dedicarme a otras cosas”, subraya.
Domina varias técnicas como la acuarela, el grafitti, el lápiz, el carboncillo, el óleo y el acrílico. “Esto me da para pagar el alquiler de la vivienda, el seguro del coche, comer, mis cosas y enviar dinero a mi familia, porque allí están mi mujer, mis padres y mis hermanos, a los que les hace falta dinero porque no hay trabajo”, dice. Todavía no tiene hijos. Va a Senegal, no con la periodicidad que le gustaría, pero en octubre viajará a su tierra, donde estará tres meses.
"Me da para pagar mis gastos y enviar dinero a mi familia"
Buna anda preocupado por la situación que atraviesa su país. En su smartphone nos enseña la prensa senegalesa: “Ahora parece que la cosa se está arreglando”, comenta aliviado. Y es que el problema, como él dice, es que hay una gran cantidad de jóvenes a los que les da lo mismo todo porque no tienen esperanzas de un futuro digno en su país y cualquier situación que les afecta la trasladan a las calles.
“Gracias a Dios la cosa se ha arreglado”, porque Dios es su referente y apoyo, “el que me ha dado este don del que vivo; viene de él, de Dios. Cada uno tiene que buscar ese don, ya sea cantando o en otras habilidades”.
Explica, hablando de su país, que en Senegal el principal problema es que no hay clase media, “los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres”, motivo por el que “muchos cogen el cayuco y se van". Él no tuvo que cogerlo. Consiguió un visado en Ámsterdam, de donde fue expulsado, para pasar una semana en Francia y después optar por España.
No tiene ‘paga’, recalca, pese a la desinformación existente sobre los migrantes de la que él mismo es víctima porque “creen que el Gobierno me da dinero”, comenta riéndose. Cada día vive de su trabajo tanto en Jerez como ahora en verano en la costa: El Puerto de Santa María, Cádiz (en la plaza de Las Flores), Chiclana… Por la tarde coge el ‘petate’ y pone rumbo a las playas, donde tiene “una clientela importante”.
"Tengo muchos encargos, hasta 80 pendientes"
Confiesa que el trabajo no le falta. Saca de su mochila más de una decena de fotografías que son encargos pendientes de realizar, “tengo una cola de espera de 80 retratos”, afirma. Pintar en la calle es para Buna Yade un escaparte, “porque la gente ve mi trabajo y consigo muchos encargos”.
El precio de sus obras va desde los 25 a los 80 euros, “depende del tamaño y de la dificultad que tenga. Si es mayor de edad es más fácil; si se trata de un niño o niña es más difícil”, porque los rasgos de la edad y la misma evolución del rostro marcan las diferencias de forma más acentuada que cuando se está en edades más tempranas.
Su futuro, por ahora, sigue estando en las calles de Jerez y de la costa: “Hoy voy a Chiclana a entregar trabajos y me quedo en las playas, que hay muchos turistas y pagan bien”. Así pasa el tiempo para este senegalés. Su mujer y familia le esperan para octubre. Hasta entonces, tiene todo un verano para hacer caja y aliviar la situación de su gente.
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