Dos jóvenes animalistas gaditanas llevan tres años cuidando de esta american stafford, que necesita una familia de adopción o de acogida antes de que derrumben la casa en la que vive.

Suciedad, ratas, soledad… Es lo que ve Nala a diario. Con cuatro años, lleva tres viviendo gracias a la entrega incondicional de Aurora Sánchez y Jennifer Domínguez, dos jóvenes animalistas que han logrado sacar adelante, en estos últimos años, a una camada de unos 12 perros. Nala es la última, y probablemente sea la que más lo necesita. La casa en la que vive, de la que prefieren no desvelar la dirección por miedo a que el animal sufra algún tipo de maltrato, va a ser derrumbada próximamente. De hecho, ya han empezado a tirar las edificaciones colindantes, y el turno de la de Nala, una american stafford, no tardará mucho en llegar. “Hace un mes nos encontramos un cartelito en la puerta para que desalojáramos todo lo que tuviéramos aquí porque iban a limpiar, me puse en contacto con la empresa y me contaron que iban a derrumbarlo todo". Y así fue. "A los pocos días llegaron las máquinas”, explica Aurora. De momento está parado, aunque no saben en qué momento volverán.

“Venimos cada día a darle de comer y hasta que no termina no nos vamos porque se lo acaban comiendo todo las ratas”, reconocen. “Las hay como gatos” y no se puede hacer nada, salvo tratar de impedir que a Nala le suponga un problema, sobre todo a la hora de alimentarse. Por ello buscan sacarla de allí. En un principio tenía plaza en una protectora de PPP (Perros Potencialmente Peligrosos), pero "no pudo ser". No obstante, Jennifer la tiene a su nombre, tanto el chip como la licencia. Sabe que es complicado al tratarse de una raza como esta, "pero si la conocieran seguro que muchos de los que han dicho que no se la acabarían llevando encantados".

Y es que es una perra especial. A pesar de no haber tenido nunca un dueño con el que conviva a diario, “es muy obediente, incluso alguna vez la hemos llevado con nuestros perros y nunca ha tenido ningún problema”, cuentan mientras Nala recorre el campo. A medida que se aleja, busca dónde estamos y, entre los matorrales, asoma la cabeza y vuelve corriendo. “Le encanta jugar con los niños pequeños y nunca muerde”, aunque reconocen que en ocasiones es algo bruta. “El truco para calmarla es acariciarle la barriga, le encanta”. El animal, además, ha batallado contra las enfermedades. Superó la filarias con un tratamiento de dos meses que acabó a principios de verano. Ahora, sin embargo, tiene leishmania, una infección contagiada por la picadura del flebotomo, un insecto parecido a los mosquitos que la traslada de un animal a otro en su aparato bucal y que es común en España. Está en tratamiento, aunque “hace una semana le salió un problema en el riñón y ahora no le podemos poner las inyecciones para frenar el parásito”, explica Aurora, que valora el gasto del cuidado de los perros en unos 10.000 euros en los últimos tres años.

“Estamos esperando a las pruebas, pero una vez que la estabilicemos solo tiene que tomar Aluporinol”, una pastilla que conlleva un gasto de 2,80 euros al mes. “El dinero no es excusa”, sentencia. Las dos animalistas están buscando una familia que pueda adoptarla o que la tenga de acogida con todos los gastos pagados. "Nosotras tenemos todos los medicamentos y el pienso que tiene que comer, nos conformamos con que tenga un techo en condiciones en el que dormir", explica Jennifer, que reconoce no saber qué más hacer para encontrarle un hogar. "Hay que sacarla como sea de aquí antes de que tiren todo esto", finaliza.

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Jesús Mayone

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