"Vivimos un tiempo terrible pero estupendo"

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Un rato de conversación con el poeta y periodista José María Velázquez-Gaztelu, más de 30 años al frente del programa 'Nuestro flamenco' en RNE, y autor de la monumental serie de TVE 'Rito y geografía del cante'.

Una de las obras más monumentales en torno al flamenco, el espacio documental de TVE Rito y geografía del cante, cumple 45 años este 2016. "Es más vieja que yo", advierte con sorna uno de los padres de la criatura. Poeta, periodista y flamencólogo, José María Velázquez-Gaztelu, nacido en Cádiz en 1942 pero criado principalmente en la localidad serrana de Arcos de la Frontera, da un traguito de oloroso. Es mediodía en el Tabanco El Pasaje -que le rinde un homenaje durante el XX Festival de Jerez-, un paradero habitual de este caballero de seria figura, trato exquisito y fina ironía. "Dispara cuando quieras, chavalote. Lo que querais. Estamos entre periodistas, es decir, entre mala gente". Premio de poesía Fray Luis de León en 2015 por su poemario Cuadernos de la eternidad, responsable y conductor durante más de 30 años de Nuestro flamenco en Radio Nacional de España (RNE) Radio Clásica, íntimo de Mairena, Parrilla, Morao... Nos hemos citado con una institución en el mundo del flamenco. El hombre que siempre estuvo allí; el que convivió y escuchó a todos. Indefectiblemente, ha llovido mucho desde aquello. Pero aquí sigue: al pie del cañón un Festival más, del que es asiduo desde casi el principio. Se atusa el pelo para la foto, se reconoce "cursi", y alude a una anécdota de su amigo Paco Lira, poco más de un año después de su pérdida, para evitar verbalizar su edad. "Una vez le preguntó un periodista de ABC por su edad y dijo: "Ahora mismo no lo sé, creo que voy para 80". 

Y usted, ¿sabe ya la edad que tiene?

Yo sí. 18 para 19 (esboza una sonrisa)… Hombre, no lo puedo decir porque si no las muchachas… Perdería mucho y ni una se acercaría a mí, saldrían corriendo (vuelve a trazar una media sonrisa).

Usted lleva muchos años consecutivos viniendo al Festival de Jerez. ¿Qué tiene?

El Festival de Jerez es el acontecimiento más importante del mundo donde la danza flamenca es la protagonista. Ningún festival tiene esa especialidad y Jerez lo ha hecho gracias, que yo conozca, a sus dos grandes directores, Paco López e Isamay Benavente, dos personas muy valiosas, enamoradas de su trabajo y de Jerez, y enamoradas del flamenco. Son muy valientes, este festival no solo está abierto a la cuestión de la danza flamenca tradicional sino a todas las tendencias, y eso siempre es un riesgo con la intención de dotarle de una proyección global e internacional. El Festival hay que apoyarlo como hay que apoyar al Teatro Villamarta, que representa muchísimo para Jerez. Hay que luchar para que salgan adelante pese a que, por desgracia, tenemos unos políticos absolutamente impresentables, con falta de inteligencia y de saber gestionar las cosas como hay que hacerlo, y que no piensan para nada en los ciudadanos y en la cultura, sino que piensan en sí mismos, en el poder, el dinero y en su propio partido.

"Tenemos unos políticos absolutamente impresentables, con falta de inteligencia y que no piensan para nada en los ciudadanos; los odio"

Le veo muy indignado.

Nosotros les pagamos para que hagan un trabajo y tienen que tener en cuenta que si hay que gestionar un teatro como el Villamarta, símbolo de la cultura para Andalucía y el mundo, hay que hacerlo porque para eso les pagamos. Si no lo hacen, que se vayan. El Festival representa muchísimo para Jerez. Gracias al Festival, Jerez es más conocido internacionalmente que nunca, y eso crea riqueza en todos los sentidos: del taxi al hotel, del tabanco a la farmacia, a donde compras un medicamento si te duele la cabeza tras haber venido desde Canadá, Brasil o Australia. Lo importante es tener el concepto de Jerez como ciudad abierta. Y ya no me enrollo más. No quiero que los políticos, a los que odio, me metan en la cárcel.

Usted trabajó un lustro en el NO-DO, ¿hay libertad de expresión, ha cambiado mucho esto desde entonces?

Claro, claro, la vida ha cambiado. Cuando estuve en NO-DO no manipularon para nada los trabajos que yo hacía. Entré al final de la existencia de esa institución, estaba entonces como director Matías Prats padre, que era un gran periodista, marcó un estilo, y era un hombre abierto a todo independientemente de la ideología que tuviera. Cuando estuve en NO-DO hacía pequeños documentales ya en color, y te puedo decir que cubrí la llegada a España de Rafael Alberti, me lo llevé a El Puerto, lo metí en el mar hasta las rodillas y estuvimos delante del colegio de los jesuitas donde estudió con mi padre y mis tíos. También cubrí en casa de Vicente Aleixandre el momento en el que le concedieron el Nobel. O me fui a Soria porque estaba don Julián Marías dando unos cursos de filosofía. Naturalmente, se ponían las manos en la cabeza pero yo decía 'no, no, esto hay que hacerlo'; y al final trabajé con total libertad y sin ningún tipo de coacción.

"Todo se puede criticar y debemos hacerlo, es nuestra responsabilidad, pero lo que no se puede es insultar. Estoy por la libertad, pero también por el respeto"

¿No siente cierta mordaza actualmente en los medios de masas?

Sí, sí, supongo que habrá medios escritos, radiofónicos o televisivos que impongan su ideología pero en España se ha alcanzado un alto grado de libertad de expresión en todos estos años.

¿Qué le parece la polémica de los titiriteros?

Creo que todo es cuestión de equilibrio. La libertad de expresión, y he estudiado a los grandes periodistas que han escrito sobre esto, está basada también en el respeto. Una libertad de expresión que tenga también en cuenta la libertad de los demás. Es decir, no te puedo insultar a ti, ni al medio para el que trabajas, porque de pronto yo piense que no se está haciendo un trabajo como me gustaría. Tengo libertad de expresión pero por encima de todo tengo respeto a todas las manifestaciones políticas, religiosas… aunque no me gusten o no participe de ellas ni muchísimo menos. La gente de los medios debemos de actuar con total libertad pero también respetando. Todo se puede criticar y debemos hacerlo, es nuestra responsabilidad, pero lo que no se puede es insultar, faltar al respeto. Estoy por la libertad, pero también por el respeto.

Decía su paisano Julio Mariscal que vivir es desandar lo andado. ¿Está a estas alturas un poco cansado del flamenco? 

Qué va, qué va, estoy entusiasmado con mi poesía, con el flamenco y con todas las cosas con las que yo puedo aprender. Estoy en fase de aprendizaje continuo. Estoy en fase de búsqueda continua, y estoy dentro de un trabajo de introspección propia hacia el fondo de mí mismo. Es un camino difícil, complejo y que es posible que nos estemos perdiendo continuamente. Pero mi propia actitud ante la vida, que es algo que viene desde el fondo de mi propia esencia como persona, me impide pararme. Tampoco estoy en la fase de volver atrás, hay que ir hacia delante, y el camino naturalmente nos ofrece muchísimas posibilidades para que nos vayamos enriqueciendo como seres humanos y para que lleguemos a ser cada día mejores personas.

¿Qué significa la poesía en su vida?

Para mí lo esencial es la poesía, tengo publicados varios libros, el último acaba de conseguir el premio Fray Luis de León. Los viajes siempre están presentes en mi manera de ser, en mi poesía, pero también la música, no solamente el flamenco, y la literatura... Todas las artes y todas las manifestaciones artísticas. El arte y la cultura son fundamentales para que la humanidad evolucione, y evolucione en una línea enriquecedora. El arte cumple una función muy importante y por eso los políticos no han llegado hasta ahí. Sería bueno que lo hicieran, el arte enriquece a un país, a una ciudad y a sus habitantes. Eso forma parte de la evolución.

"Desde que tengo uso de razón, recuerdos y memoria, el flamenco siempre está presente. Es uno de los sonidos de mi educación como persona"

¿Cuándo entró en contacto con el flamenco?

Desde pequeñito el flamenco es uno de los sonidos de mi educación. No solamente de mi educación musical sino como persona. Desde que tengo uso de razón, recuerdos y memoria, el flamenco siempre está presente. Nací en Cádiz pero me crie en Arcos. Con 3 años, ya en Arcos, mi casa familiar, en el barrio Alto, estaba pared con pared con la cárcel. Entonces, desde la azotea me asomaba y veía a los presos en el patio, donde tenían rejas para que no saltaran y se escaparan. Continuamente estaban cantando saetas, y es un sonido que tengo grabado desde que tenía tres años; esos hombres ensayando todo el año sus saetas. ¿Por qué? Porque había una costumbre en Arcos de la Frontera, tan cruel como injusta, de que el Viernes Santo parara el Nazareno ante la cárcel para que el preso que mejor cantara su saeta fuese puesto en libertad. De manera que ese grito de libertad lo escuchaba las 24 horas del día los 365 días del año porque estaban enloquecidos intentando cantar lo mejor posible para una posible puesta en libertad.

Qué poético...

Dramático, más bien (sonríe). Frente a mi casa también había un tabanco donde fundamentalmente iban trabajadores agrícolas. Se iban al campo, eran temporeros, depende de si iban a coger garbanzos, aceitunas, a segar… pero venían los sábados, pasaban por su casa, se lavaban y se juntaban en el tabanco. Cantaban fundamentalmente fandangos a palo seco, solo con el golpe de las manos en el mostrador. Le puse a esos fandangos el sobrenombre de fandangos de mostrador, y es un sonido que tengo desde pequeñito grabado porque mi dormitorio daba en frente, estaban hasta las tantas de la noche cantando. Esos sonidos pertenecen a mi propia vida. La música, después, está presente en todos los sentidos. Una hermana de mi padre, la tía Isabel, de la que tengo un gran recuerdo, estudió en el conservatorio, me encerraba con ella en el cuarto de piano y me tocaba Liszt, Albeniz, Chopin, y escuchaba música. En mi casa, me crie en una casa palacio, siempre ha habido dos pianos y uno lo tocaba ella. De pequeño estudié piano y solfeo y la música forma parte de mi propia vida.

"Considero 'Rito' un hito cultural, no solamente en el flamenco. Siempre pongo tres claves fundamentales para entenderlo: tiempo, lugar y gente"

En esa época los presos ensayaban saetas para buscar la libertad. ¿Deberían ahora muchos políticos hacerse expertos en la carcelera?

No quiero hablar… Hay muchos chorizos fuera todavía. Espero que la Justicia cumpla su cometido. Vamos a confiar en la Justicia y vamos a confiar que en un tiempo no muy lejano este país y sus políticos hayan asumido sus responsabilidades. Estos deben llegar a ser algún día personas dignas, inteligentes, decentes y responsables.

45 años después, ¿con qué se queda de Rito?

Me quedo con todo. Eso marco mi vida también. Fue un momento importante. Lo considero un hito cultural, no solamente en el flamenco. Es la muestra de la cultura de esos grandes artistas, tanto bailaores como guitarristas, cantaores, gente del flamenco. Rito y Geografía del cante, como tú sabes, lo hicimos Mario Gómez, Pedro Turbica y yo. Ellos nos dejaron y ya no están con nosotros, pero lo que intentamos fueron varias cosas: la primera, mostrar a los artistas, ya fueran los más destacados o inéditos. Estaba Caracol, Marchena, Mairena… que eran los tres grandes popes del flamenco, las tres columnas fundamentales con tres estilos completamente distintos, tres formas de encarar la música completamente diferentes, enriqueciendo la manifestación flamenca, y queríamos sacarlos de lo que era un escenario, que lógicamente tiene sus reglas, de histrionismo, de la representación, y que no representaran. Sentarlos en lugares donde ellos se sintieran absolutamente cómodos, y se olvidaran de esa situación. Paco de Lucía, Camarón… Todos, todos, personas maravillosas que pasaron por nuestro programa. Logramos que Rito manifestara esa energía que tiene el flamenco que para mí, y para nosotros, y a través de esas imágenes, se transmitía. Los protagonistas, que eran ellos, cuando se olvidaban de las cámaras, de los micrófonos, de una pluma, de una vía de travelling, se manifestaban con todo tipo de libertad, que eso es lo que intentamos y lo que conseguimos en bastantes ocasiones.

También fueron a arrojar luz sobre artistas que no sabían que eran artistas.

En aquella época también había muchos artistas flamencos que prácticamente estaban inéditos: habían cantado, bailado o tocado en reuniones familiares, reuniones íntimas como bodas, bautizos, pero a través de Rito descubrimos a muchísimas personas que aportaron muchísimas cosas interesantes al flamenco. Recuerdo, por ejemplo, los fandangos de María la Sabina, la madre de Santiago Donday, de Cádiz, que era una señora que solo había cantando en el reducto familiar. Pues esos fandangos que le grabamos en Rito después los coge Miguel Poveda y hace su propia versión de esos fandangos. O de los tangos del Titi de Triana, que hace un baile casi de negros, con esos gestos sensuales, casi procaces… Eso lo ha cogido Miguel Poveda y los canta y los baila. Es decir, creo que nuestro programa, como declaró el propio Miguel a micrófono abierto, ha sido para él y para muchos otros artistas y estudiosos fundamental.

Cualquiera que pretenda acercarse al flamenco acaba antes o después visitando y revisitando esta joya que también es un documento sociológico impagable.

Sociológico y antropológico, y musical. Son documentos. Veo Rito y es ya un cementerio, apenas quedan algunos vivos. Pero los que quedan son grandes como Juan Peña El Lebrijano, Manuel Morao, Manolo Sanlúcar… Para mí es un hito importante de mi vida. Cuando Rito empezó hay que tener en cuenta que yo era ya amigo de Antonio Mairena. Entraba en casa de Sordera, de Fernando Terremoto, de los Peña de Lebrija... era una relación de amistad, me querían como si fuéramos familia, su primo José María, entonces eso facilitó…

Hacerse invisible.

Claro, claro, era una persona que estaba ahí y que conocía el flamenco desde dentro, de los libros, que me los leí y me leo todo lo que sale de flamenco, pero aparte de la cuestión teórica o académica, intelectual entre comillas, sobre todo pesaba la cuestión vivencial, de experiencias. Había estado en todas esas fiestas y reuniones que nosotros mostramos en Rito, eso lo había vivido antes, y eso es lo que quería mostrar…

"Yo lo de mejor o peor que antes no lo entiendo, no cabe en mi cabeza, trabajo con otras claves"

Incluso en las discusiones más acaloradas sobre el flamenco, como aquella de Pepe de la Matrona sobre la ortodoxia.

En infinidad de ellas. Pepe me reñía muchísimo, ha sido el flamenco que más me ha reñido (risas). Era una personaje entrañable, fabuloso, con el que te tenías que reír con sus historias en Cuba, México… Eran personajes verdaderamente maravillosos. Hombre, siempre pongo tres claves fundamentales para entender Rito: tiempo, lugar y gente. No puedo decir que ahora sea mejor o peor. Yo lo de mejor o peor que antes no lo entiendo, no cabe en mi cabeza, trabajo con otras claves.

¿Usted es de los que aborrece eso de 'cualquier tiempo pasado fue mejor'?

Eso es una estupidez y no sirve para nada. Vivimos un tiempo terrible pero estupendo. Todas las épocas han sido terribles y estupendas al mismo tiempo. Nuestra historia está llena de haz y envés, luces y sombras. Sí quiero decir que Rito fue un gozo y un trabajo agotador.

En 100 programas y unos tres años de trabajo, imagino que también habría espacio para la juerga flamenca.

Sí. Todo eran juergas, ¿no se ve, quizás? (sonríe) Pero había otras cuando terminábamos de grabar. El equipo se iba y yo me quedaba. Hasta por la mañana. Pero ya estaba el trabajo hecho. Recuerdo fiestas estupendas en casa de Tío Parrilla. Fue uno de mis grandes maestros, una persona que me enseñó muchísimo del arte flamenco y del que tengo gran recuerdo y al que profeso gran respeto y gratitud. Me hablaba, me hablaba y aprendí muchas cosas. Otro de mis grandes maestros es Manuel Morao, al que quiero mucho, y al que veo cada vez que vengo a Jerez. También le estoy muy agradecido. Para mí, forma parte de mi aprendizaje Rito y Geografía, y a pesar del trabajo, muy muy intenso y laborioso, solo me dio enriquecimiento y ser mejor persona.

¿Hay mucho camelo hoy en el flamenco?

Siempre lo ha habido. En todas las artes ha habido manifestaciones más o menos dudosas, pero por regla general el flamenco, si nos circunscribimos a esta manifestación, siempre se expresa con autenticidad.
Pero también existen los espectáculos de consumo rápido, de puro marketing.

No cabe duda de que hay otras manifestaciones dirigidas al turismo y hay otras connotaciones, pero el flamenco es un arte vivo, una vieja tradición en continuo proceso evolutivo. El flamenco ha ido evolucionando, hayan querido o no hayan querido los flamencólogos o flamencólicos, como decía mi amigo Enrique Morente. El flamenco tiene la suficiente entidad e independencia como para ir evolucionando.

Para cantar bien hay que pasar fatigas, aseguran muchos de esos flamencólicos. ¿Se canta peor hoy?

Yo llegué a escuchar a Pastora Pavón Niña de los Peines, que era una maravilla. Hoy no se canta así. Es lógico que todo evolucione. Pero no se canta mejor ni peor. Eso pasa con la poesía, la novela, el teatro, el cine... Nadie puede decir que Ciudadano Kane es una película peor porque ahora el cine se haga de otra manera. Fue una película maravillosa en su momento, que sirvió de referencia, aunque el cine ahora se haga distinto a como lo hacía Orson Welles. Evoluciona, se enriquece, el cine mira a otras direcciones estéticas y artísticas. En el flamenco pasa igual. En fin, también hay camelo, naturalmente. Pero como en todas las manifestaciones artísticas. Lo hay cuando no se hacen de manera digna, honesta y poniendo lo que hay que poner cuando se hace una obra de arte: responsabilidad, corazón, inteligencia, y todas esas claves que deben hacer llegar lo que se quiere transmitir. Ahora bien, también hay cuadros flamencos para turistas, a los que dan un vaso de vino pirriaque y se les cobra carísimo por representaciones de baja calidad artística. Eso siempre ha existido y seguirá existiendo.

Hablando de distintas sensibilidades, en el año 73 del siglo pasado, Tía Anica le dice, refiriéndose a Camarón, en uno de los episodios inolvidables de Rito: "No me gustan estos modernos que dicen que saben cantar por seguiriyas y no saben".

Camarón se enfadó, 'cómo dejais eso...', le tuve que hacer entender que era una señora muy mayor y que eso que decía podía ser hasta simpático. 'Eres una figura emergente, no te enfades…' Tanto Paco de Lucía como Camarón apoyaron desde el primer momento Nuestro flamenco, y como amigos de la misma generación, con las mismas actitudes políticas, sensibilidades y gustos, acabaron riéndose. Los señores mayores, como Tía Anica, Juan Talega, Tío Borrico, Pepe de la Matrona... tenían a los jóvenes como diciendo '¿pero estos quiénes son?' No hay que darle más importancia a ese tipo de opiniones. Tía Anica era una persona entrañable y cariñosísima.

Más allá de la anécdota, ¿quedan prejuicios, seguimos en la misma discusión?

Todavía hay algún rescoldo de eso pero el flamenco ha evolucionado y también las personas que lo hacen. Hasta los más antiguos tienen otra actitud, más abierta. Se han dado cuenta de muchas cosas, que tienen que estar abiertos y que tienen que llegar a la conclusión de que, como todo arte, y el flamenco lo es, ha de estar vivo, evolucionando, porque si no se muere. No se puede estar todo el tiempo cantando e imitando a un señor que está muerto, qué te digo yo, Manuel Torre. Entonces sería un aburrimiento. Todo enriquece al arte y el tiempo dirá qué no es camelo, yo no soy quien, no tengo criterios objetivos ni justos para valorarlo. Como decía Marguerite Yourcenar: "El tiempo, gran escultor". Es el que va moldeando todo, y con el arte pasa lo mismo.

"No se puede estar todo el tiempo cantando e imitando a un señor que está muerto; sería un aburrimiento"

Con tanto como ha visto, oído y vivido, ¿se sigue sorprendiendo?

Pues me sigo sorprendiendo y me sigue gustando el flamenco. Si no, no seguiría haciendo mi programa en la radio, que ha cumplido 31 años. 

Ya es VORS (calificación de los vinos con más de tres décadas de crianza).

Sí, sí, ya es un oloroso viejo. Es un programa con solera. Ya te digo que en mi camino en todo, la poesía, la música, el flamenco, siempre intento evolucionar, moverme, no estoy quieto. Mi contexto natural es el de estar en movimiento, de querer aprender y descubrir cada día, cada segundo, a través de la poesía y del flamenco. Realmente es mi espíritu y mi actitud ante el arte y ante la vida.

Lo de Nuestro flamenco en la emisora estatal suena milagroso.

Muchas veces he dicho, efectivamente, que Nuestro flamenco no es un programa de radio, es un milagro. Pero bueno, los milagros también existen, ¿no? (risas) Entonces, vamos a considerarlo como tal pero sí, es un trabajo que RNE Radio Clásica me apoya, valora, y para mí eso es muy gratificante. Le tengo que dar las gracias a todos los que pasan diariamente por el programa: guitarristas, bailaores, cantaores, directores de festivales, como nuestra queridísima Isamay Benavente, escritores, poetas, músicos de otras disciplinas… Todo eso enriquece el programa y abre al flamenco a muchos ámbitos distintos de opinión y sentimiento, de gente que tiene distintas sensibilidades.

¿Hay demasiado ruido en esta sociedad, no cree que hay un exceso de información?

Ahora mismo es increíble, entras en internet y tienes tantísima información que ya es una saturación. Habría que volver al libro, a leer despaciosamente. A degustar la literatura. Estoy releyendo a Proust, En busca del tiempo perdido, que es una aventura, es laboriosa la cosa, pero he disfrutado muchísimo releyendo el primer tomo, Por el camino de Swann, y ahora estoy leyendo A la sombra de las muchachas en flor, que también es un tomo considerable, pero yo disfruto con la traducción de don Pedro Salinas. ¡Qué emoción, qué disfrute! Despacito. Incluso vuelvo atrás, releo. Hay que volver a degustar la literatura. Es un bombardeo, se publican diez mil millones de libros y periódicos, e internet… habría que volver a una situación de reflexión interna y de encarar la vida con una actitud un poco más despaciosa, nos están llevando a la locura y a ser esclavos.