Seis lecturas para empezar el año

Hay novelas en las que los sucesos improbables, ilógicos y extravagantes brotan con toda naturalidad entre sus páginas, como si ese mundo fuese “el mundo”

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Hay novelas en las que los sucesos improbables, ilógicos y extravagantes brotan con toda naturalidad entre sus páginas, como si ese mundo fuese “el mundo”. Son las novelas más fáciles de leer y, me imagino, las más difíciles de escribir. La vida negociable (Tusquets, 2017) de Luis Landero es una novela llena de ingenio, donde los personajes se superan a sí mismos en cada página. Y al lector no le queda más remedio que seguir leyendo para ver cómo la mente enrevesada de Hugo Bayo construye sucesivos castillos en el aire, cada cual más inestable. Leo es su compañera de andanzas, con quien vive una tormentosa y compleja relación sentimental. Luis Landero ha escrito una novela con un estilo limpio. No hay barroquismo, pero ha logrado un tono que recuerda a las viejas novelas de pícaros o aventureros. Esa lectura ágil y divertida tampoco se ve obstaculizada por las acertadas reflexiones que realizan sus personajes, muy útiles para entender nuestra sociedad española actual.

Hay novelas con las que se pretende transformar la conciencia social de los lectores a través de la crítica del sistema. En estas novelas, muy difíciles de escribir sin salirse del género, el lector sabe de inmediato que la trama al final no va a ser lo más importante. Pero el texto tiene que estar bien tramado porque si no es así, no seguimos leyendo. Belén Gopegui lleva muchos años con este tipo de escritura. Quédate este día y esta noche conmigo (Penguin Random House, 2017) es un diálogo entre un joven y una matemática retirada mucho mayor que él. Se proponen desconcertar a Google, atacarlo desde dentro y mostrar que no todo está acabado. Mateo y Olga redactan una solicitud de empleo poco convencional… Surgen conversaciones sobre la libertad, sobre la tecnología, sobre las máquinas, sobre la identidad, sobre el futuro… El motor de los textos de Belén Gopegui siempre es la confianza en los seres humanos, la capacidad de resistir, ya sea asociándose o desde la soledad. Nos viene a decir que nada está perdido y que todavía es posible escapar de las garras del sistema. El diálogo entre generaciones, entre los que más saben y los que más ilusiones o decepciones acumulan, genera nuevas formas de crear espacios de libertad.

Pilar Adón ha reunido trece relatos en La vida sumergida (Galaxia Gutenberg, 2017). Son narraciones breves, pero exigen una lectura atenta, para degustar el estilo y desentrañar los misterios de fondo. Los personajes aparecen definidos por los espacios físicos, tanto por las casas y los interiores como por la naturaleza. Y hay un anhelo que late en todos ellos, no muy preciso, que remite al lugar natural de cada uno, al que les proporcionará la felicidad. “Era cierto que las copas de los pinos habían empezado a agitarse bajo los cristales de los ventanales de la cocina, y Hilda recordó allí, contemplando el prodigioso estremecimiento de la red de huesos y tendones en que iba a desembocar cada uno de los troncos móviles de cada uno de los árboles, el momento en que le pidió a Brígida que se muriera. Ese día soplaba el viento igualmente, con aquella violencia nada excepcional dada la época y dada la zona. Habían cerrado las ventanas, las puertas. Habían asegurado los pestillos y habían corrido los visillos. Y fue en esa circunstancia cuando pensó que si Brígida moría, si Brígida desaparecía, toda la casa sería suya, entera para ella, y entonces no tendría que obedecer más órdenes”.

En cuanto al ensayo y la divulgación científica, recomiendo tres obras. La primera es #NODOS (Next Door Publishers, 2017), un libro colectivo que habla de redes complejas desde todos los campos del conocimiento y de la acción. Los editores son Gustavo Ariel Schwartz y Víctor E. Bermúdez, dentro del Programa Mestizajes, del Donostia International Physics Center. Aunque el concepto de red no es nuevo, el uso de ordenadores más potentes, la extensión de Internet, el procesamiento de grandes cantidades de datos y el desarrollo de nuevas herramientas matemáticas han posibilitado más aplicaciones y rutas de investigación. Las propiedades matemáticas de las redes, nodos y relaciones, permiten estudiar el lenguaje, la creatividad, el cerebro, el tráfico, la conciencia, la percepción, la inteligencia, el cosmos, el arte, la sociedad, el poder…  Colaboran 89 expertos de diferentes áreas. Es una obra interdisciplinar en la que confluyen ideas de todos los campos para hacer posible la emergencia de otras nuevas. Se atraviesan todas las fronteras de las disciplinas. Los capítulos son breves y comprensibles para el gran público. ¿Por qué no hace falta ser un genio? Entender la ciencia moderna (Promopress, 2017) es un libro de Robert Cave, divulgador científico y amante de lo asombroso. Recopila experimentos de gran trascendencia para la ciencia y la tecnología de nuestros días. La obra está estructurada en forma de guía. Hay cinco bloques temáticos: el cuerpo humano y la medicina; psicología y comportamiento; sociedad; el planeta; y el universo. Dedica un par de páginas a cada experimento o descubrimiento. Y en ese pequeño espacio nos da información sobre los logros y aportaciones del investigador, el contexto histórico y científico, la imagen que acompaña al texto y otros datos adicionales pertinentes. Los temas tratados son muy variados: la digestión, el trasplante de riñón, el trasplante de cabeza, la identidad colectiva, las madres sustitutas, el aprendizaje del lenguaje en los chimpancés, el miedo condicionado, los animales transgénicos, la publicidad subliminal, la fisión nuclear, la teoría del caos, el cambio climático, la simulación de la gravedad cero, el descubrimiento del positrón, la radiación cósmica de microondas…

Dejo para el final uno de los mejores libros que he leído últimamente. Laura J. Snyder ha escrito El ojo del observador. Johannes Vermeer, Antoni van Leeuwenhoek y la reinvención de la mirada (Acantilado, 2017). Nos cuenta las vidas de dos personajes fundamentales para la cultura europea del siglo XVII, un pintor y un científico. Ambos utilizaron sus conocimientos prácticos de las lentes y de la óptica para acceder a nuevas dimensiones de la realidad. La autora nos explica muy bien el contexto social, cultural y científico que vivieron estos dos habitantes de la ciudad neerlandesa de Delft. Los amantes del arte y de la historia de la ciencia disfrutarán con su lectura, porque está muy bien escrito. Explica al detalle las técnicas utilizadas por Vermeer para elaborar sus cuadros, los colores, las sombras, los contornos de las figuras, la perspectiva… Leeuwenhoek construyó microscopios de una sola lente. Con ellos pudo observar los glóbulos rojos, el esperma, los microorganismos jamás antes contemplados dentro de una gota de agua… Inauguró una nueva época para las ciencias.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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