Las sagradas escrituras de Elisa Victoria

Tras la gran acogida de público y crítica a ‘Vozdevieja’, la escritora sevillana Elisa Victoria publica ‘El Evangelio’, de nuevo con el sello barcelonés Blackie Books: “En el libro aparece reflejada la parte bonita y tierna de la infancia, pero también me interesa explorar ese otro lado"

Elisa Victoria, en una imagen reciente.
Elisa Victoria, en una imagen reciente. CECILIA DÍAZ BETZ

La narradora de Vozdevieja es Marina y tiene 9 años; la de El Evangelio es Eulalia y ya ha cumplido los 20. Si Marina tenía una abuela adorable, Eulalia tiene una amiga, Gloria, que dan ganas de cogerla del brazo y llevarla a tu lado de paseo todo el rato. El último libro de Elisa Victoria (Sevilla, 1985) se lee casi como una continuación del anterior, y no porque tenga una correlación argumental, sino porque seguimos viendo los rasgos que ya aparecieron en Vozdevieja.

Esta vez cambia la etapa vital y el punto de vista, pero siguen estando ahí la ternura con la que construye los personajes, el reflejo de las luces y sombras por las que transitan y, de nuevo, un profundo respeto y conocimiento de la infancia. El Evangelio recorre temas que pueden llegar a ser incluso dramáticos, pero contados con una ligereza y una naturalidad que hacen que el peso oscuro que contienen las historias se vuelvan livianas y divertidas.

Elisa Victoria hace esta aproximación con curiosidad, como una niña pequeña que quiere trepar por una muralla y ver lo que ocurre al otro lado con los ojos bien abiertos: cuando llega a la cima, reconoce la tragedia pero no pierde el humor, y va trazando con un equilibrio fascinante las aristas de temas como la tristeza en la niñez, los terrenos pantanosos de la juventud o el peso de la culpa que ejerce la religión a través de la educación. Eulalia (o Lali), la protagonista de su nueva novela, termina por un error haciendo las prácticas de magisterio en un colegio de monjas, sin saberse ella el padrenuestro ni nada, mientras que lo compagina con su trabajo en un Telepizza y comparte el tiempo con sus amigas, quienes sustentan gran parte de la historia, y con su perro, por el que siente un profundo amor.

Elisa Victoria presentó hace unos días su nuevo libro en Las Setas de Sevilla, en un acto organizado por la librería Caótica, y al ser un encuentro al aire libre, ocurrió que un montón de niños y niñas que estaban pululando por la plaza acompañaron de fondo esta presentación (jugando, corriendo y comiendo manzanas), lo que pareció casi un plan orquestado para la ocasión. Pero no, esta tremenda casualidad se dio con la misma espontaneidad con la que suceden los capítulos de El Evangelio. De esta novela hemos hablado con Elisa Victoria en un patio de un antiguo palacio sevillano del siglo XVIII, con el sonido de una fuente sonando de fondo y el calor y los mosquitos de la primavera ya por el ambiente; esa que a veces se cuela por sus libros en forma de calor abrasador.

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Presentación de 'El Evangelio', en días pasados en Las Setas.

¿Cómo te has sentido con el proceso de escritura de El Evangelio tras la buena acogida que tuvo Vozdevieja?

Estaba nerviosa al principio, pensando si gustaría, si iría igual de bien o si sería decepcionante para alguna gente. Me preocupaba eso cuando estaba planteando el proyecto, buscando el tono y haciendo los primeros ensayos, pero cuando llevaba ya dos o tres capítulos empecé a sentirme más cómoda, intenté centrarme en mi instinto, buscar pasármelo bien, que es lo principal. Cuando configuré los personajes y la historia la tenía estructurada empecé a disfrutar, y al final el proceso ha sido placentero.

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Retrato de la joven autora sevillana.   CECILIA DÍAZ BETZ

La relación entre los dos libros es en ocasiones muy fuerte, y tras una narradora pequeña en el primero y una narradora joven en el segundo, parece que de manera orgánica fuéramos a seguir teniendo historias tuyas con narradoras en su próximo ciclo vital.

No ha habido intención por mi parte de hacer un díptico entre ambos libros, pero creo que aunque no haya sucedido de manera explícita, sí que funcionan bien porque se reflejan el uno en el otro. En el primero se observa el mundo desde el punto de vista infantil y en el segundo tenemos un personaje que está llegando a la adultez, insertándose en el sistema y observando desde ahí a la infancia. En Vozdevieja la niña se imagina su juventud mientras que la protagonista de El Evangelio mantiene cierto diálogo interior con cómo era ella de niña, intentando acordarse de cosas para así comunicarse mejor con los niños a los que enseña, para tenderles la mano de una forma más cálida. Un tercer tomo que dialogue con estos dos no creo que funcionara, necesito además mucha perspectiva para indagar en etapas anteriores, pero ¿quién sabe si cuando tenga 50 años pueda abordar una novela de la etapa de los 30 que se acabe comunicando Vozdevieja y con El Evangelio?

"Cuando configuré los personajes y la historia la tenía estructurada empecé a disfrutar, y al final el proceso ha sido placentero"

La aproximación que haces a la infancia es muy interesante porque se desprende de la parte más bonita, metes toda la carga dramática de la tristeza y la angustia que tenemos de niños, que es un tema poco explorado en la literatura. ¿Qué te ha llevado a darle este enfoque?

Recuerdo tener una concepción muy compleja del mundo cuando era pequeña, no tuve un despertar de la conciencia en el que fuera todo luz. Había cosas que me encantaban (hay cosas que indudablemente tienen belleza y tengo en la mente momentos de disfrute), pero también recuerdo una parte de sufrimiento que creo que es bastante común. En el libro aparece reflejada la parte bonita y tierna, pero también me interesa explorar ese otro lado, y que de alguna forma pueda ayudar a normalizar los sentimientos negativos de los niños, que tienen también derecho a entenderse con sus emociones difíciles. Si solo les dices lo positivo que pueden sentir, en cierto modo mutilas la otra parte. Hay que comprender que es posible que se sientan incómodos en el mundo y que no todas sus experiencias son bonitas, el mundo es algo bastante difícil de asumir y vas haciendo callo si das espacio a las emociones dolorosas. Brindarle a los niños comprensión y consuelo es un tema que me preocupa y que me apetece explorar.

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Tapa de 'El Evangelio', el nuevo libro de Elisa Victoria.

La complejidad de la inserción en el sistema capitalista y en la rueda occidental es algo que muestras de una forma muy cotidiana, con escenas como la de un niño que llega llorando al colegio o las horas que estamos en un autobús metidos.

Me interesaba construir un personaje que estuviera adentrándose en el mundo adulto oficial por primera vez y descubriese sus entresijos y sus incomodidades, también lo complicado que es el sustento económico. ¿Cuánto tiempo perdemos en nuestra vida trabajando porque necesitamos esos billetes que garanticen nuestra supervivencia, porque sin ellos estamos condenados a la exclusión social que puede ser tortuosa e incluso violenta? Eulalia está descubriendo el sistema desde dentro y se siente agredida por ese mandato de integrarse en él, cuando no es nada cómodo ni nada humano. Ella siente compasión hacia los niños porque sabe que en algún momento podrán sentir el extrañamiento que siente ella, y eso le da pena.

En el libro se dice en un momento: “¿Hace falta saber que la hierba se llama hierba y que esté muy crecida para que te guste la hierba?” Me parece este un aspecto muy valioso del libro, el dar lugar a conceptos no encasillados, a las cosas que no sabemos cómo se llaman pero suceden y al sentirse libre fuera de parámetros.

Eulalia es un personaje que se siente muy desubicado y que en algunos aspectos siente que no hay palabras para definir del todo lo que le pasa, ni cómo es ella en algunos sentidos, como el de la orientación sexual. No cree que haya una casilla en la que ella pueda encajar, por lo que se siente incómoda frente a esa dictadura del lenguaje. Ella sabe que los niños, aunque tengan un vocabulario y una sintaxis limitada, tienen un abanico de sentimientos igual de amplio que ella, pero aun no tienen la capacidad de expresarlo, por eso está todo el tiempo intentando interpretar lo que llevan dentro. Esa desubicación se manifiesta en muchos sentidos: en la periferia no se siente cómoda del todo; cuando explora el centro le resulta interesante pero no se siente lo bastante culta o elegante para el centro. Aún así, ella va encontrando momentos de apoyo y de paz con sus amigas o con su perro, intento que el libro no sea espeso en ningún momento.

"A mí el habla andaluza me fascina, es algo que me siento afortunada de poseer"

Puchero, quilla, fatiga, ruina, carajera… incluso nombras el “acento celestial de Trebujena o Écija”.

A mí el habla andaluza me fascina, es algo que me siento afortunada de poseer. Creo que es algo a reivindicar por lo marginal que ha sido tradicionalmente, pero nos encasillan mucho e incluso se nos desprecia. El acento de Trebujena me encanta, me parece muy fluido y muy creativo, la sonoridad que tiene es adictiva. Las palabras que empleo en el libro reflejan muy bien el clima de confianza y de fluidez que quiero reivindicar.

El sustento emocional del libro está basado en gran parte en las amigas. ¿Qué implica para ti esta afectividad entre mujeres que se da en tu obra?

El mundo que yo he conocido es relacionándome sobre todo con el género femenino, es del que más información tengo y por tanto capacidad para representar. Creo que se reconoce ese patrón perfectamente en mi escritura, hay relaciones más estrechas entre mujeres y luego hay algunos personajes masculinos con los que hay algo de contrariedad y de falta de fluidez. Nos educan de manera diferente y nos comunicamos de manera diferente, y aunque esto esté lleno de excepciones, es frecuente que esto pase, sobre todo cuando acabas de llegar a la juventud y empiezas a tener relaciones sexoafectivas. Yo aquí quería plasmar el tipo de relación tan estrecha entre amigas que te entiendes con una mirada. Hay amigas con las que se genera una fluidez que, de tanto hablar se forma un lenguaje propio, que está lleno de matices y que es importantísimo como apoyo para la vida cotidiana. Eulalia y Gloria son muy diferentes, y yo quería representar cómo incluso una persona que es muy fuerte y muy entera, le acaba minando la introducción en el sistema. Es una forma de reflejar que es un monstruo muy difícil de combatir incluso si tienes mucha fuerza.

La religión es algo que tratas con respeto y entendimiento, sobre todo en el papel de Sor Lucía, pero que también pones muy en duda, sobre todo en su relación con la educación

La religión es uno de los temas que atraviesa el libro. Está tratada desde el respeto y la compresión, pero también desde la preocupación y la invitación a la reflexionar en cómo afecta eso a seres humanos tan pequeños, tan vulnerables, que no han elegido ese camino con libertad. La culpa es un concepto muy complicado, también el de familia cerrada o la idea de que estamos siendo observados, son cuestiones que pueden generar contrariedad. Muchos niños asumen esto con facilidad y para algunos esto puede tener consecuencias negativas, incluso tienen que pasar por un proceso de transición posterior.

Sobre el autor:

Valeria Reyes

Valeria Reyes Soto

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid, ha trabajado en la gestión y comunicación de proyectos como el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, la Feria del Libro de Sevilla, el Festival de Jerez o el Festival de Cine Europeo de Sevilla; en espacios como la librería Caótica y en proyectos como Luces de barrio. Con especial interés por los programas que unen diferentes puntos de la cultura a través del encuentro, la investigación y la mediación, así como plena vocación por el mundo editorial, librero y literario.

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