El escritor Félix J. Palma, en una imagen de archivo.
El escritor Félix J. Palma, en una imagen de archivo.

Los lectores que asistieron la noche del viernes a la Fundación Caballero Bonald pudieron disfrutar del diálogo entre José Jurado y Félix J. Palma. Hablaron de todo aquello que debe saber un buen lector sobre el nuevo libro del escritor sanluqueño. En la introducción, Josefa Parra se mostró sorprendida: Félix ha tenido que publicar la Trilogía victoriana para que el gran público descubra a un narrador que ya había publicado mucho antes unas cuantas obras de gran calidad, con una prosa rigurosa y que fascina.

José Jurado presentó a Félix J. Palma como uno de los escritores españoles más internacionales. Su trayectoria literaria comienza con los cuentos, algo que se refleja en esta nueva novela, señaló Jurado, “porque cada capítulo está escrito como si fuera un cuento”. En este género ha publicado cinco libros que han recibido grandes elogios de los lectores y de la crítica: El vigilante de la salamandra (1998), Métodos de supervivencia (1999), Las interioridades (Premio Tiflos, 2001), Los arácnidos (Premio Iberoamericano de relatos Cortes de Cádiz, 2003) y El menor espectáculo del mundo (2010). Luego pasó a la novela: La hormiga que quiso ser astronauta (2001) y Las corrientes oceánicas (Premio de novela Luis Berenguer, 2005). Su carrera literaria dio un giro con la Trilogía victoriana, compuesta por El mapa del tiempo (XL Premio Ateneo de Sevilla, 2008), El mapa del cielo (2012) y El mapa del caos (2014). En esta trilogía se mezcla lo histórico con lo fantástico.

Algunos críticos hablan de retroficción, explicó José Jurado, con saltos desde el pasado al presente, máquinas del siglo XIX... Son tres libros que hacen un homenaje a dos grandes narradores, H. G. Wells y E. A. Poe. La trilogía ha sido editada en más de 30 países. Después de ese gran éxito de público, “Félix se la ha jugado”. En lugar de acomodarse y escribir un cuarto libro de la serie, se ha arriesgado y con El abrazo del monstruo (Destino, 2019) ha cambiado de género. 

Se trata de una novela policiaca, así que Félix solo nos contó cómo arranca la historia. Diego Arce es un escritor que triunfa con su primera novela, Sangre y ámbar, una fábula oscura que sucede en la Barcelona modernista de 1913. En esa novela hay un psicópata, el Monstruo, que secuestra niñas de la alta burguesía catalana. Si las quieren recuperar, los padres tienen que jugar con él al juego de los retos, que consiste en pasar tres espeluznantes pruebas. Si no las superan, mata a las niñas. Las pruebas son comunicadas a través de un sobre negro.

Esta novela le otorga gran éxito a Diego, no tanto por la calidad como por el debate generado sobre qué seríamos capaces de hacer por nuestros hijos. Han pasado diez años y Diego no ha podido reproducir el éxito de su primera novela. Está en una crisis creativa. Su editor le exige, si quiere volver a publicar, que traiga de vuelta al Monstruo. Diego también tiene una niña de siete años, como las que secuestra el psicópata en la novela. Cuando Diego y su mujer llegan una noche a casa, tras una fiesta literaria, se encuentran con que su hija ha desaparecido. Y en la pared hay pegado un sobre negro con la primera prueba que Diego tiene que realizar.

Alguien se está haciendo pasar por el Monstruo de su novela y pretende llevar el juego de la ficción a la realidad. A partir de aquí comienza la investigación policiaca… ¿Y si no hay nadie suplantando al Monstruo y es el personaje el que sale de la novela para secuestrar a su hija…? En el fondo, se trata de una novela doble, porque Félix ha intercalado en la trama pasajes del libro que ha escrito Diego.

Félix J. Palma tuvo claro muy pronto que esta historia tenía que ser un thriller, una novela policiaca. Al principio se asustó, porque, aunque había leído muchas obras de ese tipo y conocía sus técnicas narrativas, todavía no había escrito algo de ese género. Pero no quería escribir un thriller al uso, de manual, sino una novela con alma, original. Se le ocurrió, entonces, que “una forma de renovar este patrón es imbricarlo con otro género, en este caso el fantástico. Y que entre el abanico de los sospechosos de ser el Monstruo apareciese el propio personaje”. Toda la novela, además de una trama de misterio, “es una metáfora del proceso de creación”. Para redactarla ha contado con el asesoramiento de un mozo de escuadra, que también es escritor. Necesitaba saber cómo era el protocolo policial cuando hay un secuestro y cómo funciona una comisaría. 

El estilo ha tenido que variar, ya que el género es diferente. Félix da mucha importancia a la prosa. “Siempre he aspirado a tener una escritura original, estimulante, que transmita cosas al lector, no un simple vehículo para contar la historia.” Aunque el escritor tenga un estilo muy personal, también tiene que ser muy versátil, porque no es lo mismo escribir un cuento, donde la densidad de la escritura puede llegar a ser barroca, que en una novela de misterio, donde el ritmo exige otra forma de narrar. En la Trilogía victoriana utilizó al narrador omnisciente en tercera persona, como en el siglo XIX. Ahora ha necesitado adaptar su redacción al ritmo frenético de los acontecimientos, ya que El abrazo del monstruo transcurre en doce horas. De este modo, el lector se va encontrar con un estilo ágil y eficaz. Ha buscado una prosa sencilla y de calidad. Nos encontramos ante una novela coral, de múltiples perspectivas, como un caleidoscopio. Hay capítulos narrados por Diego, otros por su mujer, otros por el policía… “El lector tiene que construir a los personajes uniendo todas las visiones que se ofrecen”.

Félix J. Palma es un autor de mapa, no de brújula. El escritor de brújula se pone a escribir con una idea poco definida, a veces una intuición y deja que la historia fluya. Félix prefiere tener un plano completo de la novela antes de comenzar a redactar. Cree que es un método más práctico. Tampoco le gustan esas novelas que se construyen por acumulación de materiales, tan de moda hoy. Quiere que las suyas posean una estructura que cierre, en las que todo encaje, como los cuentos. Suele realizar tres borradores. En el primero vuelca toda la información y todas las posibilidades narrativas. En el segundo, como si fuera un director de cine, selecciona lo que funciona. Y en el tercero, se ocupa del estilo, de pulir la prosa. Esta última tarea es la más placentera, ya que “el escritor consigue su estilo corrigiendo”. La novela se abre con una cita de Stephen King, autor de referencia en esta novela, señaló Félix.  

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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