2016 murió matando. Como no podría ser de otro modo se cobró otra vida célebre del imaginario popular para desgracia de generaciones y deleite tuitero.

2016 murió matando. Como no podría ser de otro modo se cobró otra vida célebre del imaginario popular para desgracia de generaciones y deleite tuitero. La última vida en cobrarse 2016 fue la de Carrie Fisher, la princesa Leia de Star Wars, muerta el pasado martes a los 60 años en Los Ángeles a causa de un infarto. Al día siguiente, su madre, Debbie Reynolds, célebre actriz del Hollywood dorado y archiconocida por su papel en Singin in the rain falleció a los 84 años tras sufrir un derrame cerebral. Su muerte llega justo un día después de la de su hija Carrie Fisher, la princesa Leia de Star Wars. "Quería estar con Carrie", confesó su hijo Todd Fisher.

El nombre de Carrie Fisher se une a un largo etcétera de caídos durante 2016. A saber: David Bowie, Prince, Leonard Cohen o Manolo Tena. Final del 2016. Citados con el 31 estamos. Acechados por la sospecha, la peripecia del hombre contemporáneo en su soledad, esa madeja involuntaria donde se ve atrapado, ante los poderes ocultos, alcanzará una densidad, casi metafísica, que se agrava con un final abierto en el cual no sabremos si sus esfuerzos valieron la pena: 2017. Ojalá encuentren un asidero al que poder aferrarse cuando todas las certezas que guíen sus vidas rutinarias se derrumben. Que la fuerza os acompañe.

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Daniel Vila

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