"No hay arte cuando no se baja a los infiernos; el escenario es una gran herida"

El autor andaluz Eusebio Calonge, uno de los dramaturgos más relevantes de España en las últimas décadas, estrena nuevo texto con La Zaranda, 'El desguace de las musas', y 'Teoría y práctica de lo incierto', una colección de apuntes sobre teatro "en los márgenes"

Eusebio Calonge, en los ensayos de 'El Desguace de las Musas' con la Zaranda, en su nave de Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Eusebio Calonge, en los ensayos de 'El Desguace de las Musas' con la Zaranda, en su nave de Jerez. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Reconoce Eusebio Calonge (Jerez, 1963) que esto del teatro lo aprendió, sobre todo, gracias a la “inmediatez con el público”, a la “maestría” de Paco de La Zaranda, y a la “generosidad” y el “mucho talento” de esa propia compañía “de ninguna parte” que nació en su tierra natal —lleva afincado en Madrid más de veinte años— y de todos los actores y actrices con los que “recorrí las encrucijadas escénicas en estos últimos años”. No son pocos. Lleva adscrito al grupo teatral desde 1985. Empezó como iluminador y luego empezó a escribir “sobre el papel y sobre el escenario”.

Acaban de parir una nueva obra, su décimo tercera dramaturgia para La Zaranda, El desguace de las musas, y la enhorabuena es doble porque también publicó recientemente Teoría y práctica de lo Incierto. Escritos de teatro en los márgenes (La Pajarita de Papel, 2018). “Un libro apasionante, conmovedor y absolutamente necesario para todas las personas que se acerquen al arte del teatro”, asegura su prologuista, el argentino Rodolfo Cortizo, quien sin temor a dudas lo califica como “uno de los dramaturgos españoles más transformadores de la escena en los últimos 25 años”. Sus obras se han representado en más de 30 países de tres continentes, y ha impartido cursos y talleres en la ENT de Navarra, CCBB de Río de Janeiro y Sao Paulo, SCUSB State University de California, y Bienal de Venecia.

Lleva más de 30 años en La Zaranda, firmando sus textos, poniendo las luces y seleccionando la música, creando en colectividad, pero también compartiendo su experiencia en conferencias y con otros grupos teatrales. ¿Qué conversación tiene con su yo interior tras tantas puertas abiertas? 

Creo que todo responde al mismo intento de llegar a uno mismo, a explicarse ante el asombro del mundo, el teatro se hace con las formas, están las palabras pero estas deben ser fecundadas en las imágenes, eso ya contiene la luz, y el sonido. Pero todo esto en realidad nos escoge a nosotros, uno es obediente a lo que nos habla, a veces nos atormenta por dentro, uno no se debe imponer como autor, con frecuencia la personalidad oculta lo más profundo que surge del ser, uno debe saber elegir a que obedece, si no sabes elegir a que obedeces te acabaran mandando, esto creo está vinculado a la vocación, al llamado. Lo hecho en Zaranda no difiere en la esencia a lo que he podido trabajar con otros grupos, o lo que he dictado en talleres. Siempre intento crear algo que esté vivo, creo que la verdad teatral es eso, una vida que genera lenguaje.

¿Qué recuerdo tiene de cuando gateaba en esto del teatro?

Fui muy afortunado, no solo porque mi escuela fue Zaranda, sino porque pude crecer viendo teatro en Latinoamérica. El teatro que encontraba en España en esa época no me interesaba, había igual que ahora un convencionalismo oficial y los grupos que podían tener un lenguaje estaban muy lejos del sentido poético que yo buscaba en el teatro. Conocer a Enrique Buenaventura, Tato Pavlovski, Ricardo Bartís, La Candelaria, fue una conmoción, ahí estaba el teatro que yo buscaba hacer, una realidad que trascendía lo meramente argumental, unas formas que iban más allá de la estética de la imagen.

A veces, los creadores tienen más dificultades con el entorno que con el propio proceso creativo, ¿no cree? ¿Siente, a veces, como Wittgenstein, que escribe entre cañonazos, en mitad de una trinchera que no es la suya?

Son peleas distintas, está la que estableces con tus propios demonios, él no poder expresar lo que uno intuye, y la que paralelamente se establece con el mundo en que ya depende de muchas circunstancias ajenas.

La crítica: "Cuando quien reflexiona escribe bien y te descubre una mirada distinta, no me importa que sea divergente, y sí las suelo leer"

Hay quien considera que es usted uno de los dramaturgos españoles “más transformadores” de la escena de los últimos 25 años y otros, a los que ustedes mismos aluden como autoparodia en sus últimas obras, le acusan de reiterativos. ¿Cómo encaja las críticas, las buenas o las malas?

La crítica prácticamente ha desaparecido, ahora hay muchas opiniones y esas están al alcance de cualquiera, no me interesan. Cuando quien reflexiona escribe bien y te descubre una mirada distinta, no me importa que sea divergente, y sí las suelo leer. Pero los consejos como las enseñanzas las tomo de los que me dicen algo encima del escenario.

Creación:  "Toda creación es una clausura consagrada a lo esencial,  el arte es una escucha, para que esa escucha se dé, hay que descubrir un silencio detrás del silencio"

Usted huye de las épocas y las modas, defiende el silencio activo, y apuesta, como Tarkovski, por esculpir por el tiempo. ¿Por qué el silencio y la contemplación no venden?

Porque  su destino no es el mercado sino el alma. Con esto que se nos vendió como modernidad, se cambió la agitación epidérmica por emoción, una cacharrería incesante de novedades para colmar el mercado, artificio y ruido sin furia, la búsqueda del escándalo como resorte publicitario, la mayoría de las veces carente de lo más elemental, el que quiero decir.  Pero toda creación es una clausura consagrada a lo esencial,  el arte es una escucha, para que esa escucha se dé, hay que descubrir un silencio detrás del silencio.

De alguna manera, ‘El desguace de las musas’ es una metáfora de la ruptura y la división política y social del país. Usted rehúye de etiquetas y de dar demasiadas pistas sobre sus obras, pero ¿obliga la coyuntura de los últimos tiempos a elaborar un teatro más enfocado a la denuncia, aunque sea de forma apartidista, sutil y poética?

Sí, creo que está presente esa lectura que señalas, también en El desguace... se habla del sometimiento al poder del mundo del teatro, soy consciente de que los niveles de anestesia general que se propagan por todas las pantallas nos están dejando sin un público crítico, capaz de captar la alegoría, de que el mercado obliga al teatro a competir con el zapping, con las ofertas de ocio, pero en esta obra creo hay metáforas muy claras, discursos de ventrílocuos, demonios ataviados con alfombras rojas… En el teatro siempre hay un componente político, no confundir con una orientación ideológica, quizás con el paso de los años me he ido desprendiendo de un modo más simbolista de contar, pero esa veta está desde el principio, en el año 1995 estrené en Nueva York Obra Póstuma que hablaba de un tema que por desgracia sigue oscureciendo nuestro horizonte, los naufragios de quien buscando una vida mejor encuentran la muerte, la tragedia humana, el grito desgarrado del  ser humano, ¿Cómo ser sordo a eso? Pero mi compromiso es poético, sin un lenguaje poético eso sería un mero panfleto.

Teatro de denuncia: "Mi compromiso es poético, sin un lenguaje poético eso sería un mero panfleto"

“Si queremos encontrar hay que perderse”, dice usted en 'Teoría y práctica de lo incierto'. ¿Está la sociedad más perdida que nunca? 

Ya nadie se pierde, ni siquiera pregunta por una dirección, siguen las indicaciones de una pantallita, del mismo modo se busca a través de métodos encontrar con rapidez la estrategia de tener una obra vendible. La tecnología parece ha acabado aniquilando incluso a la ciencia. Pero el teatro refuta en estos tiempos la necesidad de las personas de seguir asistiendo a algo vivo. Creo que hay personas que siguen desbrozando un camino espiritual en este vertedero de imágenes publicitarias, como siempre crear , cualquier búsqueda de la belleza, es  el mayor acto de sabotaje ante una sociedad anestesiada.

"La cultura no puede venir trazada desde despachos ministeriales, ni estar sometida a los dictados de un político, debe nacer del espíritu humano"

¿Hace falta que la cultura recupere ese protagonismo transformador, de faro en mitad de la tiniebla?

Hace falta que la palabra cultura deje de ser una cáscara sin contenido, hoy día parece sinónimo de ocio, cualquier publicación, cualquier espectáculo, por mediocres que sean, parecen que forman parte del rutilante marketing cultural donde lo importante es el número de turistas que visitan El Prado, los consumidores de obras de arte, esto es un sinsentido, nada que ver con la etimología de cultura, cultivar el alma. La cultura no puede venir trazada desde despachos ministeriales, ni estar sometida a los dictados de un político, debe nacer del espíritu humano si lo que se busca en la cultura es humanizar al hombre.

Usted, en su último ensayo defiende que en el camino hasta alcanzar la obra hacen falta racionalidad e inspiración, y que el folio en blanco o el espacio vacío se combaten con evocación e imaginación. ¿Qué falta más de todo eso en el mundo de hoy?

Hay muchas carencias porque sobran demasiadas cosas, por ejemplo sobra ruido que no nos deja encontrar el silencio para encontrarnos con nosotros mismos, reflexionar. Eso detiene la maquinaria consumista, descubrimos que la alegría no depende de lo que tenemos. Sentimos entonces que la belleza es una necesidad. Por otra parte ¿Cómo lograr algo mejor sin imaginarlo?

https://twitter.com/EusebioCalonge/status/1095402064769896450

Con tanto antisistema de pega y tanta crítica a la supuesta merma de libertad de expresión, ¿qué es lo subversivo hoy en el arte?

Subversivo es otra etiqueta hoy de venta; lo verdaderamente peligroso se silencia. Cuando uno entra en una librería de novedades y ve que las publicaciones de cocina tiene muchísimo más espacio que la poesía, o los libros de autoayuda que los de filosofía, sabe lo que el mercado está intentando suprimir. Es subversivo mantener una visión, atisbar el misterio y quererlo comunicar.

El diagnóstico es la enfermedad que más prolifera, decía Kraus. ¿Qué le duele?

No hay arte cuando no se baja a los infiernos. El escenario es una gran herida donde las obras van quedando como cicatrices. El arte de crear un personaje, sea el autor o el actor, es encontrarnos con la vibración de su desgarro. Un poema de Emily Dickinson dice: "Sólo se puede entrar /en un corazón roto/ con el gran privilegio/ de haber sufrido mucho" No encuentro modo más hermoso de acabar que con un poema, la gran carencia del mundo de la que antes hablábamos quizás sea la de una visión poética que nos devuelva la belleza del mundo, eso que hace la vida sagrada.

El desguace de las musas puede verse en Granada este fin de semana, en el Teatro Alhambra, y el próximo fin de semana, 22 y 23 de febrero, en Sevilla, en el Teatro Central.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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