"No hay varita mágica, para bailar es necesario invertir tiempo y trabajo, nada llega gratis"

Mercedes Ruiz, 37 años y de San Miguel, nos cuenta cómo supo a las cuatro años que quería bailar y cómo ha conseguido su sueño de niña

Mercedes Ruiz, después de la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA
Mercedes Ruiz, después de la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA

Vi bailar por primera vez a Mercedes Ruiz en Barcelona, en uno de los teatros más emblemáticos de la ciudad condal, el Teatre Grec, con el espectáculo Made in Jerez. Recuerdo que el público se puso en pie al finalizar el espectáculo, emocionado por la belleza y sensibilidad de ese cante y baile jerezano. Mercedes es una de las bailaoras más reconocidas de la ciudad, que lleva el nombre y el flamenco de Jerez por bandera, aquí y por el mundo. Recorre medio mundo con sus espectáculos y con sus clases, y allí donde va recoge cariño y aplausos.

Me cita para la entrevista una tarde muy calurosa de verano, a la que ella llega tal y como es: profesional, puntual, sonriente y acompañada de parte de su familia. Una entrevista en la que muestra cómo a pesar de ser una de las grandes, sigue mostrando su humildad y una actitud ante la vida dedicada al esfuerzo, al trabajo y a dar cariño a la gente que la rodea. Acaba de preestrenar en Francia Tauromagia, cuya puesta de largo oficial será el 17 de septiembre en el Teatro Central, dentro de la próxima Bienal de Sevilla, y donde coreografía la obra de Manolo Sanlúcar.

¿Cuándo supo que quería dedicarse a bailar y cómo empezó todo?

Lo sé por mi madre, ella me lo ha contado. Mi familia no es precisamente una familia aficionada o relacionada con el mundo del flamenco a diferencia de otras familias de Jerez. Pero mi madre me contó que cuando yo todavía iba en el carrito y oía música, me ponía feliz y movía las manos bailando como podía. No entendían muy bien de dónde me venía esa vena porque en casa no se bailaba, pero allí ya vieron que era algo que me movía. A los cuatro años le dije que yo quería ir a aprender y que quería ir a una escuela de baile. Mi madre me llevó a una asociación que había en San Telmo donde daban clases de baile. La escuela la llevaban Pili Sanchez y su madre también Pilar.

Al principio le dijeron que era muy pequeña para empezar pero yo insistí, soy muy tozuda, y me acabaron cogiendo en las clases. Dos años más tarde, Pilar debió ver algo en mí, porque le comentó a mi madre que me buscara una escuela donde yo pudiera ir más allá. Así fui a parar a las clases de Ana María Lopez en la Peña Los Cernícalos. Un día vino Manuel Morao a hacer una audición a la peña, solo quería ver a las “mayores” para escoger gente para un nuevo espectáculo. Pero Ana Mari también quiso que nos viera a algunas de las “niñas”. Manuel me escogió. Tenía seis años y entré en su compañía para bailar unas pataítas en su nuevo espectáculo. Era muy chica, pero recuerdo que lo pasaba muy bien, y siempre cuidada y arropada por Ana Mari.

Mi madre me contó que cuando yo todavía iba en el carrito y oía música, me ponía feliz y movía las manos bailando como podía"

¿Y después de esta experiencia, que imagino que necesitaba dedicación y sacrificio, cuando decidió seguir este camino y convertir el flamenco en su profesión?

Más adelante, ya con doce o trece años, quise seguir aprendiendo. Estuve tomando clases con Charo Cruz en Cádiz, también en el conservatorio de Sevilla, y empecé con Chiqui de Jerez. En esa época se me abrieron los ojos. Vi que el flamenco iba mucho más allá que las pataítas por bulerías. Que existían muchas más cosas por estudiar. Y que el flamenco no solo estaba en Jerez. Descubrí el clásico español, nuevos palos, y todo lo que me quedaba por aprender. Fue entonces cuando decidí seguir y luchar por ser profesional. Todas mis profesoras me ayudaron mucho y pude avanzar gracias a ellas y ellos. Por ejemplo Chiqui me ayudó mucho y aprendí mucho con ella, no solo a nivel de técnica sino también a ver que el flamenco es mucho más y que necesita de mucha preparación. En esa época tomaba clases pero también trabajaba con ella. Mi vida ya estaba orientada al baile, y quería seguir aprendiendo y formándome. En ese periodo tuve muy claro que quería seguir dedicándome a bailar y que iba a luchar por ello.

Una de las épocas que recuerdo con más cariño fue mi época en Barcelona. Tenía 17 años y me ofrecieron trabajar durante un año en el Tablao El Cordobés de Barcelona. Allí aprendí mucho. No solo me dediqué a bailar, sino que también aprovechaba cualquier momento para seguir formándome en todo lo que podía: Flamenco con La Tani, pero también contemporáneo y todos los cursos que podía. Yo estaba alucinada en el tablao. Coincidí con gente a la que admiraba y que me cantó al baile o con los que pude compartir el escenario. ¡Me cantó Mayte Martín! No me lo podía creer. Y pude aprender de una de las que yo más admiraba, Belén Maya. Belén fue un soplo de aire fresco para mí y una gran mentora. Me incentivó a buscar mi propio baile, dando espacio a mi personalidad. Y me dio unos grandes consejos para bailar con bata de cola. Yo en ese momento no tenía muchas ganas pero no mucha idea de manejar la bata, y ella me ayudó mucho. Fue un gran pilar para mí en ese periodo de mi vida.

Llegaron los premios en festivales como el de Córdoba, luego el primer viaje a Japón, y más contratos. Y llegó el momento en el que sentí la necesidad de montar mi propia compañía. También apoyada por gente que me ha aportado mucho, como David Lagos y mi marido Santi. Y llegó el Festival de Jerez, y gracias a estar en el Festival pude empezar a darme a conocer fuera. Pero siempre con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio. Creo que si quieres dedicarte a algo, y más a algo tan complicado como el baile, es necesario no solo tener pasión y tener arte, es importante trabajar mucho, muchísimo. Estoy contenta con mi trayectoria, y he tenido muchas oportunidades y gente que me ha ayudado, pero no se consigue nada si no pones tu esfuerzo en ello.

La bailaora Mercedes Ruiz, en un momento de la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA.

El Festival de Jerez fue importante para darse a conocer. ¿Qué opinión le merece el Festival?

Para mí fue una gran plataforma para darme a conocer. Y opino que el Festival ha sido y es muy importante para Jerez. Ha puesto a Jerez en el mapa del flamenco a nivel internacional. Muchas personas han venido aquí por el Festival y siguen viniendo, y es una gran ayuda para dar a conocer nuestra ciudad y nuestra cultura. Al inicio del Festival, también estuve como alumna y fue importante. El Festival te da la oportunidad de tomar clases con los más grandes maestros y maestras que se desplazan aquí esos días. Como alumna es un privilegio poder tener a los más grandes en la misma ciudad.

En 2010, el flamenco se convirtió en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. ¿Cree que ese reconocimiento internacional se ha plasmado en el apoyo que se le da?

No tanto aquí como en otros países. En general no hay mucho apoyo a la cultura y tampoco al flamenco en concreto. Es muy complicado. En cambio en otros países creo que se le da más su sitio. El público de otros países va a ver flamenco y no solo por personas que ya son aficionadas. Los teatros se llenan, sea un lunes o sea un sábado y los programadores no tienen tanto riesgo. Saben que los espectáculos tendrán buena acogida. Aquí en España el riesgo es mayor para ellos y lo sufre el flamenco. Es cada vez más difícil producir un espectáculo que sea rentable. Ojalá se le apoye más, desde el público y desde subvenciones. Pero sobre todo desde el público. Si tuviésemos más público, tendríamos más oferta y más posibilidades de trabajar aquí. Pero es algo que pasa en España, no solo en flamenco sino a nivel de cualquier tipo de espectáculo artístico.

Usted viaja mucho alrededor del mundo, no solo para dar espectáculos sino también para impartir cursos, y también los hace aquí en Jerez. ¿Qué opinión le merece el nivel de flamenco de alumnas y alumnos de hoy en día y como percibe la cantera actual?

Tengo alumnas y alumnos en todo el mundo. Personas muy aficionadas que además dedican mucho tiempo y esfuerzo a formarse. Antes me sorprendía el nivel de muchas personas de fuera, pero ahora ya no me sorprende. Veo cómo el flamenco ha calado hondo en muchas personas, sean de la nacionalidad que sean. Hay gente que baila muy bien y no solo aquí, en cualquier país que he visitado he conocido alumnas que se esfuerzan mucho y que bailan muy bien. Hace poco he hecho de jurado en un premio de baile flamenco en Japón, y la ganadora era muy buena. Tengo alumnas que tienen su profesión, pero que sacan tiempo de donde sea para formarse y para aprender. Por ejemplo, una alumna alemana abogada que vive en Austria. Ella tiene mucha responsabilidad y dedicación en su trabajo pero en cambio dedica mucho esfuerzo a sus clases y a seguir aprendiendo. Pero eso sí, no hay varita mágica. Para bailar, es necesario invertir tiempo y trabajo. Lo repito y lo volveré a repetir, nada llega gratis.

El futuro del flamenco aquí en Jerez está en buenas manos. Hay mucha gente que lo está haciendo muy bien y que está destacando mucho. Gente que trabaja duro por el flamenco. Me vienen a la cabeza personas como Gema Moneo, Carmen Herrera, o Miguel Ángel Heredia, entre otros. Son jerezanos que están preparados, que son muy buenos y que trabajan duro para avanzar.

El Festival ha sido y es muy importante para Jerez, ha puesto a la ciudad en el mapa del flamenco a nivel internacional"

Imagínese que le dan la posibilidad de poner en marcha algún proyecto para ayudar al flamenco en Jerez. Aunque sea complicado… ¿Qué le gustaría?

El flamenco en Jerez nunca faltará pero sí que hay algo que me gustaría y ojalá se pueda llevar a cabo algún día. Me encantaría que Jerez tuviera un centro de formación global en flamenco. Un centro internacional, donde vengan personas de todo el mundo a conocer nuestro flamenco. Con clases de todo tipo, no solo de baile. Me imagino un centro con clases de baile, de guitarra, de cante, de historia, de teoría. Con maestros invitados, maestros de aquí y con alumnos de todos los países. Jerez se lo merece. Sería un sueño tener algo así aquí.

Habla de trabajar duro y de dedicar tiempo a estudiar y trabajar, pero usted además de preparar sus espectáculos, de impartir clases, de sus viajes, además es madre con una niña pequeña y su familia. ¿Cómo se consigue estar en todo e implicada?

No es fácil, pero se puede hacer. Primero porque tengo la ayuda de mi familia y en especial de mi madre. No sé qué haría sin ella. Pero también creo que es cuestión de mucha organización. Planificar bien y darle espacio a todas las facetas de mi vida. Y concentrarse en ese momento en cada una de ellas. Si estoy dando clase, estoy dando clase. Si estoy con mi hija, estoy con mi hija. Cada caso y cada persona son diferentes. En mi caso lo consigo así, con mucha organización y dedicando espacio a cada una de mis responsabilidades.

La bailaora Mercedes Ruiz. FOTO: MANU GARCÍA

Usted vive el flamenco como bailaora y como maestra. ¿Cuál de las dos facetas le da más satisfacción personal?

Las dos. Una no tendría sentido sin la otra. Me da mucha satisfacción dar clases y me encanta compaginar las dos facetas. Tengo la suerte de poder dedicar mi día a las dos. A ensayar y a dar clase. No quiero priorizar ninguna de las dos. Para mí es muy gratificante cuando a una alumna no le sale algo y después de trabajarlo en clase con ella le va saliendo. Me llena de alegría. Me gusta mucho, es mi forma de devolver a otras personas lo que he recibido. Y lo que intento es dar a cada una de mis alumnas lo que necesita, ayudarla en lo que le es más difícil e intentar sacar de ella lo mejor. Por ahora voy a seguir con las dos, pero el día que no pueda bailar, espero poder seguir dando clase. Ese es el futuro que imagino para mí.

Hablemos de proyectos a más corto plazo.

Mi proyecto ahora a nivel de espectáculo es Tauromagia. He coreografiado uno de los mejores discos de flamenco de la historia, el disco de Manolo Sanlúcar que este año cumple 30 años desde su edición. Además Manolo Sanlúcar cumple 75 años. Es nuestro homenaje a este disco y a su trabajo. Lo estrenamos esta próxima Bienal en Sevilla, el 17 de septiembre. Y estoy muy contenta aunque a la vez nerviosa. Llevamos trabajando en el proyecto más de un año y medio. Obviamente contamos con el apoyo de Manolo pero él verá el espectáculo por primera vez en directo el día del estreno. Y eso para mí es una gran responsabilidad. Espero que le guste a todo el mundo, pero sobre todo lo que espero es que él se sienta orgulloso del resultado. Lo he hecho con todo mi amor y todo mi cariño, y el apoyo de mucha gente, pero la crítica de Manolo será la más importante para mí. Ahora mismo es el proyecto en el que estoy centrada y que se come gran parte de mi energía y dedicación. Como he dicho, me siento con una gran responsabilidad y muy ilusionada.

El público de otros países va a ver flamenco, los teatros se llenan, sea un lunes o sea un sábado y los programadores no tienen tanto riesgo. Aquí en España el riesgo es mayor para ellos y lo sufre el flamenco"

¿Qué le diría a alguien que quiere dedicarse a bailar y que tiene posibilidades?

Que mucha paciencia. Que el ser bueno no le va a asegurar el trabajo. Y lo que ya he dicho, el trabajo bien hecho es la base del éxito. Y no me refiero a éxito con ser conocido o tener muchos contratos, para mí el éxito es que algo te salga bien, y que disfrutes con ello. Que una alumna mejore o le acabe saliendo un paso para mí es un éxito y eso no te convierte en conocida.

¿Y si es su hija Pastora la que le dice que quiere dedicarse al baile?

(Mercedes se toma un momento antes de contestar, reflexiona bien aunque la primera reacción es ponerse seria, imagino que por la relevancia que tiene su hija para ella). A Pastora la veo más de música que de bailaora. Lo vemos en casa, esta todo el día tarareando y cantando y no cosas fáciles. Esta mañana estaba tarareando una canción de Chick Corea. Pero también canta cosas de David Lagos, de David Carpio… lo que oye en casa. La verdad es que tiene mucho oído. Supongo que es normal, ya que está rodeada de música, y más con su padre. Sinceramente creo que irá más por ese terreno, pero que sea lo que ella quiera. Como madre, lo único que me importa es que ella sea feliz y que lo sea con lo que ella quiera ser, sea lo que sea.

Acaba la entrevista y yo me doy cuenta de que su sonrisa ha estado presente durante toda la hora y media que ha durado. Y que durante ese rato, se nos han acercado muchas personas que le demuestran mucho afecto y cariño. Y conociendo cómo es, está claro que eso no es solo por su profesionalidad sino también por su alma y el amor que da a los demás. Le deseo mucha suerte para su estreno. Un estreno para el que las entradas ya están agotadas desde hace semanas. Y miro a Pastora, que me parece tan encantadora y cariñosa como su madre, e intuyo en ella el futuro de muchos proyectos, sean de música, de baile o de cualquier tema, aunque seguro que artístico.

Sobre el autor:

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Lola Vallespi

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