La mente nos engaña

La catedrática de psicología de la Universidad de Deusto, Helena Matute, imparte una conferencia en la V Feria de la ciencia en la calle en la que habla sobre cómo funciona nuestra mente, sobre los errores de interpretación y razonamiento, y sobre cómo evitarlos

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María del Carmen Yélamo Blanco, miembro de Centro del Profesorado de Jerez y una de las organizadoras de esta V Feria de la ciencia en la calle, fue la encargada de presentar a Helena Matute. Es catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto, donde dirige el Laboratorio de Psicología Experimental. Investiga cómo funciona nuestra mente, cómo aprendemos, cómo se generan las supersticiones y la pseudociencia. Y le interesan también los aspectos psicológicos de nuestras relaciones con las nuevas tecnologías. Ha trabajado como investigadora visitante en las universidades de Minnesota, Gante, Sydney y Quensland (Australia). Publica los resultados de sus investigaciones en revistas científicas internacionales. Es autora de varios libros, como Psicología de las nuevas tecnologías: de la adicción a internet a la convivencia con robots en Editorial Síntesis. Ha recibido el Premio Prisma y el premio Jot Down de Divulgación Científica. Mantiene un blog de divulgación en su página web.

En su introducción, Carmen Yélamo planteó con claridad el tema de la conferencia: “Nos gusta creer que somos seres racionales, que todo aquello que vemos o creemos ver es tal y como lo estamos viendo; que todo aquello que recordamos es tal y como lo recordamos; que todo aquello que pensamos, intuimos, y sentimos ha de ser tal y como indica nuestra propia experiencia. Y aunque a veces sea cierto, el problema es que a menudo no lo es, y además no es fácil asegurar cuándo lo es y cuándo no, de modo que no deberíamos fiarnos mucho de nuestra mente, nos engaña con frecuencia. Cometemos errores todos los días en situaciones en las que estamos absolutamente seguros de estar en lo cierto, y a veces son errores graves. Somos blanco fácil de charlatanes y manipuladores. Tomamos decisiones equivocadas que probablemente no tomaríamos si nos paráramos a pensar un poco. Pero la vida va muy rápido, y pocas veces nos paramos a pensar despacio. Estos errores a veces tienen consecuencias triviales, otras veces tienen consecuencias que pueden hacernos pasar un mal rato, a veces pueden ser letales. Conocer cómo funcionan puede ayudarnos a detectarlos y a reducir su impacto”.

Helena Matute reconoció estar encantada de poder mostrar en Jerez los resultados de sus investigaciones “rodeada de tantos jóvenes, que serán nuestros científicos en el futuro”. Comenzó su charla demostrando, mediante imágenes, que nuestra mente realiza constantemente interpretaciones de los datos que recibe. La mente nos engaña a menudo: captamos solo un trozo de realidad, sin embargo la completamos automáticamente. Los errores cognitivos no solo ocurren con la percepción visual, sino también con la atención, la memoria, el razonamiento y el aprendizaje. Son errores de interpretación que cometemos todas las personas porque dependen del funcionamiento de nuestra mente. Es importante estudiar estos errores “para saber en qué situaciones somos más vulnerables y cuándo debemos tener más cuidado”. Presentó muchos ejemplos. Algunos referidos a la percepción del color y el tamaño. Dependiendo del contexto perceptivo, dos cuadrados que son del mismo color, exactos, los vemos totalmente diferentes. Dos círculos iguales nos parecen de diferente tamaño dependiendo de si los círculos que los rodean son grandes o pequeños. Los ojos ven bien, pero la mente genera una interpretación y surge una ilusión. El cine, la publicidad y los magos saben utilizar muy bien esos recursos.

También analizó lo que ocurre con los recuerdos. Saber si recordamos con precisión puede ser vital en un juicio sobre un accidente o un delito. Los recuerdos pueden sufrir un sesgo. De hecho, a veces los inventamos. Incluso la forma de preguntar por lo que “sucedió” produce una modificación del recuerdo. Si en lugar de preguntar a qué velocidad iban los coches que “chocaron”, preguntamos a qué velocidad iban los coches que se “estamparon”, la estimación de esa velocidad variará. La palabra “estampar” modifica nuestro recuerdo de lo que pasó y tendemos a dar una velocidad más alta que si se utiliza “chocar” en la pregunta. Los jueces son conscientes de estos sesgos de la memoria y los tienen en cuenta. Se puede interferir en los recuerdos: es posible inducir un recuerdo mostrando imágenes. En un experimento, se preguntó a varias familias que habían estado en Disneyland si habían visto allí a Bugs Bunny. Dijeron que sí y que se habían hecho fotos con él. Pero era imposible, porque Bugs Bunny no está en Disneyland. Esas familias habían creado un recuerdo falso porque en los pasillos de la universidad en la que iban a ser entrevistarlos habían colgado varios pósters en los que aparecía Bugs Bunny en Disneyland. Fue una trampa.

El razonamiento tampoco está libre de errores. Llegamos a conclusiones falsas sin darnos cuenta. Realizamos asociaciones indebidas. Mezclamos casualidad con causalidad. Y se produce una ilusión de causa-efecto. “Si hago tal cosa, voy a tener buena suerte…” Es la base de las pseudociencias y las supersticiones. Para evitar estas malas interpretaciones necesitamos el método científico. Si realizáramos una mínima comprobación experimental, veríamos que nuestras manías no tienen nada que ver con lo que ocurra o no ocurra en el futuro, que los gatos negros tampoco tienen nada que ver en el asunto y que ciertas terapias alternativas no tienen ningún efecto… El equipo de Helena Matute realiza muchos experimentos sobre estas falsas inferencias. Aunque muestres claramente que tomar un cierto medicamento o agua con azúcar genera los mismos resultados en la mejoría de los pacientes, los participantes solo se fijan en los casos que sí ha tenido un supuesto efecto. Que el resultado sea similar para los que sólo bebieron agua parece que tiene menos importancia. Conclusión: tienden a decir que “el medicamento es muy efectivo”. Es decir, se sustituye una casualidad por una causalidad. Los investigadores están buscando qué tipo de instrucciones hay que dar a los participantes para que no lleven a cabo esas conexiones causales indebidas. Basta tener espíritu crítico y realizar comprobaciones experimentales para que se elimine esa ilusión de causa-efecto.

Nuestra mente ha sido moldeada por la selección natural. Disponemos de un cerebro que ha surgido cuando éramos cazadores-recolectores. Las capacidades y estructuras mentales que tenemos son las que nos han permitido sobrevivir en ese entorno. Aquellos que nacían con la capacidad de completar una información incompleta tenían más probabilidades de sobrevivir. Los que solo vieron manchas dispersas y no vieron la cara de un león entre la maleza no ha sobrevivido: los cazó el león. Nosotros descendemos de los que eran capaces de completar los datos y ver al león.

No nos queda más remedio que ser escépticos y apoyarnos en el método científico, así evitaremos los engaños y las manipulaciones. Sabemos que nos vamos a equivocar, por eso debemos ser conscientes de lo que ocurre, para acabar con los sesgos, las interpretaciones distorsionadas de la realidad y las creencias falsas. Los asistentes a la conferencia plantearon muchas preguntas a la profesora. Helena Matute dialogó con el público sobre las supersticiones, los falsos medicamentos, la influencia de internet en nuestras mentes, cómo mejorar la atención, el papel del método científico, sobre la felicidad…

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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