Kalacakra - Crawling To Lhasa (1972)

Una de las pocas imágenes conservadas de los Kalacakra.
Sucede en el arte que cuanto más se persigue una estética futurista, visionaria o intemporal, antes se queda uno desfasado. Vemos cumplirse esta ley continuamente en las vanguardias pictóricas o el cine de ciencia ficción, y la música de los años 70 no iba a ser menos. En aquel océano de rarezas germánicas que llamamos krautrock abundan los experimentos con la electrónica y las nuevas tecnologías de sonido, las cuales ofrecían una primera cata de un futuro que no tardaría en superarse a sí mismo. No es de ese ala del kraut de la que venimos a hablarles, sino de la otra, que remaba justamente hacia el lado contrario: el primitivismo de la improvisación furiosa, extasiada, rítmica y lisérgica.Algunos de los grupos más conocidos en esta tónica son Guru Guru y las dos formaciones de Amon Düül (I y II). Si los primeros venían de la escena free jazz y los segundos del mundillo de las comunas radicales, Kalacakra iba más en la onda del esoterismo y la espiritualidad oriental. Este dúo de Duisburgo, formado por Claus Rauschenbach y Heinz Martin, debe su nombre a una deidad del budismo indotibetano, en torno a la cual existe un complejísimo sistema doctrinal y ritual llamado el tantra de Kālacakra. Su álbum de 1972 se escondía tras una portada mandálica y el título de Crawling To Lhasa.Se trata de una obra desigual, con un comienzo fascinante y una segunda mitad invariablemente floja. En "Naerby Shiras" [sic], una especie de bruja vaticina que el día siguiente llegará la peste negra a la ciudad persa de Shiraz. El estilo, denso, turbio y obsesivo, ha sido descrito como "mántrico", y se repite en "Jaceline". "Raga N° 11" eleva un poco el ritmo y nos sumerge en una larga y cavernosa instrumental acústica ("September Full Moon"), que nos conduce al acid blues ("Arapaho's Circle Dance") y a un cierre perfectamente prescindible ("Tante Olga"), que ni a sus autores les ahorra las risas.Otros grupos germanos de la época, como Agitation Free, Popol Vuh o Dzyan, se inclinaron, cada uno a su modo, por las sonoridades exóticas y orientales. A todos ellos, y a su público, terminó por tragárselos el fenómeno de la música new age, que podemos datar a partir de finales de los 70.La reedición en CD de Crawling To Lhasa incluía dos nuevas canciones de 1993. Ello espoleó a la banda para editar, treinta años después del primero, un segundo lanzamiento: Peace (2002). En este nuevo material se percibe una marcada influencia del new age que ellos mismos contribuyeron, si bien modestamente, a crear. Puede que a grupos como Kalacakra no podamos darles las gracias por llevarnos a Lhasa, pero no sería injusto decir que nos dejaron a sus puertas.

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