Raúl, 26 años y 12 horas en la puerta de Los Gitanos: "Cuando tenga para la papeleta, volveré a salir"

Un vecino de Camas lleva más de dos décadas sin poder procesionar en la Madrugá por muchos motivos, y el último es económico. Por eso, hace su propia penitencia cada año. "Si Dios quiere, el año que viene, buscaré la manera"

Raúl lleva 26 años acudiendo con muchas horas de antelación a Los Gitanos cada Jueves Santo.

A eso de las dos y media de la Madrugá, las puertas del templo de Los Gitanos debe abrir sus puertas. Todos están pendientes del tiempo, claro. Porque podría darse el caso, por primera vez en 80 años, de que ninguna hermandad procesione. De todas formas, la fe es lo que mueve la Semana Santa.

Raúl no la pierde. Procedente de Camas, donde vive, lleva desde las dos de la tarde ante las puertas de la iglesia. Hace 26 años, cuenta, que se pone en el mismo sitio para ver salir a la hermandad. "Si Dios quiere, se abrirán esta noche, aún no se sabe". 

26 años en los que no ha podido salir por diversos motivos. "Son muchos. Mi túnica se estropeó, luego está la papeleta, mis niños, tema de salud... Hago la penitencia poniéndome en la puerta", explica.

Raúl, en un momento de su espera.   MAURI BUHIGAS

La explicación sobre su vinculación con Los Gitanos está en que "todo lo que le he pedido por ahora, me lo ha llevado adelante. La fe que tengo no se puede quitar".

Este año, pide "salud para los míos y que no me falte el trabajo", dice entre lágrimas. Ahora mismo vive "haciendo "chapucitos, y dentro de lo que cabe vamos tirando".

En los muchos años que lleva apostándose en la puerta, ha conocido "a mucha gente". Tanto personas que esperan como él en la puerta, aunque "suelen llegar más tarde", como de la propia hermandad. "Algún enchufe tengo y podré saber de antemano si van a salir o no". Eso sí, "yo soy el primero que no lo pienso, si está la posibilidad, saldría".

En una silla, detrás de las vallas, este Jueves Santo ha aguantado varios chaparrones.  MAURI BUHIGAS

Dentro de los muchos motivos por los que lleva 26 años haciendo su penitencia quedándose en la puerta, en las últimas cuatro o cinco Semanas Santa, sí ha sido por una cuestión económica. Preguntado si desea que, de alguna forma, para el año que viene, desde estas líneas se llame a que alguien se movilice para que pueda volver a vestir la túnica, lo rechaza.

"Te lo agradezco de corazón, pero así no. Yo, para eso, no sirvo. El año que viene, si Dios quiere, bueno, ya buscaría yo la manera. A mí, así, no me gusta". 

En cualquier caso, cuando se abran las puertas, que se abrirán, porque confía, "una vez que lo vea en la calle, para mí, mi deseo se ha cumplido". Habrá que mirar al cielo un poco más.