Las lechugas y tomates del CEIP Torresoto que alimentan a familias necesitadas

La Ampa del colegio jerezano gestiona un huerto que, durante el confinamiento, ha seguido produciendo alimentos que se han llevado a Cáritas

Pedro Saborido, Cristina Fernández y Julián Saborido, en el huerto escolar del CEIP Torresoto. FOTO: MANU GARCÍA
Pedro Saborido, Cristina Fernández y Julián Saborido, en el huerto escolar del CEIP Torresoto. FOTO: MANU GARCÍA

Los pequeños y pequeñas alumnos del colegio público de Torresoto seguro que echan de menos a Juanillo, el espantapájaros que los recibía cada vez que visitaban el huerto escolar situado a espaldas del edificio principal del centro. Desde hace unos meses no pueden hacerlo, por motivos de sobra conocidos. Solo Julián lo ve cada mañana, cuando acude para echar unas horas al cuidado de los tomates, lechugas, ajos, fresas o judías verdes que hay sembrados. Los primeros 40 días de confinamiento estuvo recluido, pero volvió en cuanto pudo. “Las tomateras estaban dobladas, había hierbas por todas partes…”, relata, pero poco a poco ha ido recuperando la normalidad.

Julián Saborido supera los 80 años y, desde finales del año pasado, se encarga de cuidar el huerto escolar ecológico del CEIP Torresoto de Jerez, ubicado en la zona Sur de la ciudad, que resucitó hace cuatro cursos. “Lo pasé mal durante el confinamiento", confiesa el octogenario, porque sufría por el estado del huerto. “Aquí por lo menos se distrae uno, me vengo por las mañanas y como estoy solo, me quito la mascarilla y voy amarrando las plantas, las riego…”, relata. Él, que siempre ha tenido huerto, ha encontrado en éste un desahogo y una distracción.

El culpable de que Julián se encargue del huerto del CEIP Torresoto es su hijo Pedro, presidente de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa) del colegio, e impulsor del proyecto y gestión del huerto escolar. “Estoy jubilado y podía dedicarle tiempo”, explica, “me gusta le ecología, presentamos el proyecto al centro y se vio que era viable”. Así, adaptando la siembra y recogida a la programación escolar de cada curso, encaja las visitas de los alumnos al huerto, que siempre están relacionadas con las materias que reciben en el aula. Él es el culpable de la resurrección del huerto escolar del colegio, que volvió a tener vida tras casi dos décadas, en unos terrenos que estaban invadidos por las malas hierbas.

Pedro Saborido, en la entrada al huerto del CEIP Torresoto. FOTO: MANU GARCÍA

“Cada clase tiene su bancal —franja de terreno con un determinado cultivo—", reseña Pedro, quien les explica a los alumnos qué semillas pueden sembrar, cómo se comportan las plantas y qué tienen que hacer para cuidarlas. Así valoran más las verduras y hasta se fomenta su consumo. “Muchas veces se reparten lechugas en el recreo y les encanta, todos comen. Este proyecto tiene muchos valores añadidos”, comenta Cristina Fernández, directora del CEIP Torresoto. “Además, se transmite la sabiduría entre generaciones, y hay cosas que como no sea así se pierden”, añade.

Además, los alimentos que produce el huerto están siendo donados a Cáritas, por lo que están sirviendo para alimentar a familias necesitadas de la ciudad. Pedro Saborido pertenece a Cáritas San Pablo, de la barriada de San Telmo, con la que colabora. Cuando hay suficientes productos, los donan a la ONG para que los repartan entre sus usuarios, y cuando no, los entregan a la cocina solidaria de Madre de Dios. “Normalmente, todo lo que se saca se reparte entre los niños, aunque les toque una patata, pero lo hacen suyo, aunque este año estamos colaborando con Cáritas”, explica Pedro.

Julián, enseñando las fresas sembradas en el huerto. FOTO: MANU GARCÍA

El proyecto del huerto escolar involucra a toda la comunidad educativa, desde profesores, la dirección, jefatura de estudios, la Ampa e incluso madres y padres, que participan en las visitas. Cada trimestre hay una bajada al huerto, aunque puede variar en función de la meteorología y de la disponibilidad horaria de las clases. “Hay que adaptar la programación a la temporada de siembra, a los cuidados, la recolección…”, dice Saborido. Para él, “la agricultura es un trabajo en equipo”, por eso los pequeños y pequeñas se turnan para realizar las tareas. “Uno abre el agujero en la tierra, otro pone la plantilla de separación, un tercero la planta… así todos hacen algo y se involucran por igual”, reseña.

La intención es transmitir valores, fomentar el amor por la naturaleza, la alimentación saludable y el conocimiento del medio ambiente. “La idea es que el huerto te hable”, cuenta Cristina Fernández, por eso los bancales tienen los nombres de los productos que hay sembrados y están trabajando en la instalación de paneles informativos que recogen a qué familia pertenece la verdura en cuestión, qué apariencia tiene, cuándo hay que sembrarla, recogerla, qué parte es comestible… “Hay que saber lo que estás viendo”, expresa la directora del colegio. “Con un simple paseo por el huerto los pequeños pueden aprender mucho”, añade.

El huerto del abuelo Juan, que es como se llama, en honor al abuelo de un alumno que estuvo en sus inicios —“ya no puede venir porque tuvo problemas de corazón”, explica Pedro— es escolar, ecológico y solidario. “Este trabajo es muy sacrificado”, confiesa Cristina, quien relata que las actividades que se realizan en el huerto están integradas en la programación didáctica del profesorado —“van coincidiendo los temas de naturales con las bajadas al huerto”—.

“Los profesores estamos desbordados con la enseñanza, por eso que Pedro propusiera crear el huerto era viable porque se iba a encargar él, aunque al final todos estamos implicados porque nos gusta crear estos espacios”, agrega la directora. Hasta que se pueda volver a las aulas, será Julián el encargado de cuidar de los tomates, lechugas o judías verdes del huerto del CEIP Torresoto. Ya queda menos para que las pequeñas y pequeños del centro se reencuentren con él. Y con Juanillo.

Sobre el autor:

Foto Francisco Romero copia

Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído