Las mujeres en Colombia: de víctimas a activistas en el conflicto armado

La profesora e investigadora colombiana Isabel Cristina Posada habla sobre la feminización de la guerra, el papel de Pastora Mira y Teresita Gaviria en los procesos de paz y el resignificado de los roles de género en el país latinoamericano

La psicóloga e investigadora colombiana Isabel Cristina Posada, posando en el aula Alicia Plaza de la Facultad de Educación. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.
La psicóloga e investigadora colombiana Isabel Cristina Posada, posando en el aula Alicia Plaza de la Facultad de Educación. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.

"Mi abuela siempre decía: Una nunca hace algo que le parezca injusto así la maten. Con eso me crió desde pequeñita. Y creo que de alguna manera así he venido respondiendo. Uno no puede hacer algo que le parezca injusto y así lo hago con mis estudiantes en la universidad, con mis amigas… Y así trato de hacerlo yo". La psicóloga, investigadora y profesora de la Universidad de Antioquía (Colombia), Isabel Cristina Posada (Medellín, 1974), visita la provincia de Cádiz para divulgar su tesis: Devenir lideresa en el contexto armado de Colombia: un tránsito en la subjetividad política de las mujeres. Y en concreto, el próximo viernes 5 de abril estará en el centro social Blas Infante de Jerez, a partir de las 17:30 horas, para impartir la ponencia Mujeres que hacen ruido. De la victimización a la reclamación. 

Posada comparte a lavozdelsur.es que empezó a investigar lo que ocurría con las mujeres en condición de desplazamiento, "porque en mi país llevamos 50 años de conflicto armado y muchas de las supervivientes llegan a las ciudades con sus hijos en una condición total de orfandad, desarraigo, tristeza, depresión…". A poco que va conociendo que, desde hace décadas, las mujeres en Colombia empezaban a reorganizar sus vidas a través de procesos comunitarios, uniéndose con otras mujeres y generando procesos de liderazgo desde lo femenino, encuentra que existe una revolución femenina que está resignificando el papel de las mujeres dentro del conflicto armado y en el modelo tradicional de la familia. Eso sí, una transformación sonora, ruidosa, pero desde el absoluto anonimato, sin tener apenas repercusión en los medios de comunicación.

"Hace décadas que esto está ocurriendo en Colombia, pero está invisibilizado. Solo se habla del liderazgo masculino. No obstante, las mujeres han estado presentes en conversaciones con la guerrilla y en conversaciones con la extrema derecha, con paramilitares… Han hecho de exigencias de procesos de justicia, reparación, memoria histórica…", asegura la profesora de la Universidad de Antioquía.

Si bien las mujeres entran en la guerra en un lugar de subordinación y son utilizadas como botín de guerra —como también hizo el franquismo—, estas se apoderan de la palabra víctima para adoptar un papel transformador en la sociedad. "La resignificación de la palabra víctima, al menos en mi país, ha sido muy importante. Las asociaciones de víctimas no solamente se quedan en eso de lamentarse y de quejarse, sino que hacen una resignificación como sujetas políticas, como sujetas de derechos, entonces empiezan a tomar un rol distinto, más activo", explica.

"El hecho que la mujer haya asumido estos roles, no le quita su estatus de víctima, la mujer sigue siendo víctima en Colombia", constataron María Adelaida Barros y Natalia Rojas Mateus. Y es que según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el 49% de los desplazados por la violencia en todo el mundo son mujeres y tienen "mayores dificultades por motivos de género en comparación con los hombres en estas situaciones”. En concreto, de las 7.028.776 víctimas que ha dejado el conflicto armado interno en Colombia, 3.481.244 (49,5% del total) son mujeres, según la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. De ahí la afirmación de que "las mujeres han sido el cuerpo del conflicto" en Colombia.

La profesora e investigadora colombiana durante su ponencia en la Facultad de Educación de la UCA. FOTO: CLAUDIA GONZÁLEZ ROMERO.

"Ellas viven el conflicto de manera distinta y en todo el mundo hay una feminización de la guerra. Si bien las mujeres cuantitativamente parece que aparecieran menos en las estadísticas, cualitativamente se les hace más daño que a los hombres. Y es que hay toda una serie de abusos sexuales; se tienen que someter a trabajos no dignos; se tienen que someter a la pérdida de sus tierras, sus animales, sus arraigos, su cultura... De alguna manera, los hombres sufren la guerra en el cuerpo, pero las mujeres también lo sufren en lo simbólico, en el lugar que cumplen en la sociedad", indica la investigadora colombiana. A pesar de que las mujeres han sido fundamentales para la sostenibilidad de la paz, estas son apartadas, ocultadas e infravaloradas.

¿A quién le interesa que las mujeres se mantengan alejadas en la negociación de la paz contra el conflicto armado, a quién no le interesa que las mujeres participen?

Al statu quo, al poder patriarcal. El poder siempre ha estado en manos de unas pocas familias en mi país. Familias que siempre han ostentado el poder económico, político y social. Familias a las que no les interesa esta voz de las mujeres, porque esta voz de las mujeres es una voz que denuncia, que exige reparación, y que exige revisar esos mecanismos de poder y que han implementado y permitido la guerra. Porque finalmente la guerra es un negocio que le conviene a algunas personas. 

¿Le conviene al Estado?

Claro, al Estado tradicional. Esas mujeres abogan por otro tipo de relaciones, por una redistribución más equitativa de poder. Además porque tiene un enfoque étnico, de infancia, tiene un enfoque de la pluridiversidad que hay en torno a la sexualidad. Tiene un enfoque donde las personas que habitualmente no son escuchados y están en situación de subalternidad, deberían serlo. Y eso no le conviene al Estado. 

Es un enfoque antipatriarcal y anticapitalista.

Exactamente. Claro, porque finalmente lo que pasa es que cuando el poder y los medios económicos se acumulan también en manos de unos pocos, lo que se perpetúa exactamente es el sistema capitalista que deja fuera a todas las mujeres y a todas las etnias que habitualmente no han detentado ese tipo de poder. Entonces en mi país, en un país latinoamericano, sigue habiendo unas familias blancas de tradición heterosexual, patriarcal, donde las mujeres además ocupan segundos lugares o solamente repiten el mismo discurso que han tenido sus padres, sus hermanos, sus abuelos. Y son esas familias que siguen detentando el poder y manteniendo una brecha entre quienes tienen acceso a los recursos y a quienes no.

Cuando el poder y los medios económicos se acumulan también en manos de unos pocos, lo que se perpetúa exactamente es el sistema capitalista que deja fuera a todas las mujeres

Para Posada, que las mujeres hayan sido capaces de tomar la "vocería como lideresas comunitarias o en armas, de alguna manera también están reivindicándose como sujeto político y están diciendo: Yo puedo actuar de manera distinta en sociedad". Más allá del espacio de lo doméstico, como cuidadoras..., las mujeres buscan romper la estructura patriarcal, a pesar de que "el cuerpo de la mujer sigue siendo un lugar donde se inscribe el poderío del otro, que es un hombre y el que vence".

De muchas de las figuras femeninas importantes en Colombia que hoy trabajan para conseguir la paz en su tierra y por construir nuevos modelos de vida y de producción, Isabel Cristina Posada destaca el papel de Pastora Mira y Teresita Gaviria, "mujeres que han ido exigiendo a los grupos armados y a los grupos desmovilizados: verdad, justicia y reparación. Y que han estado en los procesos de negociación desde La Habana en el Pacto de Ralito —acuerdo de paz que se firmó en secreto en 2002, por fuera del marco legal, en Colombia—,… Entre otras que hemos tenido en el país y han logrado grandes cosas".

Posada, que viene de una familia de mujeres muy rebeldes, "muy ruidosas, que han hecho siempre lo que les ha dado la gana", piensa que "poco a poco, en la medida en que nosotros vamos hablando del sistema, lo vamos resimbolizando y vamos haciendo pequeñitos cambios. De uno en uno y en la manera en que nos unamos, porque una mujer solita no es lo mismo que 100 ó 200. En la medida que vamos hablando y uniendo, vamos generando unas comunidades políticas en las que podamos hablar, reconocernos y se van a ir gestando cosas en el mundo".

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Claudia González Romero

Periodista.

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