Espeluznante es el caso que llega desde Estados Unidos, donde una madre tenía a sus siete hijos secuestrados en su propio hogar. Dos de los menores, unos gemelos de 16 años, lograron escapar de la casa y, gracias a la ayuda de una vecina, lograron llamar a la Policía para alertar de la situación que estaban viviendo.
Hacía poco que se habían mudado al nuevo domicilio y ni siquiera sabían la dirección de la casa, ya que su madre los tenía atados con esposas en el cuarto de lavar la ropa. Los menores eran obligados a comerse sus propios excrementos y beberse su propia orina.
Tras llamar a varias puertas de vecinos sin suerte, los hermanos consiguieron al final que les abriera la puerta una mujer, enfermera de profesión. "Me dijeron que estaban hambrientos, que llevaban una semana sin comer. No sé cómo una madre puede hacer algo así", ha declarado la vecina.
"Era obvio para nosotros y para los bomberos que los niños estaban en peligro. Tenían marcas en las muñecas, marcas bastante profundas de las esposas. Estaban magullados y desnutridos a simple vista", ha señalado Jeff McShan, portavoz de la Policía del Condado de Harris.
Cuando la Policía llegó a la casa de los menores, la madre ya se había dado a la fuga con sus otros cinco hijos, pero finalmente los investigadores pudieron dar con su paradero y ya se encuentra detenida en prisión junto a su pareja.
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