Arqueología en una Sala de Órgano habitada hace 300 años: cuando las paredes cuentan historias

El arqueólogo e historiador Felipe Mejías demuestra que se puede hacer arqueología a siete metros de altura en la Sala de Órgano de la Basílica del Socorro

Partitura encontrada en la Basílica de Socorro. Arqueología en una Sala de Órgano habitada hace 300 años: cuando las paredes cuentan historias
Partitura encontrada en la Basílica de Socorro. Arqueología en una Sala de Órgano habitada hace 300 años: cuando las paredes cuentan historias

Según la Real Academia Española, la arqueología es la ciencia que estudia las artes, los monumentos y los objetos de la antigüedad, especialmente a través de sus restos. Sin embargo, realizar esta práctica a siete metros de altura parece algo impensable. El arqueólogo e historiador Felipe Mejías demuestra en un estudio que es posible encontrar misterios en una habitación construida hace 300 años.

El científico basa su estudio en la Basílica del Socorro, en Aspe, un pueblo de Alicante. El propio Mejías, a través de sus redes sociales la muestra desde una perspectiva aérea. La bóveda morada es la Sala de Órgano, “un espacio utilizado durante más de dos siglos por el organista y sus ayudantes. Un trastero desde hace casi 90 años”, comenta el historiador.

 

Mejías y su equipo accedieron en 2019 y encontraron este tesoro arqueológico en muy mal estado. La habitación tenía el mismo pavimento de ladrillo desde 1737, un suelo muy inestable destrozado por los años y muchos escombros que guardaban recuerdos de otra época. El terremoto de Lisboa de 1755 causó daños en el edificio. Muestra de ello era la grieta que abrió en el suelo por las pisadas de su propio equipo. Sin embargo, tras ese suelo encontraron la base de su investigación.

“¿Se puede reconstruir con arqueología la vida de aquella habitación? ¿Podemos saber quiénes estuvieron allí? ¿a qué se dedicaban? ¿cuáles eran sus aficiones o sus miedos? Se puede”, afirma mejías. Como muestra de ello empieza enseñando el descubrimiento de una vasija. La base de un plato de loza estannífera de Hellín. De finales del XVIII, principios del XIX.

Plato
La base de un plato de loza estannífera de Hellín.

 

Esto solo era en principio, entre sus investigaciones encontraron también tubos de la trompetería del órgano del templo que “Alguien los arrojó allí en la segunda mitad del XVIII, posiblemente durante la reparación o el mantenimiento del instrumento”. Así como también había fragmentos de madera tallada en crudo desechados durante la fabricación del mueble del órgano. El instrumento, según los arqueólogos, “se ensambló entre 1736 y 1741”.

La humedad y los cambios de temperatura posibilitaron la conservación de algunos materiales como el papel, “algo poco frecuente en contextos arqueológicos”: cartas, anotaciones de los trabajadores, escritos litúrgicos... Ejemplo de ello, es la partitura que encontraron, que tras una intensa investigación descubrieron que se trata de la pieza: El Velum Templi, del Oficio de Tinieblas.  Asimismo, a través de una caja de cerillas y un calendario descubrieron que las últimas intervenciones en la Sala fueron más o menos en los años 30.

Partitura.
Partitura 'El Velum Templi', del Oficio de Tinieblas

 

Mejías, en otro paso de su estudio, descubre unos interesantes grafitis en las paredes. Como si de la Cueva de Altamira se tratara, el estudioso calca y enseña cada uno de los dibujos que encontró perfectamente conservados en sus paredes. Entre ellos nos muestra “un individuo con barba con patillas de boca de hacha, un látigo o arma blanca en la mano. De finales del XVIII-mitad del XIX. También un músico tocando la trompa que lleva bicornio tocado con plumas del primer tercio del XIX”.

Individuo con barba con patillas de boca de hacha, un látigo o arma blanca en la mano
Individuo con barba con patillas de boca de hacha, un látigo o arma blanca en la mano

 

 Un músico tocando la trompa
 Un músico tocando la trompa.

El autor del estudio califica como “uno de sus favoritos” a un soldado con tricornio, vestido a la francesa con casaca, chupa y botas de caña alta que será de segunda mitad del siglo XVIII.

Soldado con tricornio.
Soldado con tricornio

 

También descubren la firma del «artista»: Juan Meseg(u)er, 1737. “Un clan de maestros organeros itinerantes oriundos de Almansa que se ganaban la vida componiendo órganos. No existía constancia documental de su paso por aquí: ya no hace falta”.

El trabajo, que no pudo haber sacado adelante sin ayuda de Eloy Biar, está publicado para su libre lectura. Mejías enseña con este proyecto como las paredes menos pensadas pueden hablar y contarnos historias que no habríamos imaginados antes.

Sobre el autor:

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L. Velázquez

Natural de Sanlúcar de Barrameda, estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Aprendió el oficio entre las paredes de la redacción de Europa Press y luego pasó a seguir creciendo en el diario Público. Especializada en temas de feminismo, migración y fake news, cree en un periodismo comprometida con el derecho a una información veraz a través del respeto de testimonios, las fuentes y la empatía.

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