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Susana Díaz fue capaz de entrar en un congreso provincial del PSOE de Sevilla siendo número dos de la ejecutiva saliente y salir a hombros por los enemigos de su anterior grupo de fieles. Entre extinguirse y adaptarse, ella siempre se ha adaptado. Y además, con garbo.

Bloqueada por tierra, mar y aire después de la moción de censura que hizo presidente a Pedro Sánchez, a la que miembros de su departamento decían que era una “locura” intentar sólo gobernar con el apoyo de Unidos Podemos y los independentistas, y obligada a cambiar el paso para subirse a una ola que no le pertenece pero que le puede ayudar a salir airosa de su próxima cita con las urnas, se ha plantado en Moncloa y ha hecho un mitin, que es lo que mejor sabe hacer y lo que hace desde que tiene 18 años.

Ninguno de los compromisos del “tiempo nuevo” a los que han llegado la Junta de Andalucía y el Gobierno de España son medidas tangibles que los andaluces y andaluzas vayan a notar en un tiempo cercano porque no tienen traslación directa. Más que compromisos, ha sido un lustre a medidas ya tomadas o una operación de cambio de titulares para que parezcan otra cosa de lo que son. No es posible llegar a compromisos reales porque Pedro Sánchez está atado de pies y manos porque gobierna con unos presupuestos elaborados por el PP. A Susana Díaz le interesa más llevar razón que la verdad; como a todos los políticos, por otra parte.

En realidad, este “tiempo nuevo”, al que ha hecho mención la presidenta andaluza en Moncloa, es con Pedro Sánchez, porque con Mariano Rajoy tenía línea directa ya que éste confiaba en la presidenta andaluza para evitar lo que no pudo evitar, que el PSOE cayera en manos de Pedro Sánchez. No en vano, la ruptura del PSOE en octubre de 2016, capitaneada por la sevillana, tuvo como consecuencia apoyar con la abstención al PP para que Mariano Rajoy gobernara con una realidad parlamentaria progresista.

La mayor capacidad financiera, 500 millones, 350 procedentes de la flexibilización del déficit y los 200 restantes de la entrega a cuentas, es una medida ya tomada y que beneficiará a todas las comunidades autónomas, que se repartirán las dos décimas de flexibilización del déficit. No es ningún compromiso arrancado por Susana Díaz al Gobierno de España, aunque los asesores de prensa de la Junta y los medios afines, jugosamente regados por la publicidad institucional, lo hayan intentado 'colar' como si fuera un Plan Marshall.

800 euros menos por habitante

De los 4.000 millones de la financiación autonómica, que lo necesita Andalucía para pagar el Estado del Bienestar,  para lo que firmó un acuerdo en Andalucía con PP, Podemos e Izquierda Unida, Susana Díaz sólo ha conseguido un “grupo político”, pero a renglón seguido ha sido muy tajante: “No renunciaremos ni a un euro”.

Los andaluces y andaluzas seguirán recibiendo 800 euros menos por habitante que la media de españoles, pero Susana Díaz, que controla muy bien los tiempos electorales, ha defendido la igualad de todos españoles “vivan donde vivan”. El tiempo verbal electoral como argumentario.

Tampoco es un logro el dinero comprometido, siete millones de euros, para el refuerzo de efectivos policiales en el Campo de Gibraltar, ya en marzo de este año la presidenta andaluza se reunió con Juan Ignacio Zoido, entonces ministro del Interior, y llegaron a un acuerdo similar.

Y el anuncio estrella, un Plan Especial de Empleo para Andalucía, que falta hace, es un brindis al sol porque no será efectivo hasta 2019. Es decir, hasta que Pedro Sánchez apruebe unos próximos presupuestos, en caso de que sea capaz y la mayoría parlamentaria que lo llevó a Moncloa siga en vigor. Para darle cierta credibilidad, la presidenta andaluza ha anunciado una reunión próxima entre su consejero de Empleo, Javier Carnero, y la ministra del ramo, Magdalena Valerio.

"Andalucía siempre gana con un gobierno socialista"

Susana Díaz necesita a Pedro Sánchez, más que Pedro Sánchez a ella. Susana Díaz sólo podrá obtener una mayoría que le permita gobernar en Andalucía si es capaz de frenar a Ciudadanos, su socio preferente en el Parlamento de Andalucía de los últimos tres años y con quien ahora intenta teatralizar diferencias a medida que los de Albert Rivera le dan muestras de que quieren comer de la tajada andaluza del PSOE y, en caso de que le den los números, pactar con el PP para mandar a casa 40 años de socialismo andaluz.

“Andalucía siempre gana con un gobierno socialista”, es otra de las frases expresadas en Moncloa por la presidenta andaluza conjugada en tiempo verbal electoral. Una frase que en realidad es el anuncio de que su archienemigo, Pedro Sánchez, puede convertirse en el colchón salvavidas de Susana Díaz, quien no tiene relaciones con Podemos Andalucía y PP y que ha cortado su relación estable con Ciudadanos porque la derecha naranja quiere reinar a su costa. ¡Y hasta ahí podría llegar la derecha naranja!

Sentencia de los ERE

Sólo subiéndose a la ola del PSOE de Pedro Sánchez es posible que Susana Díaz salve los muebles y evite un batacazo electoral que desaloje a los socialistas de la Junta y acabe con un reinado que comenzó hace cuatro décadas y que da señales de agotamiento. La visita a Moncloa ha sido el primer acto público de una campaña electoral que comenzará a la vuelta de las vacaciones, cuando presumiblemente convocará elecciones para celebrar las elecciones en otoño, antes de la sentencia del macrojuicio de los ERE, que está al caer.

El PSOE andaluz no las tiene todas consigo y no descarta que una condena simbólica mediáticamente muy agresiva para su imagen pueda significar lo mismo que significó la condena de la Gürtel para el PP. Ciudadanos, que ya ha dicho que pediría dimisiones, queda bloqueado con un adelanto electoral. Nadie como Susana Díaz, que echó los dientes en la fontanería del partido y mirando encuestas, sabe adaptarse para evitar extinguirse.  Si para ganar en Andalucía hay que ser pedrista, ella será más pedrista que Pedro Sánchez, aunque luego al escribir en el BOJA siga siendo susanista.

Sobre el autor:

Raúl Solís

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

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