“El PT de Brasil es como el PSOE: muy blando con los ricos y con las grandes empresas”

Frederico Hubson, en su gastrobar en el sevillano Mercado de Feria. FOTO: R.S.
Frederico Hubson, en su gastrobar en el sevillano Mercado de Feria. FOTO: R.S.

Son las 10 de la mañana del lunes después de que se conozca que Brasil ha elegido en las urnas a un ultraderechista para regir los destinos del quinto país más poblado del mundo con una población de 210 millones de habitantes que lo convierten en una potencia mundial. Frederico Hubson, un joven de 38 años que lleva diez años viviendo en Andalucía, levanta como cada día la persiana del negocio de cocina internacional que regenta en el sevillano Mercado de Feria.

Frederico está más triste de lo normal y manifiesta que en estos cuatro años no piensa ir de visita a Brasil: “Tendrán que venir mis padres si quieren porque yo no voy a ir”, se lamenta. Nada más preguntarle por el resultado electoral frunce el entrecejo y la mirada se le cae. Este tradicional votante del Partido de los Trabajadores (PT), que se dice “muy de izquierdas, como toda mi familia”, creció en la ciudad Belo Horizonte, situada en el Estado de Minas Gerais, al sureste.

Criado en un barrio de clase media cercano a una favela, Frederic pertenece a una familia de profesionales medios que siempre ha votado al PT y que defiende los mecanismos de ascenso social y justicia que ha puesto en marcha el Partido de los Trabajadores desde que en 2003 comenzara a gobernar Lula Da Silva.

No obstante, para Frederico, el PT debe “hacer autocrítica” por la “corrupción sistémica” que tiene a Lula en prisión como símbolo de las muchas causas judiciales que tienen abiertas los representantes de un partido que en 2003 llegó al poder con más del 60% de apoyos y una esperanza de cambio para América Latina que finalmente se ha visto frustrada.

“Bolsonaro es un fascista pero todo el mundo que lo ha votado no es fascista”, sentencia Frederico, que asegura que “la gente tiene miedo” por los altos niveles de violencia e inseguridad y el aumento del número de brasileños asesinados, los bajos salarios y los altos niveles de desigualdad y precariedad que las políticas expansivas del PT no han conseguido atajar.

De todos modos, este cocinero, casado con una andaluza y que espera a su segundo hijo, cree que la victoria de Bolsonaro se debe a un “voto antipetista” más que a un voto a favor. Esto mismo lo cree Jardel, un joven barbero que regenta una peluquería en Sevilla y que votó a Lula da Silva y a Dilma Roussef pero que ahora, “seguramente, de haber podido votar”, hubiese votado por el candidato ultraderechista.

“Bolsonaro es un grito de desesperación, nunca se han muerto tanta gente por la violencia, la salud y la educación están hechas mierda y la gente no tiene dinero”, afirma este joven que nació en un Estado sureño como su compatriota Frederico, donde Bolsonaro ha cosechado sus mejores resultados y donde viven las clases más acomodadas del país.

"La victoria de la no verdad"

Frederico confiesa que la gene ha votado “la no verdad” que ha llegado en forma de mensajes de whatsaap y a través de las redes sociales. “Cada brasileño se ha construido su realidad sobre lo que quiere. Yo no puedo entender cómo ellos pueden votar a Bolsonaro y ellos no entienden cómo yo puedo votar al PT”, se explica en un receso de su trabajo en el populoso mercado de abastos hispalense de la calle Feria.

Jardel, que admite que su mirada hacia el “tío populista este”, en referencia a Bolsonaro, ha ido cambiando a medida que iba subiendo en las encuestas, considera que su éxito se debe a su falta de marketing y “hablar directamente con la gente”.

Jardel cree que Bolsonaro respetará los grandes logros del ‘lulismo’, como la ‘Bolsa Familiar’, una ayuda social a las familias más empobrecidas a cambio de que vacunen a los niños y niñas y los lleven al colegio, un subsidio que ha contribuido a sacar a millones de familias de la pobreza extrema.

Frederico aplaude el ‘Bono Familiar’ pero cree que el PT “no ha tocado a los ricos” y con ello ha indignado a las clases medias sobre las que ha proyectado la presión fiscal, que son quienes mayoritariamente han votado al candidato ultraderechista.

“El PT ha promovido el capital internacional" 

“El PT ha promovido la entrada de capital internacional, ha sido muy blando con los ricos y con las grandes empresas. Mucha gente de izquierdas esperaba mucho más. Ha dado ayudas sociales y aumentado el consumo interno, pero no ha ido a la raíz de la desigualdad, no ha tocado a los ricos. Para que los españoles lo entiendan: el PT es como el PSOE de aquí”, concluye este licenciado en Ciencias Económicas y Sociología que trabaja como cocinero y que admite que nunca hubiera pensado que amigos suyos de toda la vida se hubiesen echado en manos de “un fascista que defiende la dictadura militar”.

"Es increíble que yo fui a Brasil en 2017 y el salario mínimo era de 200 y 300 euros, que es lo que cobra muchísima gente, mientras que las clases medias cobran hasta ocho veces ese salario”, recuerda Frederico, quien asevera que “con 200 y 300 euros no sé cómo se puede vivir” y que eso explica la decepción de muchos brasileños con el PT que ahora han votado por un líder abiertamente fascista.

Otra de las claves sobre las que asienta la victoria de Bolsonaro es el peso, cada vez más mayor, de la Iglesia Evangélica que en su momento también se alió con Lula da Silva. De esa alianza, afirma el cocinero, la Iglesia Evangélica se sirvió para tejer una gran red de emisoras de radio, cadenas de televisión y periódicos a través de los que ahora han hecho campaña por la ultraderecha, desde donde se llegó a decir que el candidato Fernando Haddad quería dar a cada alumnos de la escuela pública un “kit gay”.

Sobre el futuro, Frederico lo ve “negro” y dice que no piensa ir a Brasil “mientras gobierne este fascista” y Jardel, que habla mientras afeita a un cliente en su barbería, no se atreve a hablar sobre lo que pueda pasar: “Ya veremos”, concluye.

 

Sobre el autor:

Raúl Solís

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

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