Algeciras con el puerto al fondo. FOTO: JOSÉ LUIS TIRADO (www.joseluistirado.es)
Algeciras con el puerto al fondo. FOTO: JOSÉ LUIS TIRADO (www.joseluistirado.es)

Tras más de cuarenta años de democracia en nuestro país todavía existen muchos políticos que se creen que están por encima del bien y del mal. El endiosamiento de los políticos no es nada nuevo ya que generalmente la vanidad es una de sus características más marcadas, este rasgo se agrava cuando ganan varias elecciones consecutivas.

Podemos encontrar varios ejemplos en el ámbito local, ya le ocurrió a Patricio González, que se autoproclamó el guerrero de la luz en un alarde de borrachera mediática. El primer edil actual no se queda atrás a la hora de creerse imbatible en las urnas, el endiosamiento llega a cegarle en la toma de decisiones.

Desgraciadamente, la falta de humildad y sencillez de nuestros representantes públicos va directamente relacionada con la vendetta particular que emprenden hacia los que osan criticarlos, algo que se ve claro a la hora de conceder ayudas a diversos colectivos sociales.

Diariamente observamos como algunos colectivos se ven beneficiados por ser eternos palmeros del gobierno local y otros son maltratados continuamente retrasando el pago de las escuálidas ayudas que reciben, cuando son beneficiarios de alguna.

La ciudadanía debemos exigir a nuestros representantes mayor equidad a la hora de conceder ayudas y sobretodo que utilicen la misma vara de medir para todas las ONGs, cuya labor es tan necesaria en estos momentos de crisis económica y social que estamos viviendo actualmente.

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