La rebelión científica: escuchemos a la ciencia por favor

Esta inacción no puede seguir siendo tolerada: la situación es tan grave que hace necesaria la movilización de la comunidad científica para exigir que se actúe de inmediato.

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Participantes de la huelga convocada por Rebelión Científica en la entrada de la Facultad de Ciencias de Granada.
Participantes de la huelga convocada por Rebelión Científica en la entrada de la Facultad de Ciencias de Granada. Rebelión Científica

Leía el pasado día un manifiesto de representantes de diferentes disciplinas científicas y áreas de que: durante décadas, los sucesivos gobiernos no han tomado medidas acordes a la magnitud, urgencia y gravedad de la crisis climática, energética y de biodiversidad. De la ciencia a la acción: la primera rebelión científica coordinada en más de 25 países.

Y seguía leyendo: Los investigadores abandonan la universidad y se echan a las calles para salvar el planeta. El movimiento ‘Scientist Rebellion’ hace un llamamiento a la desobediencia civil del 4 al 9 de abril para que la clase política actúe ya y evite el ecocidio. Y añado: Medio centenar de manifestantes, la mayoría científicos, piden a los políticos "escuchar a la ciencia".

Y es que la realidad se cambia de aspecto con un paso del laboratorio al activismo, con la rebelión de los científicos para exigir acciones contra el cambio climático, mediante acciones de desobediencia civil no violenta para demandar medidas contra la crisis climática. La situación se ha ido haciendo más crítica y evidente desde entonces y a lo largo de los años la comunidad científica se ha ido organizando al respecto.

Escribía Jorge Laborda, catedrático de bioquímica, en la ser que: Los científicos tienen fama de vivir en una burbuja, absortos en su mundo y dando la espalda a la ruidosa realidad social que les rodea. Paradójicamente, esta es, a veces, la única forma de poder concentrarse en un aspecto concreto de esa realidad para investigarla y comprenderla y así poder cambiarla. No me cabe duda de que numerosos fueron los científicos que, gracias a vivir encerrados en su burbuja, hicieron posibles otras realidades, como los aviones, Internet, la cirugía los antibióticos, las vacunas, y tantas otras.
 
Y es que las amenazas para la supervivencia de nuestra civilización e incluso para la vida en el planeta aumentan cada día. Esta inacción no puede seguir siendo tolerada: la situación es tan grave que hace necesaria la movilización de la comunidad científica para exigir que se actúe de inmediato. Ya no hay tiempo. Por tanto, la desobediencia civil es una herramienta muy útil para forzar estas negociaciones con la comunidad científica y la sociedad civil.
 
No hay duda: extinción masiva y caos climático en marcha
 
Las conclusiones de los estudios científicos son indiscutibles: las catástrofes se producen ante nuestros ojos y a gran escala. La pandemia de COVID que padecemos desde 2020 se origina en una zoonosis relacionada con la deforestación. Las gotas frías, nevadas, lluvias torrenciales, sequías, olas de calor y megaincendios se multiplican y aceleran. En nuestro país, un 75% del territorio está ya en alto riesgo de desertificación.
 
Estamos viviendo a escala global la sexta extinción masiva: decenas de especies de fauna y flora desaparecen cada día. Los niveles de contaminación son alarmantes desde todos los puntos de vista (plásticos, pesticidas, nitratos, metales pesados, etc.) y sabemos que algunos puntos de no retorno climáticos se han activado.
En 2019, las evidencias científicas de la amenaza para la supervivencia de la humanidad y un colapso global del sistema de la vida en la Tierra llevaron a 11.000 personas de la comunidad científica a lanzar una alerta pública de emergencia climática, dirigida a todos los gobiernos del planeta.

Y Fernando Valladares del CSIC escribía en The Conversation: La rebelión de la comunidad científica se apoya en una cruda realidad: la ciencia del cambio climático no es escuchada. Ha dado lugar a reportajes y películas asombrosas, provocadoras e incluso taquilleras. Pero no nos engañemos. Quienes investigamos las causas y las consecuencias del cambio climático y las medidas que hay a nuestro alcance para atajarlo no hemos sido escuchados. O si alguien nos ha escuchado, desde luego no ha servido para mucho.

Y sigue diciendo: Un mensaje cada vez más claro. Ante la inacción social y política, hay muchos científicos que se desmotivan, desalentados al ver que sus conferencias y sus entrevistas son una versión moderna de los profetas predicando en el desierto.

Y termina el artículo diciendo: John Kennedy Toole recurrió al humor para abordar la tragedia y su personaje acudió a la agitación social para cambiar lo intolerable. La comunidad científica ensaya la rebelión tras el fracaso de los procesos de información y asesoramiento en materia climática. No dudaremos en usar el humor para narrar la tragedia climática si hace falta. Pero Toole no vio publicada su obra, que obtuvo el premio Pulitzer en 1981 y fue un auténtico éxito mundial, porque se suicidó con apenas 31 años. Esperamos que las analogías terminen ahí y que ningún científico o científica llegue a cruzar esa tremenda línea roja.
 
Miramos arriba, pero no actuamos: lo que dice la ciencia en 2022
 
Aún así, ni los gobiernos ni los grandes responsables económicos han mirado de frente la magnitud de la catástrofe que ya está en marcha. Para Valérie Masson-Delmotte, paleoclimatóloga y co-directora del grupo 1 del IPCC, la exitosa película satírica No mires arriba, de A. McKay, se queda corta: “nuestra realidad como científicos es mucho peor que esta ficción”.
 
Algunas de las conclusiones de los expertos del primer capítulo del IPCC en 2021 son estas:
 
“Para que las trayectorias limiten el calentamiento global a 1,5 °C con sobrepaso nulo o reducido se necesitarían transiciones rápidas y de gran alcance en los sistemas energético, terrestre, urbano y de infraestructuras (incluido el transporte y los edificios), e industrial. Tales transiciones en los sistemas no tienen precedentes en lo que a escala se refiere e implican profundas reducciones en las emisiones en todos los sectores, un amplio conjunto de opciones de mitigación y un importante aumento en la escala de las inversiones en esas opciones.”
 
Pero la realidad es que estas transiciones rápidas que demanda la ciencia y que son posibles, no se están realizando.
 
En 2022, las emisiones siguen aumentando, los recursos se siguen agotando y los gobiernos siguen subvencionando con dinero público la industria de los combustibles fósiles y otras actividades que dañan tanto el medioambiente como la salud humana. Justamente por ello, en Europa, los gobiernos de Alemania y Francia han sido condenados por sus respectivas cortes constitucionales por inacción climática.
 
Delay means death. Retrasarnos significa muerte, declaró el secretario general de la ONU, durante la reciente publicación del capítulo II del IPCC, nada más estallar la actual guerra de Ucrania. Este conflicto está relacionado con la crisis climática y de recursos, y así lo recalcó la meteoróloga ucraniana y miembro del IPCC Svitlana Romanko: «El cambio climático y el conflicto tienen las mismas raíces: los combustibles fósiles». Las causas son las mismas y las consecuencias sobre la devastación global de la vida en la Tierra también van a ser las mismas porque, si seguimos en este camino, el futuro de nuestra especie está directa e inmediatamente amenazado. Los conflictos armados aumentarán, poniendo en juego la seguridad alimentaria y energética de todas nuestras sociedades.”
 
La situación es tan alarmante, tan consensuada y con tan poco impacto en las acciones concretas de los gobiernos, que un gran investigador, el Profesor Bruce Glavovic, coordinador del II capítulo del IPCC, acaba de publicar un llamamiento a toda la comunidad científica a dejar de producir informes. En él, declara:
 
“Pedimos que se detengan más evaluaciones del IPCC […] hasta que los gobiernos estén dispuestos a cumplir con sus responsabilidades de buena fe y movilicen con urgencia una acción coordinada desde el nivel local al global”.
 
¿Quiénes son los responsables del bloqueo de la transición rápida?
 
Nuestros gobiernos y los lobbies empresariales son directamente responsables del bloqueo de la acción ambiental rápida, al ignorar el principio de precaución y no reconocer que el crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos es simplemente lo que António Guterres, llamó “una senda suicida para la humanidad”. Así lo declararon los expertos del capítulo III del IPCC:
 
“La interacción entre economía, política y poder es central para explicar por qué los países con mayores emisiones per cápita, que lógicamente tienen más oportunidades de reducir las emisiones, en la práctica suelen adoptar la postura contraria”.
 
El sexto informe del IPCC es de una claridad meridiana: los cambios de consumo individual no bastan y hace falta una transformación profunda y rápida del conjunto del sistema productivo, así como una transición justa para los colectivos más vulnerables.
 
La gobernanza que recomiendan los expertos para realizar este objetivo está orientada hacia la “innovación social” y la creación de “nuevas instituciones” que permitan garantizar la participación real de la ciudadanía y la democratización efectiva de la acción climática. Como indica el IPCC, lo que tenemos que construir ahora son nuevos derechos, nuevas economías y nuevas instituciones para una pacificada democracia por la tierra.
 
Del 4 al 9 de abril tendrá lugar la primera acción de desobediencia civil pacífica coordinada internacionalmente por miembros de la comunidad científica. Las recomendaciones consensuadas de la comunidad científica deben convertirse en objetivos vinculantes, con mecanismos institucionales que garanticen la participación real de la ciudadanía.
 
Invitamos a toda la comunidad científica, a todos los colectivos y actores sociales y a toda la ciudadanía, a firmar este manifiesto y a pasar a la acción. Llegó la hora de exigir unos cambios que, de no producirse, van a ocasionar una cantidad inimaginable de sufrimiento. Un sufrimiento que puede ser evitado. Solo si asumimos que nuestro maravilloso planeta tiene límites, y que somos nosotros y nosotras quienes nos tenemos que adaptar a ellos.
 
En una época de guerras por los escasos recursos, de vulnerabilidad colectiva de la humanidad sin precedente alguno, necesitamos a la inteligencia colectiva funcionando, el compromiso de todas y de todos para reconocer que ha llegado el momento de pasar a la acción, y la valentía para hacerlo.

Cómo: 

 @AAretxaba: En @mecanicacaracol Llamamiento del @IPCC_CH para reducir emisiones mientras la #Ciencia se rebela.
Hablamos con el físico @amturiel y el geólogo @AAretxaba que sostienen la necesidad de cambiar un sistema económico basado en el crecimiento infinito.

@mecanicacaracol: Hartos de clamar en el desierto: La ciencia se rebela ante la emergencia climática y la inacción de los gobiernos.

@PClimatologia: Llamamiento del IPCC a los países para reducir un 43 sus emisiones para 2030 mientras la ciencia se rebela

@LLSSerrano: La ciencia se rebela y mancha de sangre la fachada del Congreso de los Diputados

@apetijo: Los políticos tienen la información en su poder. Saben lo que va a ocurrir pero no se está actuando con firmeza, ya no para evitar, sino por lo menos intentar que el trompazo no sea tan gordo. El colectivo @EsRebelCientif llama a la movilización y firma!

@Xilef_AB: El colectivo internacional Scientist Rebellion llama a la movilización de la comunidad científica y académica a nivel global coincidiendo con la próxima publicación del sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático

@MaximoFlorin: Pedimos al @desdelamoncloa que las recomendaciones consensuadas de la comunidad científica sean objetivos vinculantes, con mecanismos institucionales que garanticen la participación real de la ciudadanía, como prevé el convenio europeo de Aarhus de 2005.

@piratas_ciencia: La comunidad científica se rebela: empieza la huelga climática

Queda mucho por hacer, queda poco tiempo. Seamos parte del cambio. 

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