¿Está bien que se vacune antes a un español, europeo o estadounidense de mediana edad, que teletrabaja, que a una enfermera sudafricana de primera línea?

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Un profesional sociosanitario en Johannesburgo, Sudáfrica, en una imagen reciente.   JAMES OATWAY / IMF PHOTO
Un profesional sociosanitario en Johannesburgo, Sudáfrica, en una imagen reciente. JAMES OATWAY / IMF PHOTO

Se preguntaba el otro día Esther Samper —@shora— en un tweet una pregunta que creo que debemos seguir planteándonos en esta escalada de proceso de vacunación que tantos motivos de bronca y discusión está generando: ¿Está bien que se vacune antes a un español, europeo o estadounidense de mediana edad, que trabaja en casa, que a una enfermera sudafricana de primera línea? Tristemente pocos debate hay en ese sentido. Las discusiones que tenemos en España van por si alguien se salta la cola, principalmente y algo por si vienen o no vienen las vacunas que necesitamos, debido a los procesos de especulación de las compañías farmacéuticas y la falta de trasparencia de la Comisión Europea.

Y es importante planteársela en un entorno donde NADIE está a salvo hasta que TODOS y TODAS estemos a salvo. Es evidente que todos los países del mundo deben tener acceso a las vacunas frente a la COVID-19. Pero parece que los países ricos parece que no entienden que NADIE está a salvo hasta que TODOS/AS estemos a salvo. Esperamos buenas noticias para todo el mundo.

La aceptación de la vacuna COVID-19 tiene un papel clave en la mitigación de la pandemia.  Se ha expresado la preocupación de que las tasas de vacunación serán limitadas en áreas de bajos ingresos definidas demográficamente. Así, si analizamos la correlación entre las tasas de vacunación COVID-19, el nivel socioeconómico y la carga de enfermedad activa COVID-19, vemos que las tasas de vacunación de la población mayor de 60 años correlacionaron significativamente con el nivel socioeconómico. Por tanto, es necesario orientar la aceptación de la vacunación a las poblaciones en desventaja socioeconómica y sugerir herramientas potenciales para que los responsables de la formulación de políticas centren sus esfuerzos.

Los países prósperos se han asegurado sus vacunas, pero han dejado prácticamente sin ellas al resto

Si eso es lo que pasa en un país, también pasa a nivel mundial. Así, los países prósperos se han asegurado sus vacunas, pero han dejado prácticamente sin ellas al resto. Los países de la Unión Europea, entre otros, han hecho pedidos de vacunas que superan el número de sus habitantes, mientras muchas países pobres se quedan prácticamente sin nada. Para tratar la desigualdad en la obtención de la vacuna, es necesario que haya una fuerte alianza entre la Organización Mundial de la Salud y las organizaciones sin fines de lucro que trabajan en países pobres para garantizar los millones de dosis para dichos países, ya que lo que sabemos, si no cambian las cosas, es que casi un cuarto de la población mundial, no tendrá acceso a las vacunas Covid-19 al menos hasta 2022. Por tanto es muy importante que los países ricos compartan y no acumulen vacunas, porque el peor resultado posible es ofrecer las vacunas a toda la población de un país antes de hacerlo a las que corren más riesgo en otros países. 

Es evidente que hemos encontrado resultados que indican la existencia de desigualdades sociales también en la incidencia de COVID-19 por grupo de edad, sexo, área geográfica e ingresos. Ante ello, es necesario poner en marcha programas dirigidos a grupos poblacionales y zonas, con el objetivo de facilitar el confinamiento de la población y difundir mensajes para prevenir la infección, así como para facilitarles la vacunación. Por tanto es importante concienciar sobre el hecho de que esta pandemia podría exacerbar las desigualdades sociales y, por ende, las desigualdades en salud por los efectos del COVID-19, las medidas de confinamiento y los impactos económicos y sociales que se derivan de la pandemia. 

Para avanzar en disminuir las desigualdades, resulta indispensable que determinadas poblaciones a reciban rentas básicas, información adecuada u directa, adaptada a su nivel y mascarillas necesarias para fomentar su uso adecuado. Además los contactos directos de una persona contagiada de Covid deberían permanecer diez días, en casa o en el caso de poblaciones desfavorecidas o con viviendas pequeñas donde es difícil hacer el aislamiento, en hoteles. Avanzar en este sentido ayudaría a poner pasos para disminuir estas desigualdades que ésta enfermedad, la covid-19, ha incrementado más.

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