A las puertas de la gloria literaria
A la escritora María Regla Prieto (Sanlúcar de Barrameda, 1964) le faltó muy poco para alcanzar la gloria literaria, o por lo menos para saborear el triunfo en uno de los certámenes literarios más prestigiosos en lengua castellana: el Premio Nadal, que este año cumplía su octogésima edición, y cuyo galardón al final fue a parar a manos de César Pérez Gellida, autor joven pero con un bagaje ya más que destacado en el mundo de la literatura.
Para María Regla enamorada del oficio de escribir, no ha resultado ninguna decepción; de hecho, aún no se cree que su novela, Manos de trapo, haya podido llegar tan lejos porque, en realidad, la autora sanluqueña confiesa que nunca escribe pensando en ningún concurso ni planifica.
Cuando me llamaron para decirme que era finalista del Premio Nadal, a la inicial sorpresa se sumaron una enorme alegría y una emoción inmensa. Me he educado literariamente con muchos de los autores y autoras que han ganado este premio, Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes, Ana María Matute, por mencionar algunos, y otros tantos. Escritoras y escritores maravillosos cuyas obras me han acompañado a lo largo de mi vida, con las que he disfrutado y he aprendido muchísimo. Forman parte de mi amada y admirada familia literaria. Así que imagine... Ser finalista es un honor y un premio para mí.
No, en absoluto. Yo estoy muy feliz. Aún ni me lo creo... Me dedico a escribir y me apasiona. La relevancia mediática no me importa mucho a nivel personal, la verdad. Yo no soy importante. Por ello, creo que la relevancia de ser finalista de un premio como el Nadal se verá una vez que se publique la novela. Espero que el premio le dé visibilidad a mi obra. Ese es mi deseo. Evidentemente, me gusta y me importa que mis libros lleguen a los lectores. Me esfuerzo para que eso sea posible, sobre todo, porque tras los largos periodos de soledad que son necesarios para escribir, el encuentro con ellos es muy placentero. He aprendido mucho de los lectores porque suelen tener puntos de vista muy enriquecedores, al menos, para mí.
"Ser finalista de un premio como el Nadal ha sido un honor"
Es un sueño haber sido finalista del Nadal. Estoy muy satisfecha y todavía lo estoy digiriendo. Respecto a su pregunta, no lo sé, porque yo no planifico hasta ese punto mi escritura. Tengo dos novelas empezadas, pero no sé cuánto tiempo me llevará terminarlas. Y no he escrito nunca pensando en un premio.
Es una novela muy intimista, cuyos protagonistas son víctimas de las lacras que asolan nuestro mundo: la violencia machista, la especulación inmobiliaria y la soledad. Cuando esté publicada, ampliaré la información sobre la novela. Baste decir que es muy diferente a las dos anteriores.
"Definiría 'Manos de trapo' como una novela intimista sobre las lacras que asolan el mundo"
Los libros a los que se refiere forman parte de una línea de investigación histórica que empezamos mi compañero Salvador Daza y yo en 1998 sobre clérigos homicidas con la publicación de Proceso criminal contra fray Pablo de San Benito. 1774. Por una serie de circunstancias dignas de una novela, nos llegó la noticia de un crimen sucedido en Sanlúcar de Barrameda a manos de un carmelita descalzo, que mató a una joven en la puerta de su iglesia ante su madre y su hermano pequeño. Un crimen tan atroz que provocó un gran escándalo y una respuesta inaudita para su época, pues cambió la legislación nacional, creando jurisprudencia. Fue el primer caso en el que un juez civil actuó contra un eclesiástico, que hasta entonces estaba protegido por un fuero especial, ya que la Iglesia era una clase privilegiada.
Claro, claro. En el proceso de búsqueda de documentación para estudiar este caso, nos encontramos con una gran cantidad de causas judiciales contra eclesiásticos, anteriores y posteriores al s. XVIII, que iluminaban y daban a conocer la lucha que ha habido en este país desde tiempos inmemoriales entre el poder civil y el eclesiástico. Es un tema apasionante que no se había tratado hasta que nosotros lo hicimos.
Acabo de terminar hace varias semanas una nueva obra de teatro que aún no tiene título definitivo. Estoy muy ilusionada. Me gusta escribir teatro. Pero es difícil y he desechado varias obras a lo largo de mi vida. Esta última sí ha pasado mi exigente criterio y mi idea es poder montarla, pero todavía queda mucho trabajo por delante.
"La lucha entre el poder civil y el eclesiástico en temas penales en España no se había abordado hasta que lo hicimos"
Evidentemente, soy una mujer, y, además, una mujer comprometida con mi tiempo y mi sociedad. Creo que cada ser humano tiene una visión propia y particular del mundo. Única. Me pasó algo muy curioso con mi primera novela, La esfera de lo divino. En ella, la mayoría de los personajes son masculinos y, además, sucede en el siglo XVIII. Y uno de ellos, es un psicópata asesino con una personalidad muy compleja. Muchos lectores me dijeron que no se notaba en absoluto que el autor de la obra fuera una mujer.
Creo que todos los escritores se meten en la piel de sus personajes, con independencia del sexo que tengan. O sea, que cuando escribimos, podemos –y debemos– cambiar de sexo y de mentalidad en beneficio de la historia que estamos escribiendo y de los propios personajes. Para mí la literatura es una manera de entender y ordenar el mundo.
No, no. Hay literatura buena o mala, eso sí, pero nada más. Diferentes son las interpretaciones que cada uno haga de una obra o del autor o autora de esta.
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