"Juan Ramón Jiménez ya nos advirtió de los peligros de un progreso sin límites"

Mercedes Juliá imparte una conferencia en la Fundación Caballero Bonald sobre la estancia de Juan Ramón Jiménez en América: “Un visionario en los Estados Unidos”

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La vida y obra de Juan Ramón Jiménez no se agotan nunca. Como decía Italo Calvino, un autor clásico es aquel que nunca termina de decir lo que tiene que decir. En la exposición del pasado jueves, Mercedes Juliá nos mostró la infinita riqueza de la obra de Juan Ramón en el exilio. En la introducción, Carlos Manuel López resumió la trayectoria investigadora de la profesora, una de las mayores especialistas en el poeta de Moguer. Mercedes, nacida en Jerez, es catedrática de literatura española y estudios culturales en la Universidad de Villanova, Pennsylvania, Estados Unidos.

A los 17 años marchó a los EEUU, donde realizó todos sus estudios y su carrera docente. Allí comenzó a realizar sus investigaciones sobre Juan Ramón, en contacto con los mejores estudiosos del poeta. También se ha dedicado a analizar la poesía y la novela histórica contemporánea. Algunos de sus principales libros son: El universo de Juan Ramón Jiménez. Un estudio del poema Espacio (Ediciones de la Torre, 1989); Historicidad en la novela española contemporánea (Publicaciones de la Universidad de Cádiz, l995); Tiempo de Juan Ramón Jiménez, edición crítica anotada (Seix Barral, 2001); Las ruinas del pasado: Aproximaciones a la novela histórica posmoderna (Ediciones de la Torre, 2006); “Vida. Volumen I, Días de mi vida de Juan Ramón Jiménez. Reconstrucción. Estudio y notas de Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz-Manzano (Pre-Textos, 2014).

En cuanto al estilo de su prosa, “en Mercedes encontramos una expresión caracterizada por la sencillez, la naturalidad, la soltura y la elegancia”, afirmó Carlos Manuel López. Con placer, la autora, “nos lleva a través de la obra de una autor difícil, como es Juan Ramón Jiménez, de forma que, sin perder la profundidad requerida, elude la pedantería y nos hace comprensible la lírica y el pensamiento del autor de Platero y yo, sin pesadez ni entorpecimientos”. También resaltó la perspicacia en los análisis de un autor hondo, a veces insondable. Gracias a Mercedes, el lector se asoma con placer a los poemas y las prosas de uno de los grandes poetas en castellano.

Mercedes Juliá nos habló de la faceta menos conocida de Juan Ramón Jiménez, su obra en el exilio. En el 36, cuando marcha a Estados Unidos, gracias a Platero y yo es un escritor con mucho prestigio en todo el mundo. Se convirtió en el principal poeta español. Sin embargo, era de carácter difícil. Le gustaba estar solo, con sus papeles, con sus pensamientos. La vida social era para él una interferencia en la escritura. De ahí que se ganara la fama de arisco, raro, antipático, un poeta ajeno al mundo y recluido en su torre de marfil… Pero esta imagen, nos explicó Mercedes, era falsa, porque Juan Ramón sí que sabía lo que estaba ocurriendo en el mundo. De hecho, hemos visto cómo algunas de sus reflexiones y predicciones sobre la vida social y política eran totalmente acertadas. Se adelantó a su tiempo. Sus reflexiones sobre el progreso siguen hoy vigentes.

Juan Ramón marchó en el 36 a Estados Unidos como agregado cultural. Luego iría a Cuba y Puerto Rico. Cuando llega a Nueva York, el poeta se lleva una decepción. Veinte años antes él ya había visitado esa ciudad, cuando fue a casarse con Zenobia. Guardaba, quizás, una imagen idealizada de la gran urbe. Ahora, en el 36, todo ha cambiado, Nueva York ya no es una ciudad en la que esté integrada la naturaleza. “Los árboles han desaparecido de los cementerios”. Predomina el acero y el hormigón. Su mirada está condicionada por la triste y obligada salida de España, y por sus graves problemas mentales. A lo largo de su vida, pasa por momentos de intensa actividad y por momentos de terrible depresión y vacío creativo.  En la conferencia, Mercedes analizó tres aspectos: las reflexiones del autor sobre la ciudad, sus advertencias sobre la importancia de la Guerra Civil española para el resto del mundo, y la actividad poética de sus últimos años. Nueva York le parece un horror cuando llega en el 36. La naturaleza ha desaparecido, “todo es máquina”, rascacielos, aglomeraciones, un “progreso decadente”… La ciudad es un caos sin límites que refleja la dimensión más inhumana del progreso, de esa sociedad industrial, consumista, donde la producción en masa anula todo lo humano. Los artefactos innecesarios no aportan nada a la vida espiritual de las personas… En sus prosas y artículos anticipó todos los problemas que hoy sufrimos, como el delirio consumista y la amenaza constante de la automatización…

Juan Ramón intentó hablar con el presidente de los Estados Unidos, pero no pudo. En un almuerzo, en agosto del 36, explicó que si no se ayudaba a España, habría una guerra mundial en la que tendrían que intervenir los Estados Unidos. Pero no le tomaron en serio… Hizo todo lo posible por parar la Guerra Civil. Consiguió el apoyo de la revista The New Republic, de centro-izquierda, para que Azaña nombrase un encargado de prensa para los Estados Unidos, con el fin de rebatir las informaciones desfavorables que otros corresponsales traían de España. El poeta señaló que España era un campo de pruebas para las potencias europeas, para la preparación de un conflicto bélico global…

La última parte de la conferencia se centró en la labor poética de los últimos años. En Estados Unidos busca su esencia en otra forma de escribir. Quiere empezar de nuevo. Y lo hace con los romances. Deja a un lado la gran poesía para buscarse a sí mismo en esas composiciones sencillas. Inicia el camino hacia otra desnudez, filosófica y estilística. Si ya en su segunda época intentó despojarse de lo accesorio, ahora, en su última fase, quiere ir más allá. Busca la desnudez absoluta del alma mediante una expresión pura, con verso libre y prosa poética.

Utiliza toda su poesía anterior para pensarse a sí mismo, para pensarse en el mundo, en el cosmos. En esa búsqueda de lo esencial, en La Florida, escribe dos poemas: Espacio y Tiempo. En ellos queda reflejado el impacto que le produjeron las marismas. Su contacto con la naturaleza le permite comprender que la experiencia estética posibilita la conexión, la identidad, de dos espacios lejanos. En las marismas de Florida está viendo las garzas de Moguer… Son poemas filosóficos en los que se pregunta por la sustancia que recorre el universo y sobre la esencia de la conciencia. Somos insignificantes, pero formamos parte de un todo, de una sustancia universal que permanecerá eternamente. Se considera a sí mismo un poeta cósmico. Es una poesía profunda, pero con referencias a su vida, con ritmo, atravesada de un lirismo esencial y humilde. Según Mercedes Juliá, durante mucho tiempo los críticos no supieron valorar las aportaciones de esta obra del exilio.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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