Ricardo Rodríguez fue el encargado de presentar a José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963), autor de Nosotros los de entonces (Poesía amatoria 1984-2015), publicado por La Isla de Siltolá en su colección Arrecifes. El título hace referencia al verso de Neruda, “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. La estructura del libro corresponde, más que a una antología, al cancionero del Renacimiento. Porque los sesenta poemas no aparecen por orden cronológico estricto, sino que han sido entrelazados para formar una unidad biográfica, orgánica, y desplegar un relato vital. Sólo por leer el prólogo escrito por José Manuel merece la pena el libro, señaló Ricardo. Y no se trata de una exageración. El breve ensayo que sirve de introducción aborda con gran precisión y belleza el tema de la poesía amorosa en la literatura. En esas pocas páginas el autor también nos describe la forma tripartita del libro a través de un movimiento dialéctico que va de la consideración del sentimiento amoroso como un conglomerado emotivo y sexual sin referente concreto, pasando por las fases donde el amor vive una discontinuidad de experiencias dispersas, hasta llegar a esa reconstrucción de la unidad de la conciencia que da sentido a todo lo que hemos atravesado. La poesía, dijo Ricardo, constituye el núcleo esencial de su obra. Como fueron compañeros en la Universidad de Cádiz, ha conocido de cerca la evolución de sus trabajos literarios. Ya mostraba una voz poética definida en aquellos tiempos: un sujeto lírico que buscaba la claridad expresiva, alejado de la retórica preciosista y del lujo verbal, para resolver los misterios de la vida y bucear en los entresijos de la propia identidad. A lo largo de estos treinta años de intensidad creadora ha pasado de un tono narrativo y conversacional a un lenguaje más depurado y con matices trascendentes. El escritor se ha ido despojando de las máscaras, las de la edad, las del estilo, para sacar a la luz lo esencial de su mirada poética. Incluso se ha acercado a nuevas formas de expresión, como el rap titulado “Nosotros los de entonces”.

A LA MANERA DE RICARDO REIS

Sólo nos consta la evidencia

del sentimiento ajeno: ámame, Lidia,

que yo haré por amarte

y a la verdad palpable

de tus palabras y tus gestos

contrapondré lo incierto de mi amor.

   

¿Quién se conoce?

¿Quién, al mirarse en el espejo,

no se sabe una máscara

o la fachada ciega de una casa a oscuras

donde suceden cosas inconexas o absurdas

en cada habitación? Ámame, Lidia.

Miro tu rostro y sé que no tengo derecho

a imaginar en ti lo que ignoro de mí.

Me bastan tu sonrisa y tus palabras,

la certeza absoluta de lo que palpo y veo.

  Minutos antes del acto de presentación, José Manuel respondió a nuestras preguntas: ¿Qué estructura tiene el libro? El libro tiene un prólogo, una pequeña introducción, con una especie de ensayo sobre la poesía amorosa y luego tiene tres bloques. Todos los poemas son de amor pero hay distintos matices. Hay amor sin objeto, sin referente concreto, sería la primera parte. Los amores discontinuos, que sería la segunda. Y el amor que se extiende a lo largo de muchos años, con varias etapas y con un desarrollo, que ocupa la tercera parte del libro. Además hay una cancioncilla inicial y una cancioncilla final que redondean el conjunto. ¿Cómo ha seleccionado los poemas? Hay algunos poemas inéditos que no estaban publicados en libro, que son de un trabajo reciente, y en torno a ese núcleo hay poemas de toda mi obra, desde el año 84 hasta ahora.
"Posiblemente los amores no correspondidos y los amores que acaban en desastre produzcan poemas más inmediatos"
¿Qué debe tener un buen poema que hable de amor? Creo que los mismos ingredientes que cualquier poema. Depende evidentemente de la manera de trabajar de cada poeta, pero un poema de amor es simplemente un poema que presupone a otra persona, que es su destinatario o su referente, o la persona que de alguna manera fuerza la creación de ese poema. En ese aspecto, ese asunto funciona igual que la naturaleza u otros temas que también provocan el poema. Una de las ideas principales de ese pequeño ensayo que hay al principio es que no hay una línea clara entre lo que es poesía de amor y poesía a secas, porque incluso se pude pensar que los poemas de un poeta que no son de amor son el contexto de los poemas que sí lo son. Cuando un poeta tiene una parte de su poesía que es amorosa, se puede considerar que el resto de su obra mantiene algún tipo de relación orgánica con ese núcleo amoroso de su obra. ¿Qué es más fructífero, el deseo incumplido, el amor correspondido o el desastre? Posiblemente los amores no correspondidos y los amores que acaban en desastre, como dices, produzcan poemas más inmediatos, de un efecto más coyuntural, mientras que una historia de amor por largo implica, cuando se convierte en asunto poético, que se hable también del paso del tiempo, del miedo a la pérdida, de los aspectos contextuales que rodean a esa relación… En ese sentido son poemas mucho más matizados, más meditativos, en fin, que se salen un poco de esa inmediatez que tiene el poema de amor dictado por el dolor. ¿Y cuáles son sus modelos literarios en poesía amorosa? Son muchos a lo largo de tantos años. Pero por nombrarte a alguien que cito en al menos un par de poemas del libro: el romano Propercio, que fue uno de los primeros autores del canon occidental que habló del amor no simplemente como un canto al goce físico sino también en toda su complejidad psicológica y social. Y de ahí en adelante hay recuerdos de Cavafis, Gil de Biedma, William Carlos Williams, de Pessoa… Son los poetas que yo leo aunque ninguno de ellos es estrictamente mi maestro, al que yo me ajuste, pero todos han dejado una huella en el lector que hay antes que el escritor. ¿Qué relación hay entre la poesía social y la poesía amorosa? Ahora vuelve a estar en boga la poesía social, como es lógico en tiempos de crisis, pero yo no veo una posición clara porque cuando estás hablando de tu relación con el otro esa relación ocurre en un contexto y esa relación puede estar determinada por asuntos tan inmediatos y tan urgentes como la supervivencia. En el libro hay poemas que hablan claramente del contexto social de una relación y en ese aspecto yo no voy pregonando por ahí que haga poesía social. Si la poesía es auténtica y presta atención a la realidad –y la poesía es una forma de reaccionar ante la realidad– lo social tiene que estar ahí, no puede dejarse fuera.Usted ha cultivado todos los géneros, novela, ensayo, artículos periodísticos, traducciones, blog literario… ¿En qué género se siente más a gusto? ¿Cuál es la raíz de su escritura? Durante los últimos diez años el hilo conductor de mi obra ha sido mi “Diario abierto” que mantenía en internet y que ahora al cumplir los diez años le he dado un descanso. En ese cuaderno se volcaban mis reacciones inmediatas, mis lecturas, las películas que veía… Era el cuaderno de escritor del que iba surgiendo todo lo demás.  Tampoco doy una importancia jerárquica a los géneros. Uno es escritor porque escribe. Y escribe en distintos formatos obedeciendo a distintos impulsos, pero no creo que un buen poema sea mejor que un buen relato o una buena novela. Quizás en una escala ideal uno presuponga que la poesía, al ser el género más intenso, es el núcleo ideal de toda la obra, pero eso es una construcción a posteriori. En el momento de escribir uno escribe y le da la misma importancia a todo. Ha mencionado su blog. ¿Hay calidad literaria en esos soportes o se corre el riesgo de la inmediatez, de la precipitación, la falta de corrección…? ¿Hay buenos escritores de blogs? La inmediatez es uno de los encantos del blog. Ha habido muchos escritores que han abierto blogs. Y ha habido escritores jóvenes nuevos que se han iniciado publicando poemas en sus blogs. Ahora quizás el blog ha quedado en segundo plano gracias a que hay otros medios de comunicación social más inmediatos, como Twitter o Facebook. El blog ha quedado para personas más mayores. Y en ese sentido, cuanto más en zona de penumbra esté, mejor para que se pueda trabajar en esos formatos con tranquilidad, sin urgencia. ¿Cómo ve el futuro de las editoriales, en papel? ¿Hay demasiadas? De momento están sobreviviendo a la crisis. Que haya muchas editoriales no creo que sea malo, ya el mercado hará su selección. Gracias a la informática, a la baratura de la impresión, hay muchas microeditoriales y eso está permitiendo que muchos escritores que van saliendo y que no tienen acceso a las grandes editoriales puedan ver publicada su obra. Y eso es positivo. ¿Qué va a quedar de todo esto…? De momento el libro sobrevive y el anunciado boom del libro electrónico no se ha producido ni parece que se vaya a producir de hoy a mañana. ¿Merece la pena escribir, ese esfuerzo vital…? Escribir es una manera de vivir. Es una de las formas que adquiere la vida interior del escritor. Otras personas tienen otros formatos para su vida interior. Siempre digo que yo doy vueltas a mis cosas y reflexiono sobre ellas cuando escribo. Para mí es una manera de vivir, no sé si mejor o peor que otras, pero es la mía y no podría renunciar a ella fácilmente. ¿Qué proyectos literarios tiene? Estoy trabajando en un libro de cine, una especie de colección de ensayos personales sobre el cine americano. Y tengo un par de libros inéditos sobre los que sigo trabajando y que saldrán cuando haya ocasión.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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