Gonzalo Torné: "La burbuja del arte ha sido tan gorda como la inmobiliaria"

Gonzalo Torné, retratado en su casa de Jerez durante la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Gonzalo Torné, retratado en su casa de Jerez durante la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

A sus casi 70 años, Gonzalo Torné (Jerez, 1949) piensa rápido y fácil como un niño, aunque en paralelo sus disquisiciones sean tan profundas como las de alguien que pinta esa matemática que sucede tras eso que llaman realidad. Una sucesión de códigos binarios donde nada sucede por casualidad. Este niño que ya es abuelo se crió en la calle Merced, en pleno barrio castizo de Santiago, pero emigró en el año 73 buscando un hueco en la capital de España. Después de eso, "todo me ha pasado por suerte". Por suerte o por la matemática del azar.

"Me gustaría que saliera también en la foto mi madre”, pide al fotoperiodista, mientras nos acomoda en el salón de su casa en Jerez, donde pasa unos días antes de inaugurar una exposición junto con su amigo Quico Rivas en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. En honor a esa muestra, Socios a cuatro manos —puede verse hasta el 6 de enero de 2019—viste una camiseta con dos coloridas manos pintadas por él mismo. "He vuelto mucho a Jerez, al tener a mi madre y a mis hermanas aquí nunca he perdido el contacto, he venido mucho a las fiestas", aclara con un acento más de allí que de aquí.

Desde Aranjuez, donde ahora reside, observa el mundo del artisteo casi como un cuerpo extraño. Demasiado libre e independiente para caer en sus garras. Eso, pese a que ha sido el único artista europeo en recibir dos veces la prestigiosa beca The Pollock-Krasner Foundation, en Nueva York, lo que catapultó su carrera hasta que se cansó del expresionismo abstracto norteamericano. Volvió a España buscando las huellas de su tradición pictórica y se reencontró con Goya, primero, y el arte digital, después. "A mí todo me ha pasado por suerte, tengo un ángel o media docena de ángeles de la guarda, me fui a Madrid, hice una exposición en el club internacional de prensa, había corresponsales extranjeros, y por ahí me llevaron fuera, no fue simplemente irme a Madrid, sino el salto que di a Europa y luego a Nueva York".

Eduardo Arroyo, recientemente fallecido, decía en una de sus últimas entrevistas que si hoy tuviera 20 años, no sería artista. ¿Y usted?

Tampoco tengo la sensación de haber elegido esto, tampoco me siento artista. Hice lo que tenía que hacer. A veces, como una obligación, un destino. Cuando yo empecé tampoco me planteaba si se podía vivir de esto o si se podía tener un cierto reconocimiento, hacía lo que tenía que hacer. Los ángeles de la guarda, aunque soy ateo, me han llevado a esto. No sé, me considero más bien un investigador de lenguajes plásticos, de otra forma de ver las cosas, no solo en la apariencia exterior de las cosas, sino en la pintura como una forma de conocer el interior de algunas cosas. Te puedo poner un ejemplo: para un pintor impresionista, le pones una caja y pinta la caja tal como está; si es un pintor expresionista, y yo soy abstracto, pintará la caja de forma que analice para qué sirve, qué hay dentro de la caja, si tiene cartas de amor o una pistola. Trataría de sacar el interior que no se ve de esa caja. En ese camino me metí dentro de las artes plásticas; me interesa mucho la ciencia, las matemáticas, la investigación…

"Pintar no es solo tener una habilidad en las manos. No es buen ojo, lo fundamental es tener una buena cabeza llena de documentación, imágenes y estudios"

¿Qué prefiere ser considerado entonces, pintor o artista?

Mis conocimientos y mi profesión los he aplicado a lo que me echen, al urbanismo, a la publicidad, a la pintura… Hay una diferencia entre mirar y ver, entre los que pintan lo que miran y los que pintan lo que ven. Mirar, miramos todos, pero ver, solo ve el que sabe; si no sabes leer una cosa, ni la ves, ni la escuchas. Es como si oyes a un chino y no sabes mandarín: lo oyes, pero no lo escuchas. Este de las artes plásticas es un trabajo para el que se requiere muchos esfuerzos, horas de estudio, conocer mucho, tener un bagaje de imágenes e ideas en la cabeza para aplicarlas… pintar no es solo tener una habilidad en las manos. No es buen ojo, lo fundamental es tener una buena cabeza llena de documentación, imágenes y estudios. Y luego mi trayectoria, por lo demás, pues me ha llevado de una cosa a otra… pero todo a base de mucho esfuerzo y mucha dedicación. Empecé con dos años a pintar y todavía no he acabado.

Gonzalo Torné, en otro momento de la entrevista con este medio. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Eso le iba a preguntar, ¿qué fue lo primero que pintó?

Creo que fue un Mickey Mouse o un tigre, algo así… ah, y una corrida de toros en la plaza de toros de Sevilla. Unos ciervitos que le acabo de regalar a mi nieta… Entonces vivíamos en Castilleja de la Cuesta, con unos siete años, volvía de los toros con mi padre y al llegar a casa pinté la plaza.

¿Y el último sueño que se le ha pasado por la cabeza?

Estoy últimamente muy metido con la ciencia, con la astrofísica, me interesa mucho la física cuántica… dado que en mi obra siempre ha habido mucha matemática, las relaciones formales y estructuras que no se ven… 

"Mi padre metió ese amor por la ciencia y la astronomía a todos sus hijos; y, de alguna forma, eso está en mis cuadros, incluso en los que hacen referencia en los 80 al paisaje del sur: ahí también hay matemáticas, relaciones y proporciones..."

Repasando sus cuadros de hace treinta o cuarenta años, algunos son como las distopías de Orwell, de alguna manera ya preconizaba su obra cómo iba a ser esta sociedad actual de algoritmos y Big Data.

Mi padre era técnico electrónico, un magnífico científico, y todos los hijos sacamos una tendencia por la ciencia, por las matemáticas, por la astronomía… Me puede emocionar tanto un descubrimiento científico o una explicación matemática sobre un agujero negro que un cuadro. Me emociona. Probablemente hoy en día estudie más ciencia que arte, el arte ya me lo conozco tanto que… pero es por herencia, en mi casa, en mi familia se hablaba mucho de ciencia. Con 12 años, llegué a hacer una radio con ayuda de mi padre, de estas que había de lámparas, que se calentaban mucho… Mi padre metió ese amor por la ciencia y la astronomía a todos sus hijos; y, de alguna forma, eso está en mis cuadros, incluso en los que hacen referencia en los 80 al paisaje del sur: ahí también hay matemáticas, relaciones y proporciones... Las manchas no están donde les dan la gana, están donde tienen que estar; sin que se note, porque hay que aparentar que eso ha caído por casualidad, pero hay mucha tramoya detrás.

Al final, dos más dos siempre son cuatro.

(Risas) De momento sí, aunque ahora con la física cuántica no sé qué decirte. Desde que un gato puede estar vivo o muerto a la vez…

Teniendo en cuenta que han sido dos figuras que han marcado su trayectoria, ¿con quién tiene más en común, con Goya o con Pollock?

Qué difícil (piensa unos segundos). Yo diría que con Goya.

El artista posa tras la entrevista. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

¿Cómo fue la relación que emprendió a raíz de la primera beca en Nueva York en la Krausner-Pollock?

Pues mira fue una reacción contra Pollock, precisamente. Fue una reacción curiosa porque estaba en Nueva York y acabé muy harto del expresionismo abstracto americano. Son los padres del arte contemporáneo y, entonces, eran tan pesados, tan pesados que cuando vine aquí me busqué otro padre de mi cultura, también un poco conceptual… Era hacer las paces con la tradición de mi país, que no son las paces en realidad porque las series de Goya sobre la tauromaquia o las de la inquisición son denuncias que utiliza Goya para seguir denunciando… pero fue el rechazo y querer reivindicar mi herencia. De Pollock tengo la libertad expresionista quizás…

Antonio López dice que explicar el arte es una imprudencia y Pollock, precisamente, decía que el pintor pinta lo que es. ¿Qué se ve en su pintura?

Un cuadro tiene que ser lo que él quiera que tenga que ser, no se hace para que le guste al que lo hace ni a nadie, ese cuadro tiene que satisfacerse a sí mismo. Y por eso esos cuadros duran para siempre. Uno puede tener la idea y tal, plasmarla, pero uno tiene que trabajar para la obra. Una vez que el cuadro se va desarrollando, va adquiriendo personalidad suya y se independiza del artista. Lo que quiera transmitir o lo que quisiera que se vea es una forma de entender el mundo, el cosmos, los pensamientos e ideas, más allá de uno mismo, plasmado en un cuadro que solo se debe a sí mismo. Todo esto es la libertad que ha ido cogiendo la humanidad, ahora algo menos, también la han ido cogiendo el artista y la obra.

Antes se veían obligados a ciertas representaciones, y había pintores que lo hacían bien y otros mal, pero se debían a pintar dioses, emperadores, reyes, a los que tienen dinero… luego, la libertad del artista ha hecho que no se deba a nadie y llega un momento que hasta el cuadro se independiza del propio artista. Entiendo que es complicado explicar todo esto con palabras, porque esto es un lenguaje, una forma de hablar con colores, y la traducción es muy difícil. Tengo pendiente una exposición que me la sugirió Pilar (su mujer) que consistente en poner dos cuadros grandes y rodearlos de los bocetos de cómo llegaron hasta ahí. Puede ser muy didáctico explicar por qué eso es así, y no es por casualidad, hay trabajo, bocetos, trabajos paralelos hasta llegar a eso.

"Donde hay dinero siempre está la sociedad capitalista neoliberal que lo trinca todo. O te pliegas a ello, o eres un independiente"

¿Las modas y el marketing han pervertido la independencia de la propia obra? Se me viene la feria ARCO a la cabeza…

Como todo. Y ARCO es lo de menos porque es algo pequeñito en España, pero a nivel mundial es así. Todo ese desarrollo de la sociedad con el neoliberalismo devastador, pues donde hay dinero, mete mano y hace lo que le da la gana. No solo en el contemporáneo, en el arte clásico también ha sucedido. La burbuja que ha habido en el arte ha sido tan gorda como la inmobiliaria. Donde hay dinero siempre está la sociedad capitalista neoliberal que lo trinca todo. O te pliegas a ello, o eres un independiente. La suerte que he tenido es que aunque no me he plegado siempre he tenido un reconocimiento. Pero no he ido de figurón ni de querer aparentar. Mi obra se ha estado valorando en función de mi trabajo, pero reconozco que hay canales y formas de distribuir, los medios de comunicación, y hay muchos intereses, como en todo. Que nadie piense que esto es un mundo idilíco. Hay un documental muy bueno en YouTube, La burbuja del arte, que es muy interesante.

¿Hace mucho frío en el mundo del arte, se consigue sobrevivir?

Es complicadísimo. Y en este país… He tenido la suerte de salir fuera y posiblemente haya más cuadros míos fuera que dentro de España. He vendido mucho en Alemania, Holanda, Noruega, Estados Unidos… Si me hubiese quedado solo en España habría sido bastante peor…

Gonzalo Torné conversa con este medio. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Habría tenido que plantearse otra cosa…

O aplicar lo que sé a otras áreas, no sé. Nunca me he planteado ser otra cosa que ser pintor o aplicar las artes plásticas, es lo que me encanta, son retos… He trabajado en Urbanismo en Alemania, cuando se unieron las dos Alemania, estuve como realzando las ciudades del Este, que estaban como muy abandonadas, muy tristes… pero sí es cierto que es muy complicado vivir del arte. Cuando tienes un cierto nombre y te conocen, y te dan premios, y te adquiere alguna obra un museo o ganas un par de becas importantes… pues bueno, ya se abren otras vías de comercialización de la obra.

Su relación con las nuevas tecnologías fue un poco forzoso, pero ha sido uno de los precursores en España de la digitalización, por decirlo de alguna manera, del arte.

Es que emplear nuevas tecnologías se ha hecho siempre. El artista ha utilizado las tecnologías que la sociedad ha puesto a su alcance. Velázquez también empleó nuevas tecnologías, el óleo lo era en relación a la pintura al huevo o la que se hacía con agua y tintas planas en las paredes… y los griegos cuando descubrieron la tecnología de fundir el bronce, dejaron el mármol, o Gutenberg cuando descubrió la imprenta dejó los grabados. La tecnología en realidad ni quita ni añade nada, no es más arte por tener un pincel digital o analógico. Eso depende de la forma de ser de cada uno y yo siempre he tenido mucho interés en emplear materiales distintos, que no son habituales en la pintura, pero desde muy pequeño, el papel Albal lo extendía y pintaba encima. Mi padre trabajaba para los americanos y me traía materiales de pinturas, rotuladores indelebles que aquí no se conocían y yo los utilizaba. 

"La tecnología en realidad ni quita ni añade nada, no es más arte por tener un pincel digital o analógico. Eso depende de la forma de ser de cada uno"

Para usted, en cuya obra prima el color, ¿el mundo de hoy es más bien una pintura negra de Goya?

(Ríe) No sé, va a acabar todo gris o contaminado, está un poco complicado este mundo, la verdad. A pesar de todo soy optimista, aunque soy muy protestón e inconformista. Al final, creo que triunfará el bien, no tiene más remedio. Pero la verdad que lo están poniendo muy difícil, solo hay que ver los presidentes del gobierno que están saliendo por todos lados. Yo prefiero que mi obra transmita alegría y confianza en el futuro.

¿La abstracción es de izquierdas o de derecha? Los censores con lo abstracto lo tienen más difícil, al menos, ¿no?

(Ríe) Se las colamos que no veas… Si tenemos en cuenta que los pintores que se pueden considerar de verdad abstractos surgieron en el 17 en Rusia, Malevich, Kandinski…, pues eran muy de izquierdas, muy rojos, rojos, del partido comunista precisamente… El ABC se enfadaba mucho conmigo porque les decía que yo pintaba con la izquierda porque soy biológicamente zurdo.

"Aunque soy muy protestón e inconformista, al final, creo que triunfará el bien, no tiene más remedio"

Ya que hablamos de libertad de expresión, y al hilo de esa frase que dice que los buenos artistas copian y los grandes, roban, y teniendo en cuenta que a su pintura la han llegado a considerar como “apropiacionista”, ¿le han detenido alguna vez física o espiritualmente?

Sí, sí, precisamente por hacer arte, pintando un mural en la Vaguada de Madrid. La primera vez que salí en El País era porque me habían detenido. Pero creo que incluso entonces había más respeto por las personas. Nos querían meter los grises en la lechera y les dijimos que cómo íbamos a ir ahí como perros, y nos cambiaron. Dile hoy en día a un policía eso… en esos años a punto de morirse el Caudillo los de la ultraderecha andaban un poco acojonaos, no salían así tan fácil… Entonces había otra fuerza: CCOO decía a parar y se paraba un millón de personas, todo el cinturón rojo, toda la industria… hoy los sindicatos no tienen capacidad. Todo después se fue diluyendo, pero aquellos años fueron muy interesantes, aunque ahora los quieran reescribir de otra forma. Los que estábamos con la ruptura democrática perdimos e hicieron esta especie de Transición de lavado de cara de la Dictadura que siguieron todos los poderes. De aquellos barros, estos lodos.

¿Y qué pintaba aquel día en la Vaguada?

Queríamos reservar aquello como zona verde, era una protesta y pintábamos árboles… era algo social, convocado por las asociaciones de vecinos y nos cogieron a unos cuantos.

Inaugura en Málaga una exposición a cuatro manos junto a Quico Rivas, ¿vivimos demasiado aislados, hace falta más diálogo, también en el mundo del arte?

Sí, exacto, estamos en el sálvese quien pueda y cuidado con las zancadillas y patadas que te van a dar. Es lamentable que se haya perdido la solidaridad, que ahora solo valga el esto para mí y que no se entere nadie. Esta profesión es muy muy individualista pero como lo está siendo todo, es un reflejo de la sociedad que vivimos. Alguna vez espero que esto cambie, una sociedad así no aguanta, ninguna aguantó en el pasado. ¿Cómo y cuándo cambiará esto, cuándo habrá otra mentalidad? Es complicado, pero en este planeta se puede vivir muy bien, no sé a qué viene tanto gasto militar  o tanto gasto en eventos suntuosos cuando hay tantas cosas por resolver. Te pongo un ejemplo, eligen un ministro de Cultura por haber organizado grandes exposiciones. Yo no tengo ese concepto de la cultura, la cultura es otra cosa. La cultura es lo que vive, lo que respira, la educación, de la sociedad en general. Es más cosas que un museo o los artistas, nosotros somos la parte fuera de la cultura, que tiene que estar en las calles. Hasta eso lo han cambiado. Nos cambian las cosas y no nos enteramos.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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