'Solidaridad', 30 años de lucha por Jerez y sus barrios

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De exigir mejoras en las barriadas a pelear por grandes hitos como la reapertura del Villamarta o la construcción del Campus de La Asunción. Una mirada al pasado y presente de la federación vecinal de la mano de sus actuales y antiguos dirigentes.

Finales de los años 80. Jerez se mira en el espejo y aún no sabe bien si es un pueblo o una ciudad, a pesar de contar ya con un nuevo circuito que le da relevancia internacional. Aun así, la falta de infraestructuras, tanto sanitarias como culturales y educativas la lastraban a la hora de seguir creciendo. Por entonces, Jerez contaba con un movimiento asociativo activo que, sin embargo, se centraba mucho en sus respectivos barrios. Fue entonces cuando surgió la idea, entre un grupo de vecinos con inquietudes, de aunar fuerzas para exigir, tanto al Ayuntamiento como a las administraciones, la necesidad de cubrir esas necesidades. Nace así, en 1987, la Federación de Asociaciones de Vecinos ‘Solidaridad’, de la que forman parte en sus inicios un total de 24 colectivos vecinales.

Sebastián González Barroso (Jerez, 1936) fue, entre 1987 y 1991, el primer presidente de un ente que ahora celebra su 30 aniversario. González recuerda que entonces el movimiento vecinal estaba “muy diluido”, de ahí la idea de aglutinar esfuerzos para sacar a Jerez y sus barrios adelante, y eso a pesar de las “zancadillas” que, señala Sebastián, pusieron algunos políticos de la época para que Solidaridad no fuera una realidad. En diciembre de 1987 unas 400 personas asisten en el instituto Andrés de Ribera a una primera asamblea que tuvo su continuidad días después en el auditorio de la Caja de Ahorros de la plaza de Las Marinas, con la asamblea constituyente. La federación era ya una realidad.

José Saborido Marchena formó parte de esa primera junta directiva y, además, fue también presidente entre 1993 y 2001. Recuerda que a finales de los 80 los barrios demandaban colegios, nuevas líneas de autobuses urbanos, centros de salud e incluso, algunos, que se asfaltaran sus calles o se iluminaran ante la falta de farolas. “Faltaba de todo. Centros de salud, por ejemplo, solo existían el de José Luis Díez y otro en la calle Pedro Alonso. Eran tiempos de ilusión y de implicación por todo lo que había que hacer. Recuerdo que en La Granja se hicieron dos manifestaciones hasta el Ayuntamiento para pedir centros de salud. O la que partió de varios barrios y confluyó en el Arenal, para reivindicar mayor implicación contra las drogas, cuando la heroína golpeó con fuerza”.Pero Solidaridad pronto empieza a mirar por el interés general de todo Jerez. El Teatro Villamarta, hoy todo un orgullo para los jerezanos, se encontraba cerrado en los 90. La federación conformaba entonces una plataforma para impedir que se perdiera porque, en aquella época, estaba en manos privadas. “Hicimos una fuerte presión para que el Ayuntamiento y la Junta intervinieran y pasara a manos públicas”, recuerda Saborido. Pero a esta a favor del teatro le siguieron otras, como la denominada Jerez 2001, que exigía nuevos accesos por carretera a Jerez; o aquella que reclamaba un Campus universitario en los terrenos del antiguo cuartel de La Asunción, plataforma en la que tuvo mucho que decir Manuel Luis Martín, por su condición de profesor y como miembro del Consejo Social de la Universidad de Cádiz, quien sabía mejor que nadie el poco interés que había de que Jerez fuera una ciudad universitaria.

El del Campus, objetivo que se consiguió de la mano de sindicatos y otros colectivos educativos y ciudadanos, es uno de los grandes hitos de la federación, que no olvida otros en contra de la subida del valor catastral de las viviendas, la legalización de viviendas, la desafectación de cañadas, la eliminación de algunas antenas telefónicas o la más reciente de la puesta en marcha del edificio de Radioterapia, aunque, como recuerda el actual presidente, Sebastián Peña, “seguimos reclamando que el servicio se ofrezca también en horario de tarde”. Por el contrario, otras reivindicaciones como la Ronda Sur, la culminación del mapa sanitario o el proyecto de parque periurbano para el Rancho de la Bola siguen pendientes de que salgan adelante.

El problema de la falta implicación de la juventud

Solidaridad ha cumplido 30 años, pero lo hace con una junta directiva en el que destaca la ausencia de juventud. Sebastián Peña, el actual presidente, cuenta ya con 71 años y no sabe a día de hoy si en unos meses dará o no un paso al lado. Sin embargo, sus predecesores sí fueron dos jóvenes, treinteañero en el caso de Emilio Quintana (entre 2001 y 2005) y Santiago Casal, que apenas tenía 27 cuando llegó a la presidencia (entre 2005 y 2009). “La federación iba a velocidad de crucero y no daba tiempo de finalizar una cosa cuando ya había otra en marcha”, recuerda Quintana, que señala que durante su época en Solidaridad “echábamos muchísimas horas. Era como un trabajo”. Igual opinión tiene Casal, desde los 18 años en la asociación de vecinos de San Juan de Dios y desde 2009 apartado del movimiento asociativo tras ser alcaldable por el PA y el PSA. “Mi época fue intensa y me sirvió muchísimo para mi etapa política”, señala, admitiendo que actualmente no se ha planteado una vuelta al mundo vecinal.¿Pero por qué esta poca implicación de los jóvenes en el movimiento asociativo? Más allá de que desde Solidaridad consideran que los tiempos han cambiado, que ahora “los ciudadanos priorizan y miran primero por sus problemas”, o que ya no hay tanto por lo que luchar como hace tres décadas, otro de los motivos que aducen es el del “poco interés de las administraciones con cualquier movimiento de participación”. “Se habla mucho de participación por parte de los gobiernos, pero luego no les interesa esa participación más allá de que cada cuatro años los ciudadanos acudamos a las urnas”, critica Santiago Casal, que añade que eso crea “un desasosiego entre los que trabajan a diario por sus barrios”. Sebastián Peña recuerda además que actualmente “ni existe el Consejo Local de Participación Ciudadana ni la figura del Defensor del Ciudadano”, buena muestra del escaso interés municipal porque los vecinos tomen parte en las decisiones de su ciudad.

Desde Solidaridad también rechazan las voces que dicen que es una federación que se ha “politizado”. “Siempre habrá alguien que lo diga —señala Sebastián Peña— por las reuniones en las que nos vemos con los miembros del gobierno y por eso alguien puede pensarlo. No negamos que hayamos tenido más feeling no con un partido en concreto, sino con algún concejal, pero la lealtad institucional está por encima de todo, porque nuestro objetivo final es que haya más seguridad en los barrios, mejor sanidad, mejores servicios…”.

Lo que tienen claro es que Solidaridad tiene mucho recorrido por delante. “Mientras haya necesidades que cubrir, la federación seguirá siempre con las reivindicaciones de sus vecinos”. Eso sí, Peña aboga porque “tenga una visión de conjunto, sin dejar de mirar a las distintas asociaciones, pero tienen que ser estas las que tiren del carro”.

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Jorge Miró

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