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Urraca sólo conoce una manera de dejar de ser reina y es la muerte.

Urraca sólo conoce una manera de dejar de ser reina y es la muerte. Ha sobrevivido a la violencia de su marido, 'El Batallador', que a fin de someterla, la ha molido a golpes durante años y ahora ha vencido al obispo Gelmírez que había pasado de ser el guardián del heredero a desear gobernar a través de él. Para parlamentar entra en la sitiada Santiago, donde el ruin obispo ha soliviantado al pueblo. Les ha convencido de que es un demonio que contra natura ejerce oficio de hombre. Le gritan, la desnudan, la arrastran por el barro y le arrojan todo tipo de inmundicias.

Una mano valiente le lanza un canto en la cara y la reina empieza a ahogarse en su misma sangre, el golpe le ha quebrado varias muelas y dientes. No la conocen quienes intentan amedrentarla, ella ha sufrido castigos mayores. Sobrevive y huye, sale de allí decidida a tomar la ciudad a sangre y fuego. Si es la fuerza el lenguaje que obedecen, por la fuerza aprenden que ella, Urraca, es reina. Durante más de una década gobernará Castilla en solitario y por voluntad propia parirá otros hijos sin volver a casarse. Los mismos que le negó al cruel rey de Aragón cuyas palizas no lograron quebrar su determinación de conservar su reino para sí misma.

Urraca (1081-1126).

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