El doble filo de los fondos 'Next Generation'

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Francisco Casero / Antonio Aguilera

Una trabajadora de la cooperativa Las Virtudes, en Conil, en una imagen de archivo. Autor: Manu García
Una trabajadora de la cooperativa Las Virtudes, en Conil, en una imagen de archivo. Autor: Manu García

Ha ido aumentando el revuelo a medida que se ha ido teniendo conciencia de la relevancia cuantitativa y cualitativa de los fondos que ha dotado la Unión Europea para la recuperación de la sociedad y la economía tras la pandemia del covid, los Fondos Next Generation.

Entidades públicas se han lanzado de forma más apresurada que eficaz a habilitar fichas de cumplimentación de proyectos y plataformas en las que volcar ideas y propuestas a las que destinar estos fondos europeos que anuncian pronto su llegada y que pueden suponer la mayor inyección de fondos públicos a la economía que hayamos conocido.

Para cumplir los cortísimos plazos habilitados, tratando de aportar información básica, centenares, quizás miles de ayuntamientos, empresas y agentes sociales se están lanzando estos días a trasladar a las comunidades autónomas y al estado decenas de miles de anteproyectos. Sacando del cajón ideas que nunca pudieron ser ejecutadas, acciones y responsabilidades pendientes, mejoras deseadas, infraestructuras deseadas. Es probable que a estas alturas de diciembre, estemos en una situación inaudita y los buzones de las administraciones competentes tengan ya más cartas que los propios Reyes Magos.

En toda esta alocada carrera a matacaballo para tratar de captar fondos se corre un peligro extremo. El de colapsar el sistema con ideas que no cumplan los requisitos que estipulan los fondos europeos. El de solapar propuestas, muchas de ellas coincidentes y transversales presentadas por varias entidades a la vez. El de generar unas expectativas que después no van a poder cumplirse.

Porque este proceso adolece de tener una base estable. Primero por la incomprensible opacidad respecto a los criterios, plazos, prioridades, condiciones para acceder a los fondos. El gobierno del Estado de forma inexplicable no está definiendo una mínima hoja de ruta que permita ordenar el trabajo. Los Fondos Europeos tienen tres vías para poder ser asignados: convocatorias, planificación y declaraciones de interés. Es hora de que la administración del estado ofrezca criterios y plazos para unas y otras.

Segundo porque más allá del discurso del presidente Sánchez en octubre en el que se enumeraron una serie de áreas de trabajo y políticas palanca, poco más existe para coordinar una estrategia entre los distintos estamentos públicos y privados. Ni reparto de competencias, ni áreas, ni plazos cuestión que está haciendo que el mapa de proyectos sea un galimatías de nulo recorrido.

Tercero porque la experiencia dice que no somos buenos gestores de los fondos públicos europeos ya que son muchos los que han tenido que devolverse por no ser capaces de encontrar un fin acorde a su sentido y son muchos los que no han podido justificarse adecuadamente. Los Next Generation tienen una cuantía no conocida hasta ahora y una premura inusual. Tienen todo el fundamento las voces europeas que alertan sobre nuestra capacidad de emplearlos oportunamente.

Y cuarto, y quizás más importante, porque se está obviando la premisa esencial respecto al sentido de los propios fondos: Tienen que servir para transformar la realidad del territorio y su gente con criterios de sostenibilidad a largo plazo.

Es en ese aspecto donde radica la mayor oportunidad de estos fondos. Estar en disposición de abordar, de una vez por todas, el tantas veces mencionado cambio de modelo productivo, el respeto y mantenimiento de la riqueza del territorio, frenar el cambio climático, revertir la despoblación del medio rural. Superar el turismo estacional de sol y playa. Disponer de un plan de movilidad eficiente. Un sector primario e industrial innovador. Una red de telecomunicaciones y energética eficiente y renovable. Una administración pública eficaz y al servicio de los ciudadanos.

Un reto transformador que sólo, que exclusivamente es abordable con una clara implicación de la sociedad, para lograrlo se debe informar adecuadamente, se deben establecer mecanismos verdaderamente participativos, más allá de poner a disposición unos formularios y un plazo. Los pequeños municipios, las pequeñas empresas, el tercer sector, la sociedad civil debe poder participar de forma igualitaria, es un gravísimo error de bulto recurrir a las grandes corporaciones como si fuesen salvadoras porque en su máximo objetivo sigue estando la rentabilidad económica de sus accionistas, sigue faltando una verdadera responsabilidad social en las grandes empresas. No podemos tolerar que la estrategia de un territorio, de una sociedad, esté pilotada desde una mesa camilla. Está comprobado que esa fórmula sólo beneficia a unos pocos y otros muchísimos nos vemos convertidos en palmeros.

En la Fundación Savia hemos presentado proyectos que entendemos que son beneficiosos para el territorio, transversales por su amplitud de miras: economía circular en el olivar, infraestructuras para la ganadería extensiva, recuperación de ríos, cauces, estuarios y acuíferos, actuaciones transversales para el control de especies invasoras, planes integrales comarcales.

Los Fondos Next Generation deben servirnos para mirar arriba y adelante, al cielo, pero no podemos cometer la grandiosa torpeza de estrellarnos.

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