Un niño echando una carta en un buzón de Correos.
Un niño echando una carta en un buzón de Correos.

Un papel y un lápiz permite una historia que vuele por el mundo, sólo hay que echarla en un buzón. Escultural, forma parte del paisaje urbano, de barrios y pueblos, elemento cotidiano que va perdiéndose. Se echa en falta cuando se necesita, búsquenlo.

Una carta con sus sellos –matasellados, obsesión de coleccionistas— es sorpresiva a su recepción, su apertura es un ritual aunque ya se utilice poco el abrecartas, el despliegue de la hoja y comienzo de su lectura, si es de pie no podía esperar y sentado si es profunda. El tacto del papel e incluso el aroma del escritor, se puede llegar a sentir, ayudando a una mejor comprensión. Aquí nunca llegará el correo electrónico, ni con inteligencia artificial.

A mayor gramaje, mayor honorabilidad y custodia en el tiempo de esas palabras que deseamos perduren en la historia. ¿Quién no ha pintado galgos sobre la marca de agua de esos singulares folios de antaño?. Son experiencias que te enseñan a coger el lápiz, fundamental para poder pintar algo en la vida.

Para poder comunicarnos en el mar, un mensaje en la botella, nos ha permitido conocer grandes naufragios e inquietudes allende los mares, sin embargo ¿cuantas experiencias vitales guardan en el fondo de los mares? Las palomas mensajeras eran los carteros de antaño, oficinas de correos los palomares, y los granos y semillas de avena, trigo, maíz, sorgo, cebada, lentejas, arroz, lino, algarroba, habas, sésamo, mijo, guisantes o girasol, los sellos.

Cartas de amores, sentimientos, peticiones, anuncios, inquietudes e ilusiones aguardan en cajones sus recuerdos, y fascinantes descubrimientos por anónimos buscadores de tesoros. Y mención especial a la carta a los Reyes Magos, esas peticiones personales e intransferibles con el encabezamiento de "Queridos Reyes Magos, este año he sido muy bueno y quiero...", ese sello adhesivo en la parte superior derecha, que ya no se lame cuando la esponja del estanco estaba seca, para pegar en el sobre, donde hoy en día con covid no se pueden entregar a los carteros reales y sin embargo, los buzones siguen en su sitio.

Existen buzones mágicos, cambiantes de ubicación para poder llegar a todos los niños, en Puerto Real, personalizados para Melchor, Gaspar y Baltasar, que enfatizan en estos tiempos de tanta sensibilidad, la necesidad de trasmitir los sentimientos en forma de peticiones de Paz, Salud y Felicidad con nosotros y con nuestro medioambiente.

Levantar la trampilla, meter la mano es condición sine quanom, al igual que volver a meterla no vaya a ser que no haya caído en la saca de correos. Finalmente llegan a su destinatario, entregada en mano si procede, llueve, truene o relampaguee. Son los grandes olvidados, y creo que se merece que pidamos un buzón por barrio a los Reyes Magos o al alcalde, pues sin buzones no hay cartas ni amigos carteros.

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