Hay quien experimenta hasta qué punto el orden, la estabilidad y la belleza son inconsistentes (seguir leyendo).
Quien alguna vez ha intentado coger una flor de jara o de granada y ha visto cómo, apenas tocada, ésta se deshace de repente entre los dedos, experimenta hasta qué punto el orden, la estabilidad y la belleza son inconsistentes.
En estos días en que los medios locales y nacionales se hacen eco de la “inestabilidad” del gobierno, de las “fragilidades” de la democracia, de los “vaivenes” de las alianzas políticas, de la “incertidumbre” de las negociaciones, de la “debilidad” de las instituciones, de los “flojos” resultados de las reformas, de la “caducidad” de los contratos, de las “oscilaciones” de los precios, del “colapso” de los mercados financieros, de las “fluctuaciones” de las divisas, del “agotamiento” de los recursos, del clima de “inseguridad” en el que vivimos, comprendo que la fortuna de los españoles se ha vuelto demasiado inconsistente, y que esta fragilidad es el fruto de nuestras renuncias y de nuestra cobardía.
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