El pasado día 9 a las 21:00 horas falleció un hombre por ahogamiento en la playa de La Laguna de Chipiona. Parece que se desmayó y no pudo recibir socorro a tiempo. En esta semana casi una persona al día en circunstancias parecidas. En Barreiros, en Benidorm, en Gijón… No hemos dejado julio, y ya son más de 110 los bañistas fallecidos este año. La cifra es extraordinaria. Los expertos alertan y piden que se extremen las precauciones, y sobre todo, allá donde no hay socorristas.
Al mar hay que tenerle respeto. Es el último espacio indómito para el hombre, aunque los peligros mayores a menudo le vengan de sí mismo. También en alta mar, los más novedosos megabuques de transporte marítimo se parten de vez en cuando. La mar no para nunca, es mudable como una mujer. También escucha como una mujer, pues su compañía produce un efecto sanador en los cerebros agotados y heridos, como disolvente de preocupaciones.
Descansa en el movimiento, lo pensó Heráclito tumbado con sus gafas de sol sobre una colchoneta en Pamucak Beach, Éfeso. Buscaba un consuelo para las vidas administradas porque vio claramente que la colchoneta estatal no dejaría pensar bien.
Descansa en la quietud, ya estaba cogido como consuelo religioso. El Estado no es del más allá, ni puede poner un socorrista en cada palmo de nuestro extenso litoral. Así es que, contemplen la mar y tomen en consideración, que decía Parménides sobre su yegua torda frente al mar de Campania en Velia (Elea).
Comentarios