Fosas: la identidad de los olvidados

Los familiares de las víctimas del franquismo enterradas en el cementerio de Cádiz visitan las excavaciones para seguir la evolución de los trabajos

Tareas de exhumación de las fosas en el interior del cementerio de Cádiz, en una imagen retrospectiva.
Tareas de exhumación de las fosas en el interior del cementerio de Cádiz, en una imagen retrospectiva.

Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron. / Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, / y que el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados. Lorca vaticinó su suerte y la de otros tantos. Ocho décadas silenciadas con la boca llena de tierra. Más de 100.000 víctimas del franquismo y la Guerra Civil, a día de hoy, yacen sin saber dónde, repartidas bajo nuestros pies. España es "un territorio sembrado de fosas comunes como si fueran tulipanes, el retrato de la infamia", en palabras de la periodista Cristina Fallarás. Es un país que pretendió desmemoriarse, olvidando los gritos que no suenan desde la raíz, dejando a un lado la pregunta del "¿dónde?" y resignados ya a no entender el "¿por qué?". Es un país de huesos plantados, de heridas en la tierra, de cuentas y cunetas pendientes.  

La Plataforma por la Memoria Histórica de Cádiz sigue trabajando en las exhumaciones de las fosas del cementerio de San José. Algunos familiares de las víctimas enterradas en esta zona acudieron esta semana al camposanto gaditano para comprobar la evolución de los trabajos que se han desempeñado durante los últimos meses. El pasado abril, el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila, anunció el inicio de una nueva fase en el cementerio de San José para la localización y estudio estratigráfico de las fosas comunes del patio 1. El objetivo de esta nueva fase, además de la localización y el estudio, era la interpretación deposicional de las inhumaciones de los represaliados realizadas en las fosas norte y sur de esta parte del cementerio. 

"Existen una serie de obras posteriores sobre la fosa, para la construcción de nichos, que podían haber afectado a la misma"

En las fosas comunes de Cádiz en teoría sólo hay represaliados de entre julio de 1936 y febrero de 1937, lo que se conoce como Terror CalienteEs decir, cuando se fusilaba sin consejo de guerra o juicio sumarísimo. A partir de marzo del 37, los represaliados de Cádiz comienzan a enterrarse en medias sepulturas. Las dificultades a la hora de localizar los cuerpos en el cementerio de Cádiz son varias. La primera de ellas es que la fosa ya se utilizaba antes de la Guerra Civil y se siguió utilizando aproximadamente hasta los años 70. No sólo hay represaliados, sino que hay muchísimas personas más procedentes de manicomios, hospitales y gente sin recursos. 

El arqueólogo municipal, José María Gener, asegura que "los resultados han sido peor de lo que nos esperábamos. Existen una serie de obras posteriores sobre la fosa, para la construcción de nichos, que podían haber afectado a la misma". Esa obra se lleva a cabo en 1979, introduciendo cimentaciones de hormigón para levantar nichos. Incluso tenía presupuestado el vaciado de restos óseos para ser trasladados a un osario. Curiosamente, no existe ningún tipo de información sobre materiales, medidas o procedimientos. Simplemente aparece reflejado que se hace una intervención, pero nada más. "Nosotros confiábamos en que esos cimientos fueran relativamente superficiales. Desafortunadamente, las personas que hicieron la obra no confiaron en el subsuelo y decidieron cimentar hasta el fondo de la fosa".  

"Lo que no hemos localizado es ningún indicio de violencia que nos identificara que estamos ante represaliados"

"Afortunadamente, entre cuartelada y cuartelada había dos grandes calles, y en esos espacios actualmente conservan los enterramientos", comenta Gener. "Tenemos localizada lo que es la fosa, muy destruida por la obra, pero en dos espacios completos donde hemos hecho los sondeos hemos comprobado que existen restos de muchos enterramientos, con muchas cajas, tanto infantiles como de adultos". Hasta el momento los trabajos sólo han consistido en la comprobación del estado de la fosa. "Lo que no hemos localizado es ningún indicio de violencia que nos identificara que estamos ante represaliados. Es decir, que aún no hemos dado con el sitio que buscamos".  

Una de las fosas en las que trabajan en el cementerio de Cádiz.

Se sabe que la fosa mide unos 17 por 10 metros. Todas las personas que enterraban en ella iban en ataúdes de pino tintadas. "Existen indicios de que vamos por el buen camino, pero necesitamos mucho más tiempo para poder terminar el trabajo. En cinco meses hemos sacado un montón de restos humanos, y aunque no sean represaliados no podemos obviar esos restos. Hay que documentarlos y examinarlos todos", aseguran los arqueólogos.  

Sucesores de la memoria

Amparo Raposo Campos y Luis Caro Romero, vienen desde Trebujena. Ellos no buscan a un familiar, sino a José Marchena Barba, que fue amigo del padre de Amparo. "Era anarquista, de la CNT, por lo que estaba señalado políticamente. Además, participó en un enfrentamiento armado con la Guardia Civil. Entonces dieron malas referencias de él y se lo llevaron a los Cuarteles de Varela, y después lo trasladan a Santa Catalina. De ahí va a los fosos de las Puertas de Tierra, donde suponemos que es fusilado y traído a la fosa del cementerio", relata Caro Romero, quien escribió sobre el tema en su libro Trebujena 1936. Historias de la represión 

"Mi padre lo visitaba en el penal, por eso supo de su desaparición. Nunca volvió a Trebujena". Ahora es Raposo quien habla. "Era una persona muy instruida. Sabía leer y escribir y enseñaba a los demás, y siempre llevaba un libro en la chaqueta". No obstante, Amparo también es familiar de represaliados, ya que mataron a un tío paterno y a uno materno. "Hay que luchar por el reconocimiento y por poder sacar todos los restos, sean de familiares o no. Todos se merecen ser encontrados". 

"Mi madre murió con esa pena de perder a su hermano"

Juana Gómez busca a su tíó, Juan Ragel, autor de carnaval que escribió los coros Los fakires (1933) y Los caballeros del siglo XVI (1934), así como las chirigotas Los nuevos luceros (1934), Los viejos matatías (1935) y Los excéntricos (1936). Aunque ingresó en la Cárcel Vieja el 31 de octubre de 1936, se encontraba detenido desde el 25 de agosto. Lo sacaron finalmente de la Prisión Provincial el 31 de diciembre con dirección Penal de El Puerto. Nunca llegó, fue asesinado en lugar desconocido. Así como tampoco se conoce su enterramiento.  

"Era hermano de mi madre. Yo sé lo que ella y mi hermana mayor me contaron. Un día estaba en su casa tan tranquilo, llegó un taxi y se lo llevaron. Mi madre, la pobre, preguntó que a dónde se lo llevaban, pero nadie le dio explicaciones. Y hasta el día de hoy". Nunca se supo qué paso con Juan Ragel, ya que no existen documentos que atestigüen su muerte. "Mi madre murió con esa pena de perder a su hermano. Él estaba recién casado, no llegaba a los 30 años cuando lo fusilaron". Quienes se lo llevaron fueron guardias municipales a las órdenes del alcalde Ramón de Carranza.

Existen tantas historias como víctimas, tantos recuerdos como familiares. Es por ello que se ha propuesto crear una asociación que represente a los familiares y que pueda participar en las actuaciones futuras. Desde la Plataforma por la Memoria Histórica se apela a familiares de personas asesinadas durante el golpe de Estado para que se pongan en contacto con la Oficina de Memoria Democrática, sita en el Centro Integral de El Palillero. La lista de los nombres de las víctimas puede consultarse en la página web todoslonombres.org, así como los números de teléfono y direcciones de correo electrónico a las que dirigirse.

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Estefanía Escoriza

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