Felipe Monge y Salvador Cantero son dos de los componentes de 'Play on retro', un grupo de aficionados de las consolas antiguas que "resucita" títulos para Sega Mega Drive o Spectrum.

Qisha tiene que sortear todo tipo de obstáculos y encontrar las llaves necesarias para pasar al siguiente nivel, al que accede a través de un portal que le lleva a otra dimensión. Este podría un resumen —muy escueto— del argumento de Miniplanets, un videojuego de plataformas y puzles para Sega Mega Drive que ha sido rescatado del cajón del olvido recientemente por unos locos de los juegos de los 80 y 90. Esa fue su primera creación, pero luego vinieron varias más. Todo empezó en un encuentro en una feria retro celebrada en la localidad sevillana de Dos Hermanas. Allí, Felipe coincidió con Ricky, un antiguo compañero de instituto, programador informático, con el que surgió la idea de crear Play on retro, un grupo de apasionados de las consolas ochenteras que decidió unirse para hacer sus propias versiones.

“Esta pasión te acompaña toda la vida”, dice Felipe Monge, diseñador gráfico y encargado de darle forma a la carátula y a las cajas que contienen los juegos que diseñan ellos mismos. Salvador Cantero también es programador y otro de los integrantes de esta “familia” que ya lleva tres criaturas en su haber. Y una cuarta que viene en camino. Primero fue la citada Miniplanets, para Sega Mega Drive, y a esta le siguieron Planeta Rojo, Car Wars y ahora tienen activa una campaña de crowdfunding (micromecenazgo) para financiar la salida al mercado de La abadía de los muertos. “La producción es cara, porque vendemos muy pocas unidades”, señala Felipe, que añade de forma tajante: “No se puede vivir de esto”. Tampoco lo pretenden. Tan solo buscan divertirse creando algunos de los videojuegos que marcaron su adolescencia… y ya el resto de sus vidas.

Felipe recuerda perfectamente cuando fue su primer contacto con un videojuego. “Estaba con mi padre, que me llevaba al bar y, con siete años, me sentaba delante de una maquinita. No me daba dinero ni nada, solo miraba”, rememora. Luego probó el Spectrum en casa de un amigo y se quedó “alucinado”. Phoenix Revenge, El Zorro, Spy Hunter… marcaron sus inicios. Después fue probando otras videoconsolas más modernas, pero acabó volviendo a lo clásico. “Las de ahora me aburren”, señala sin rubor, y asegura que con su grupo, Play on Retro, diseñarán, como mucho, videojuegos de 16 bit. “Entre 8 y 16 hay mucho potencial”, reseña. E intentan explotarlo al máximo.

Ellos mismos crean desde cero el videojuego en el que deciden trabajar, normalmente tras una conversación surgida en el grupo de Telegram que tienen, tras lo que alguno de los programadores que lo forman decide recoger el guante y ponerse a ello. Luego, en paralelo, se empieza a elegir el diseño de la portada, a elaborar las instrucciones y a redactar la tarjeta de agradecimiento personalizada que dedican a cada uno de sus compradores. “Somos muy escrupulosos con el formato de la época”, añade Felipe, que no se imagina jugar con una de estas reliquias sin palpar la cinta o el cartucho.

Salvador Cantero, programador informático, estaba un día jugando al Call of Duty, cuando de repente se cansó. “Me aburrí, era demasiado realista, y pensé que no tenía sentido”. Y volvió a los orígenes. A aquella Navidad de 1984 en la que su padre le regaló su primera videoconsola, la encendió y se pasó horas jugando al Manic Miner. “Hay un componente de nostalgia importante en todo esto, vamos buscando lo que no tienen los juegos de ahora, a los que les falta alma y diversión”. Salvador cuenta que una de sus creaciones incluye una fase llamada La gruta de Álvaro, que es como se llama su hijo de nueve años, uno de los encargados de testear sus juegos. “Mis hijos prueban y me encuentran errores”, explica Cantero, que se dedica a programar, sobre todo los fines de semana. “Es un hobbie, hacemos lo que nos gusta, cuando queremos y como queremos”, dice.

Sus juegos, además de estar muy cuidados estéticamente, también tienen calidad suficiente para ser reconocidos, no solo por sus compradores, sino por galardones como los Games Of The Year (GOTY). Un aliciente más para que sigan dedicándose a su gran pasión, porque como dice Felipe: “Los juegos se pueden descargar, pero nos gusta lo físico, el fin último de un juego es la estantería”. El próximo en pasar a formato físico será, si la campaña de micromecenazgo acaba bien, La abadía de los muertos, una creación original de Locomalito para PC que ahora desde Play on retro están adaptando para Sega Mega Drive. “La fe será tu única arma. En el siglo XIII, los cátaros, quienes predicaban sobre la pobreza de Cristo y la vida sin aspiraciones materiales, fueron perseguidos como herejes por la Iglesia católica y expulsados de la región de Languedoc en Francia. Uno de ellos. llamado Jean Raymond, encontró una vieja iglesia en la que esconderse de los cruzados, sin saber que bajo sus ruinas yacía enterrado un antiguo mal”, reza la descripción del juego, un "título de culto" para los amantes de lo retro, que cada vez son más.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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