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Josep Roca, uno de los mejores sumillers del mundo, culmina una de sus catas con unas gotas de vino de jerez de más de 200 años.

El jerez emociona, vibra, estimula en todas sus versiones. De nuevo los vinos de Jerez son los protagonistas de una cata, en esta ocasión celebrada en el auditorio Kursaal donostiarra a la que asistieron 1.200 personas. Josep Roca, considerado uno de los mejores sumillers del mundo y copropietario del mejor restaurante, El Celler de Can Roca, impartió su clase magistral con tres vinos que “ayudan a pensar y a vivir” en el congreso San Sebastián Gastronómika .

El envolvente aroma y la atmósfera que se crea en las catas aumentó cuando al finalizar Roca repartió pequeños recipientes con gotas de un jerez con más de 200 años de historia. “Las últimas gotas de este vino histórico que conservaba en mi bodega en una media botella, el mejor exponente para sentir lo que es un vino que habla de nuestra historia", aseguró el sumiller a los asistentes. Se trataba de Trafalgar, un vino de Jerez que los fundadores de la bodega González Byass compraron en 1.805, el mismo año de la famosa batalla, del que solo quedan unas arrobas en la bodega La Cuadrada de Jerez.

El auditorio se emocionó con las palabras de Roca con las que evidenció que este vino no es una mera bebida. “Son lágrimas saladas vestidas de cobre, espinas de yodo. Según Roca, este caldo de Jerez, de beber a sorbitos, "se clava como un cuchillo en el paladar, es un fósil de mar rociado de sol". 

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María Luisa Parra

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