Comedor escolar, en una imagen de archivo. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Comedor escolar, en una imagen de archivo. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Potaje y tortilla francesa, primer menú en los comedores escolares, una iniciativa del Ayuntamiento que atenderá, en el marco de las escuelas de verano, a 300 niños hasta el 27 de agosto.

“¡Mamá, mamá, hoy ponen lentejas y a mí no me gustan!”

“Si no te gustan te las comes, que hoy tienes para comer, pero mañana no sabemos”.

Las sabias y certeras palabras de Mari Carmen a uno de sus tres hijos resuenan a duras penas entre la algarabía producida por decenas de niños en el CEIP Federico Mayo, que en la jornada de este lunes estrenaba el servicio de comedor escolar integrado en la oferta de las escuelas abiertas de verano.

Junto a este centro de la zona Sur, los CEIP Andrés de Ribera y San Juan de Dios y el IES Isabel La Católica atenderán hasta el próximo 27 de agosto a 300 niños de entre 5 a 17 años, en lo que es una iniciativa del Ayuntamiento que saca del apuro a decenas de familias que, por cuestiones económicas, no pueden permitirse ponerles un plato por delante a sus hijos.

Es el caso de Montse, desempleada, vecina del Mopu y con dos hijos de 8 y 13 años, que reconoce que “a mí personalmente me viene muy bien el comedor, porque aquí no hay trabajo y por lo menos te quitan eso de gasto”. Con la ayuda de 426 euros afirma que no le llega para pagar el alquiler del piso y los gastos corrientes. “Yo si eso me como un bocadillo”, explica, mientras afirma sentirse tranquila porque en el comedor “les dan buena comida, y eso ayuda, porque mi hija la pequeña es además más dura de comer”.

El menú del día consistía en lentejas, de primero, tortilla francesa con rodajas de tomate, de segundo y sandía de postre. “Básicamente servimos dieta mediterránea”, señala Gloria Bernal, empleada del cátering portuense La Cucharita. Potajes, ensaladas, guisos y pescado, además de fruta, es parte del menú que se servirá esta semana en los centros escolares.

Otras familias reconocen no tener en estos momentos problemas económicos, pero prefieren que sus hijos acudan al comedor para que se vayan acostumbrando. “Este año es la primera vez y vamos a probar qué tal”, explica Mari Carmen, con tres hijos, dos de nueve y otro de 11. Divorciada, explica que busca que sus hijos se relacionen con más niños.

En este sentido, José Antonio González, coordinador del proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI), que dinamiza el proceso comunitario en la zona Sur por parte de Ceain, explica que una de las características que se ha pretendido con la escuela abierta y los campamentos de verano es que sea “una actividad integrada y no sea parcializada con determinados perfiles de menores o familias”. Así, indica que “tenemos de todo, tanto familias con algunas dificultades como familias más normalizadas”.

En cuanto a los comedores, entiende que “es una oportunidad para muchas personas que lo tienen más difícil en esta época de verano. El tema de la escolarización de septiembre a junio deja unos meses vacíos que algunas familias con más posibilidades saben gestionar bien, pero para otras supone una fractura del aprendizaje, una ruptura de los medios educativos y si eso se puede amortiguar puede ser algo positivo”.

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Jorge Miró

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