Los jerezanos José Ronda y Diana Carolina Piñero llevan seis años viviendo en la ciudad británica, que acaba de ser golpeada por el terrorismo. "Cuando me paro a pensar me pongo a llorar. Me invade una pena y una gran impotencia".
Hasta ahora, la última vez que la ciudad de Mánchester había sido golpeada por el terrorismo fue en 1996, coincidiendo con la celebración en Inglaterra de la Eurocopa de fútbol. Un comando del IRA ponía una camioneta bomba en el centro de la ciudad que causó daños en edificios e instalaciones por valor de 700 millones de libras, si bien afortunadamente no hubo que lamentar daños personales. 21 años después, el terror en su más feroz cara ha vuelto a sacudir a la ciudad norteña y esta vez sí hay víctimas, 22 fallecidos confirmados por la policía y decenas de heridos. De momento, ningún grupo terrorista ha asumido el ataque.
Con 500.000 habitantes, Mánchester no es de lejos la ciudad más poblada del Reino Unido. Eso unido a su interculturalidad y a la gran presencia de ciudadanos que profesan la religión musulmana —el 9 por ciento del total— hacía creer al jerezano José Ronda, 34 años, que la que es su ciudad desde hace seis no sería el objetivo del terrorismo. José vive junto a su pareja a escasos cuatro kilómetros del Mánchester Arena —el pabellón donde 22.000 personas, en su mayoría niños y adolescentes, presenciaban un concierto de la norteamericana Ariana Grande— pero aún mucho más cerca del North Mánchester Hospital, de ahí que anoche, cuando escucharon el sonido de sirenas en la cama, no pensaran nada extraño. “Aquí estamos acostumbrados a ver pasar ambulancias camino del hospital y a oír sirenas. Sí que es verdad que escuchamos más de lo normal, pero no hasta el punto de pensar que se trataba de un atentado”, relata José.
La primera que supo del suceso fue su mujer, la también jerezana Diana Carolina Piñero (exconductora de autobús urbano en Jerez, que ahora hace lo propio en la ciudad británica), poco antes de las seis de la mañana, cuando se montó en su coche para ir al trabajo. Llamó entonces a José, que enseguida puso las noticias para informarse. Reconoce sentirse “nervioso e impactado”. Y aunque a través del teléfono se muestra sereno, señala que “en el momento en que se me viene a la mente me pongo a llorar. Esto me duele igual que si pasara en Jerez, porque en esta ciudad llevo viviendo casi seis años, conozco a mucha gente, estoy acostumbrado al día a día, mi trabajo… Me lo ha dado todo. Al final es la ciudad donde vives y uno es de donde pace. Y lo siento como si fuera mío, por eso cuando me paro a pensar me pongo a llorar, porque me invade una pena y una gran impotencia, porque es que además hablamos de que los afectados son en su mayoría niños”.José no ha ido hoy a trabajar. Ejecutivo de marketing, llamó temprano a su jefe para comunicarle que trabajaría desde casa. Reconoce tener “miedo”, más cuando supo de boca de otro compañero que en la radio habían comunicado que podía haber más bombas en el centro —de hecho esta madrugada se detonó un paquete sospechoso que resultó ser una falsa alarma—. “Trabajo en el norte y tengo que ir en bus a Picadilly —el centro neurálgico de la ciudad— y de allí tomar un tren. Tenía miedo de que pudiera pasar algo, porque si hay más terroristas o se tienen que mover por Inglaterra, lo más fácil para ellos es tomar un tren, porque en autobús se tarda mucho y en avión es imposible. Y si los pilla la policía imagina lo que pueden hacer”.
Aunque un atentado de estas características suele pasar en grandes capitales, “donde verdaderamente se hace daño”, el jerezano reconoce que “no nos ha cogido de sorpresa, porque se venía tiempo hablando de que algo así pudiera pasar”. José señala que las grandes avenidas que pasan cerca del Arena siguen cortadas, que muchas oficinas del gobierno no han abierto sus puertas y que algunas líneas de autobuses han desviado sus rutas. “La gente está acojonada y asustada, porque ha pasado tan de repente, a esas horas, donde ha sido…”. Eso sí, el miedo no dudará siempre. “Si se hace algún tipo de marcha estaremos los primeros, porque nos sentimos parte de Mánchester”.
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