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Pedro Fernández, jerezano de 34 años, es uno de los 3.000 españoles afectados por la talidomida, principio activo que contenían 10 medicamentos alemanes comercializados en España. 

“Cuando se caía de pequeño, dejábamos que se levantase solo, a veces se arañaba la cara”. Hoy ese niño que comparte muchísimo más con su padre que el nombre, tiene 34 años. Monta en bici, escribe con lápiz, a ordenador, conduce… Es Pedro Fernández, uno de los pocos jerezanos afectados por la talidomida. Es administrativo, estudia en la Universidad de Cádiz y es una persona comprometida, implicado de lleno en la política. Es oficialmente uno de los mejores deportistas del año 2014 en la provincia de Cádiz. Es, sencillamente, una persona excepcional.

Aunque sus padres reconocen abiertamente que siempre fue un niño muy revoltoso, durante el embarazo no le dio mucho la lata a su madre. De ahí el asombro cuando al nacer los médicos no supieron dar una explicación a lo que le sucedía en sus extremidades superiores. “No nos decían lo que era”, cuenta Mercedes, su madre. Tras las pruebas determinaron que no era genético, tampoco consecuencia de haber estado expuesta a los rayos X.

"Éramos una pareja muy joven así que salimos adelante. Nuestro único afán era que él solo se valiese por sí mismo", afirma Mercedes. El padre abrió su propia empresa para tener autonomía y administrar su tiempo en función de las necesidades de su hijo. No existe palabra que describa la entrega y dedicación de sus progenitores. Una tarde tras otra hasta que aprendió a escribir, primero algo lento, después al ritmo del resto de sus compañeros; sin parar hasta enseñarle con maña a atarse los cordones…

En su infancia no le quedó nada por hacer. Era uno niño más, se subía a los árboles, hacía caballitos en bici. No hay que idealizar, su vida tampoco has sido un agradable paseo en barca. En la barriada rural donde vivían entonces no era un alumno bien visto por el director. “Una vez me hizo limpiar la mesa con la lengua”, cuenta el propio Pedro, algo que acarreó en su día consecuencias para el docente. “Decía que mi hijo se iba a acomplejar porque si tenían que tocar las palmas, él no podría”, añade su madre con indignación. Eso solo fue una piedra en el camino.

Con los seis años ya cumplidos decidieron mudarse a Jerez para ofrecerle más oportunidades y para que se desenvolviera de forma independiente, “en el pueblo estaba muy protegido”. Allí estudió como otro alumno cualquiera en el Colegio María Auxiliadora Monte Alto, con el que la familia se muestra sumamente agradecidos. Su padre se lo llevaba con él siempre que podía. Al principio, dice, sentía vergüenza y echaba los brazos para detrás, "pero le quité la costumbre”.

Este joven ha estado diez años trabajando de administrativo y lo ha compaginado con los estudios de Relaciones Laborales y Recursos Humanos. En la actualidad toda la familia se siente orgullosa de él. “A veces creo que no lo he hecho bien porque es muy echao pá lante y se mete en todos los fregaos”, comenta Pedro padre con media sonrisa y resoplando.

Hace unos cinco años, en un encuentro casual con un médico, éste le habló de la posibilidad de que esas secuelas se produciesen como consecuencia de la talidomida. “Le envié fotografías mías desde pequeño hasta el día de hoy. En cuanto las vio dijo que era de los fármacos”. Más tarde entró a formar parte de Asociación de Víctimas de Talidomida en España y otras Inhabilidades (AVITE) de Murcia. En España fueron 10 medicamentos los que contenían este principio activo y el número de afectados ronda los 3.000. Actualmente, Pedro posee un certificado expedido por un médico forense en el que acredita que la malformación es consecuencia de la talidomida. Su madre reconoce que durante el embarazo el ginecólogo privado le recetó un fármaco alemán, el mismo que causó gravísimos daños a los hijos de otras mujeres que lo tomaron y que confiaban en que tendrían todas las garantías sanitarias. El padre de Pedro siempre sospechó que era culpa de ese medicamento. “Guardé la caja durante cuatro años”, afirma.

Este jerezano reconoce que ha logrado ser autosuficiente en todos los sentidos, aunque en casa se deja agasajar por los cuiados de su madre y coopera poco o nada en las tareas del hogar. Tiene un proyecto de vida, quiere montar su propia empresa y sus sueños y aspiraciones no están limitados. No obstante, deja claro que al entrar en contacto con la asociación de afectados ha sido consciente de que la mayoría no tienen la misma facilidad que él: "Lucharé para que se haga justicia por los demás, no por mí".

Esta familia es un ejemplo a seguir y no es una mera frase hecha. El matrimonio tiene dos hijas más y a pesar de todas las trabas, idas y venidas a médicos, especialistas y demás lo han vivido dentro de la normalidad. Por ello el ginecólogo que supervisó a Mercedes durante su embarazo les puso en contacto a otra familia cuya hija también ha sufrido las consecuencias del fámaco alemán. “Nos veíamos mucho hace unos años. Le contamos nuestra experiencia y se quedó más tranquila, aunque el caso de esta chica era más grave”, explica la madre de Pedro.

El Pleno del Parlamento de Andalucía ha aprobado recientemente por unanimidad una proposición no de ley por la que se insta a la revisión del Real Decreto por el que se regula el procedimiento de concesión de ayudas a las personas afectadas por la talidomida y al reconocimiento, asunción y reparación de los daños y discriminaciones que este colectivo de afectados y afectadas ha sufrido durante su vida. “Esto sólo es un paso, pero estamos avanzando”, señala el joven jerezano.

Sobre el autor:

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María Luisa Parra

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