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Los adolescentes infractores de la ciudad pertenecen a familias muy acomodadas y se convierten en narcisistas; o bien, a núcleos familiares desestructurados de barriadas deprimidas.

Varios sucesos violentos protagonizados por menores han sido noticia recientemente. Un joven de 19 años fue apuñalado hasta en tres ocasiones en el botellódromo, por lo que tuvo que ser ingresado en la UCI del Hospital de Jerez. En ese mismo escenario unos días antes dos jóvenes le fracturaron la mandíbula a otro menor. Por suerte, este tipo de delitos no suele ser el más común entre los menores de 18 años quienes se acogen a la Ley del Menor. El Servicio de Atención a la Familia (SAF), departamento de la Policía Nacional encargado de los asuntos de violencia de género, doméstica, así como de otros relacionados con los menores de edad, en el supuesto de que sean los autores de un acto delictivo, o para ofrecerles protección en situaciones de riesgo. Todos los casos de extrema violencia sucedidos en el último mes han sido resueltos por el SAF, de modo que los chicos han ingresado en un centro de menores por orden judicial.

El inspector Álvarez, máximo responsable del SAF, asegura que los delitos contra el patrimonio y los robos en el interior de los vehículos son los cometidos con mayor frecuencia por los menores, detrás de los hurtos en establecimientos. En estos casos, en primer lugar proceden a identificar a los responsables y a obtener todas las pruebas necesarias para imputarles los hechos y en sucesos de gravedad se detiene al autor, poniéndolo a disposición de la Fiscalía de Menores. Ésta es la que determina si dispone el ingreso en un centro de reforma u otra medida.

“Los delitos más preocupantes son los robos con violencia. Con violencia física o con un arma blanca agreden a otros menores para robarles lo que llevan encima de valor ”, explica el inspector. “Ocasionan traumas a las víctimas cuando por ejemplo le ponen una navaja en el cuello”, aclara Adrián Domínguez, portavoz de la Policía Nacional.

Rompiendo estereotipos y acabando con los prejuicios, al margen de lo que pueda pensarse, “no hay un único distrito en el que se ubique la mayoría de la delincuencia juvenil”, afirman con rotundidad desde la Policía Nacional. En el perfil del delincuente menor pueden encontrarse los dos extremos: por un lado, el niño de familia desestructurada que vive en barriadas complicadas, y por otro, aquellos menores que forman parte de familias muy acomodadas. “A estos se les ha consentido todo durante toda la vida, y se convierten en narcisistas y grandes consumidores de cocaína”, explica Domínguez. El consumo de drogas se detecta en ambos perfiles. Tanto es así que los robos suelen estar dirigidos a obtener un poco de dinero con la venta de lo que se han apropiado.

Los padres de los agresores son informados de los motivos por los cuales sus hijos son detenidos o sancionados. Ante esta crítica circunstancia las reacciones son diferentes. “Nos encontramos de todo”. Desde algunos que ya tienen problemas con sus hijos en casa y se lo esperan, a otros padres que actúan a modo de protección y niegan cualquier implicación que su hijo haya podido tener aunque sea muy evidente.

"Cuando no hay consecuencias en el núcleo familiar, transmiten la sensación de impunidad, de forma que los chicos evolucionan y se convierten en delincuentes mayores de edad y muchas veces las agresiones que han hecho en la calle la vuelcan en la familia".

La Policía Nacional advierte de lo preocupante que puede llegar a ser que unos padres defienden a capa y espada al menor pese a la evidencia “porque cuando no hay consecuencias en el núcleo familiar, transmiten la sensación de impunidad, de forma que los chicos evolucionan y se convierten en delincuentes mayores de edad y muchas veces las agresiones que han hecho en la calle la vuelcan en la familia que tan arduamente les ha defendido”, subraya el portavoz.

No son pocos los casos en los cuales los progenitores solo “conocen” a su hijo en casa pero no saben con quién sale, qué amistades tiene, qué es lo que hace y cómo se comporta en la calle. Todo esto con independencia del nivel cultural y educativo. “Hay familias con niveles culturales bajos y unos valores fabulosos”, apostilla Adrián Domínguez, portavoz de la Policía Nacional.

Fiscalía y el equipo socioeducativo del Ayuntamiento son los órganos encargados de realizar un seguimiento posterior mediante entrevistas a los jóvenes, familiares y demás. En menores es obligatorio un informe al juez de menores que elaboran un asistente social y un juez de menores, una junta consultiva que aconsejan al juez qué hacer con ese menor. “La gente se acuerda normalmente de nosotros cuando tienen el problema”, reconoce el inspector Álvarez, responsable del SAF.

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María Luisa Parra

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