Federico prepara a Soleika. Pone unas vendas rojas en sus patas, pinta sus cascos y los protege con campanas que amortiguan su pisada. Mientras este la viste, Marina elabora pequeñas trenzas en sus crines. Normalmente tardan cerca de dos horas en preparar a la yegua. Una vez que la acomodan para la competición, Marina entra en la pista para repasar la reprisse (series de ejercicios que realiza el caballo en la doma clásica), visualiza los detalles del recorrido, estira y se concentra en silencio momentos antes de montar. Su familia al completo está cerca. Al lado solo tiene a Federico Rodríguez, su entrenador profesional, pero en las gradas sus padres observan todos sus movimientos. Así, una y otra vez antes de una competición. En la última, en la Copa del Rey de Doma Clásica celebrada en Madrid el pasado 29 y 30 de octubre, Marina logró alzarse con el oro.

Marina Galán es una joven amazona de 16 años que nace en Jerez, pero que se cría en un campo donde trotan algunos caballos. “Empecé a montar desde pequeña con tan solo dos años”, relata. Y se inicia de forma profesional en 2008, con ocho o nueve años de edad. Dice que su padre es quien le inculca el amor a los caballos, pero que tampoco este la presionó para que compitiera. Todo lo decide ella y él “deja hacer”. En un principio entrena en los terrenos de su abuelo, más tarde se apunta al Centro Ecuestre El Juncal y empieza montando ponis.

La primera vez que compite es en la liga provincial de Cádiz en 2011 y con Margarito, caballo con el que prueba suerte en el Campeonato de Andalucía. “Iba con la idea de participar y ya está, pero me llevé la sorpresa de que en el primer día quedé segunda, y en la final conseguí el primer puesto. Me llevé la medalla de plata a casa y... súper contenta”, cuenta Marina. Al año siguiente monta a Napoleón, segundo caballo con el que participa en el campeonato de España, “ese era el objetivo de la temporada”. Su propósito era clasificarse entre los 15 primeros para conseguir pasar a la final. “El último día quedé la sexta, pero en la total quedé en el puesto 12 y pude entrar en el nacional”. La joven amazona lleva entrenando con Federico desde sus primeros años profesionales. “Llevo más años con Marina que el padre”, bromea. Desde julio de 2016 llevan entrenando en un nuevo terreno que han comprado sus padres en Mesas de Asta. Bautizan la finca como La Perseverancia porque según ellos es el adjetivo que mejor les define. A día de hoy se levanta cada día bien temprano para ir a clase —cursa el primer año de Bachillerato de Ciencias de la Salud en el IES Padre Luis Coloma—; cuando toca el timbre se dirige a su casa, almuerza y estudia o entrena con Soleika —yegua que monta desde 2013—, va cambiando el orden de las dos últimas tareas dependiendo de los rayos del sol.

Paso, trote, trote levantado y luego galope, ese es el entrenamiento habitual y el que realiza cada tarde en La Perseverancia. Con este nombre... ¿qué valores se respira en este deporte? "En la hípica se aprende a ser constante y a ver que no todo es tan fácil. Tienes que poner de tu parte y perseverar en ello", expresa. Destaca siempre la constancia y la disciplina, posiblemente los dos pilares del deporte ecuestre. "Los que practicamos algún deporte nos tenemos que organizar más a la hora de estudiar. Somos más disciplinados", añade. ¿Estudios o doma clásica profesional? “No, no. Esto es súper difícil, hay que destacar mucho. Es un mundo complicado y yo prefiero tener mis estudios”, manifiesta Marina. No deja los libros aparcados para entrenar, si es disciplinada para la hípica, también lo es entre los ejercicios de clase. Su padre, Víctor Galán, admite que si no le fuese de diez en Bachillerato, probablemente no seguiría entrenando. Pero ese no es su caso. “Me gusta y no quiero dejarlo”, replica Marina. Dice que sueña con sacarse la carrera e medicina en la Universidad de Sevilla. Tiene bien presente la provincia vecina, ya que todos los fines de semana se desplaza hacia allí para continuar su entrenamiento con Antonio Medina.

"En esto hay que tener disciplina, ser constante y no dejarlo, estar siempre ahí"

Cuenta que de pequeña jugaba al tenis y al pádel, pero su pasión será la hípica. Prueba distintas disciplinas como salto o acoso y derribo, pero finalmente se decanta por la doma clásica. No está segura de si dejará la competición cuando comience su grado universitario, pero tiene claro que quiere seguir montando. A día de hoy está serena y muy contenta, "ahora tenemos que preparar la temporada del año que viene". No obstante, aún le queda la final de la copa Andalucía en Pineda (Sevilla), el próximo 26 y 27 de noviembre. "En esto hay que tener disciplina, ser constante y no dejarlo, estar siempre ahí", reitera la joven jerezana mientras se aleja poco a poco montada en su noble yegua. 

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Claudia González Romero

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