Un diciembre sin Zambombas: la fiesta tendrá que esperar

Jerez encara el último mes del año sin su celebración más tradicional debido a la pandemia

Aspecto de la céntrica plaza del Arenal en este puente, nada que ver con las aglomeraciones masivas de años anteriores.
Aspecto de la céntrica plaza del Arenal en este puente, nada que ver con las aglomeraciones masivas de años anteriores.

Era un secreto a voces hasta que, a principios de noviembre, lo confirmó la alcaldesa: "No habrá, para nada, ninguna Zambomba en la calle". La evolución de la pandemia y la falta de vacuna lo hacían inviable, aunque había quien esperaba que se celebraran con aforo reducido o con medidas que garantizaran el distanciamiento social, algo que no caracteriza precisamente a esta celebración. "Zambombas habrá, en lugares precisos y adecuados", llegaron a decir desde el Ayuntamiento, que finalmente se rindió a la evidencia.

En condiciones normales, la ciudad rebosaría de alegría y alboroto desde mediados o finales del mes de noviembre —cada vez empieza antes—. El puente de diciembre del año pasado se celebraron unas 80 Zambombas, unas 1.500 durante todo noviembre y diciembre, aproximadamente. Este año, evidentemente, ninguna. O siendo estrictos, alguna ha habido, pero reinventando el formato. En la barriada de El Almendral se han realizado desde los balcones, o también de forma telemática, como hizo una el Coro Virgen de Belén, que celebró sus 30 años grabando un villancico para celebrar "una navidad diferente".

El origen de la Zambomba hay que buscarlo en el siglo XVIII, aunque se enriqueció el siglo siguiente, cuando se incorporó el villancico andaluz al repertorio de artistas flamencos. Jerez de la Frontera y Arcos son las localidades en las que se ubican los inicios de una fiesta que tiene matices entre ambas poblaciones. En el municipio jerezano tiene más influencia del flamenco, con instrumentos como la guitarra, el cajón y los timbales, mientras que el arcense se mantiene más fiel a los orígenes de baile de ronda y la variedad estilística.

Desde 2015, la celebración está inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico (CGPH) de la Junta de Andalucía como Bien de Interés Cultural (BIC). Arcos y Jerez, epicentro de la Zambomba, “comparten un universo común para la fiesta de tradición navideña si bien es cierto que presentan ciertos matices diferentes en cuanto a su desarrollo y evolución”.

Unas celebraciones que tendrán un paréntesis en 2020 debido a la pandemia. "Tradicionalmente, el Ayuntamiento emite por estas fechas un bando para regular todos los aspectos relacionados con las Zambombas, pero este año, ante el marco normativo que se nos impone desde la Junta de Andalucía, y en aras de la responsabilidad y cuidados que se deben observar para el bien común, no es posible autorizar zambombas en la ciudad”, aseguraban desde Seguridad hace poco. 

Un poco de historia

La fiesta, como se conoce hoy día, no sería igual sin el empuje de Juan Pedro Aladro Durán (Jerez, 1938-Madrid, 2019), quien reinventó la fiesta en los años 80 del siglo pasado, cuando impulsó la colección Así canta nuestra tierra en Navidad, que se editó ininterrumpidamente hasta 2011, cuando casi 30 años después, se perdió abruptamente tras la reestructuración del sistema financiero español con la absorción por parte de La Caixa de lo que quedaba de la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Jerez.

"Lo de aquella época no tenía nada que ver con la Zambomba en la calle. Hoy hay un confusionismo tremendo con eso y a lo mejor yo soy bastante culpable. No mire usted, eso es mentira. No solo no estaba en las calles sino que no estaba ni en todas las casas", aseguraba Aladro en una entrevista concedida a lavozdelsur.es. "Las letras se aprendían en las cocinas o como entretenimiento de los niños que se ponían a cantar en el patio", agrega.

"Cuando vas siendo un adulto, te vas de tu pueblo, llegan las añoranzas en esos días, y buscas por todos sitios. También lo hacía por mi afición al mundo de la música, mi asignatura pendiente. El caso es que buscas a ver dónde estaba el Marinero Ramiré y dónde estaban aquellos villancicos. Aquello no existía, eso no aparecía y lo añoraba: todo lo que había cantado en mi casa con mis primos, en otras casas… Lo echaba de menos y puede que eso fuera aquella chispa que se encendió cuando a mí me llaman para colaborar con la Caja y propongo la idea", señala Aladro.

"Los discos eran un 5% de la tirada, el resto eran casetes porque en las casas de los clientes de la Caja no había tocadiscos. Pero sí radiocasetes en los coches. Yo regalé todos los discos de la primera tirada porque si no, no hubiera habido disco. La Caja no lo quería pagar porque no creía en la idea ya que los que mandaban, excepto Mariano Ruiz Carretero, no tenían tradición de Zambomba. ¡Pero es que era normal entonces! En la calle solo se cantaba el día 24, entonces no existían los pisos actuales, se vivía en familia, aquella colectividad propiciaba el encuentro", relataba el reinventor de la fiesta.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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