Vecinos critican el abandono que sufren las instalaciones que en su día albergaron un taller de formación ocupacional de la Junta, dentro del antiguo complejo bodeguero de Díez Mérito. 

Antonio no se llama Antonio, sino Luis, pero al vernos nos dice esa pequeña mentirijilla que conoceríamos un rato después: “Creía que eran ustedes de la secreta”. El motivo de este miedo es que lo vemos sacando de la antigua bodega Díez Mérito, a través de una puerta que da a la calle Madre de Dios, una estructura metálica. “Ahí está abandonada y a mí me sirve para mi taller. Soy carpintero, sabe usted, y así puedo colocar los tablones más fácilmente”.

Antonio, es decir, Luis, aprovecha que el candado está roto para acceder al histórico edificio, de finales del siglo XIX. La noche antes, los bomberos lo cortaron para sofocar un incendio en sus dependencias. "Si no hemos venido sus 12 veces por aquí, no habremos venido ninguna", aseguraba uno a este periodista tras las labores de extinción. A la hora que es, cerca de las 11 de la mañana, nadie del Ayuntamiento ha repuesto el candado. Hoy, parece, el que quiera entrar para saquear o hacer el vándalo no tendrá que escalar ninguna reja.

En la calle huele todavía a chamusquina. Un vecino del entorno se detiene y se asoma por uno de los ventanales, esos que antes cubrían unas contraventanas que ya han desaparecido. De la parte superior se han llevado parte del rejado, con lo cual ahora cualquiera con una mínima agilidad puede entrar al antiguo casco bodeguero que hasta hace unos años albergó unos talleres ocupacionales de la Junta de Andalucía. Un cartel, en la fachada, todavía anuncia la inversión de 100.000 euros, a cargo del Programa de Transición al Empleo, destinado a mejorar las instalaciones eléctricas. Vergüenza ajena da leerlo. Desde fuera se divisa mobiliario que ya quisieran asociaciones de vecinos o cualquier ong —de hecho, más de una lo ha solicitado, sin suerte, nos cuentan—. Pero, ¿por qué mirar desde fuera lo que se puede ver in situ dentro?Empujamos la puerta, un tanto atrancada, y encontramos una escena que, desgraciadamente para el que escribe este artículo, no se le hace rara tras entrar en otros edificios fantasmas que abundan más de lo deseado en Jerez —Palmera Plaza, hotel Chancillería…—. El enorme complejo bodeguero fue sede de la Escuela de Relaciones Laborales, de Madre Coraje y como ya está dicho, de estos talleres ocupacionales. A primeros de los 90 del siglo pasado el Ayuntamiento se hizo con la titularidad del inmueble y tras cederlo para diferentes usos, como el universitario, hizo lo propio a la Junta para que levantara el nuevo centro de Salud de Madre de Dios con el objetivo de que abandonara el incómodo edificio que ocupa actualmente en la calle Porvenir (y por el cual, por cierto, paga de alquiler 6.000 euros al mes. ¿Cuánto dinero podría haberse ahorrado en estos último 11 años? Hagan la cuenta…). Esta zona trasera, la que da a la calle de Madre de Dios, pasó a la extinta delegación de Fomento para destinarla a los talleres, que funcionaron hasta hace aproximadamente un lustro, cuando la Junta cortó el grifo de las subvenciones.

Además del mobiliario, vemos cristales rotos y papeles. Muchos. Apuntes, fichas de alumnos —¿qué pasa con la protección de datos?— , folletos… El agua que todavía hay en el suelo, la que usaron los bomberos, nos lleva al lugar donde se provocó el incendio, un cuarto que, por lo que vemos de entre lo que se salvó de las llamas, servía para guardar documentación de la extinta Gerencia Municipal de Urbanismo: proyectos, planos… Otro despropósito. “Yo creo que fueron unos chavales. Un rato antes de que viéramos ya el humo habíamos visto a unos cuantos de 13 o 14 años rondando por ahí dentro”, señala una vecina al salir al exterior. “No sé cuántas veces habremos llamado al 092, porque es que esto es diario. Mira esta foto —nos enseña una que hizo con el móvil, en la que se aprecia a un hombre arrancando las rejas de estos mismos ventanales— ¿tú te crees que esto es normal? ¡Y a plena luz del día!”. “Aquí una vez vino una pareja de municipales, y al decirles que dentro había cuatro personas nos dijeron que no entraban porque no podían venir refuerzos”, se queja otro vecino de la zona. “Esto es una vergüenza. ¿Cómo pueden permitir que todo esto esté aquí amontonado? Ni Junta ni Ayuntamiento hacen nada por resolver esto", concluye.En el bar El Andén, en la calle Diego Fernández Herrera, frente por frente al edificio, ya han perdido la cuenta de las veces que han llamado a la Policía. “Ya ni vienen. Si es que ya se han llevado todas las rejas de los balcones, y encima de día. Es increíble”, señala el encargado, que afirma además que “a diario se meten menores de edad, niños de siete, diez, catorce años, para romper y quemar cosas. Un día pasará algo y entonces llegarán las lamentaciones”. “Y ya verás en verano, cuando los matojos se sequen. Les meterán fuego”, añade.

La indignación vecinal se mezcla con el temor al conocerse que en las dependencias que ocupó Madre Coraje, las que dan a la calle Méndez Núñez, todavía se guardan miles de litros de aceite. “Como haya un fuego gordo, aquí salimos por los aires”.

Sobre el autor:

jorge-miro

Jorge Miró

...saber más sobre el autor

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído