Crónica desde la avenida del 'Covisterol': "Va a haber un rebrote por culpa de esto, estoy seguro"

En una ciudad con un caso por cada 1.000 habitantes, la gente se agolpa en calles que no son estrechas. Quizás la mayoría sí tiene intención de cumplir, pero por lo que hemos visto, nada garantiza que no vuelvan a aumentar los positivos

La avenida del Colesterol, en la desescalada. FOTO: MANU GARCÍA
La avenida del Colesterol, en la desescalada. FOTO: MANU GARCÍA

Pasan las siete y media. Casi ocho menos cuarto. Espero a Manu, el fotógrafo. "Creo que nos hemos equivocado", le digo. "No hay mucha gente". Alguno que se salta los horarios. A esa, en principio, sólo pueden salir mayores de 70 años o dependientes. Se ve a gente joven. Un chico sin camiseta cuenta que no puede hablar en este momento, que lleva prisa. Dos adultos nos explican que son hermanos, y él es persona dependiente. Lo han llevado como han podido, y les alegra salir a la calle. Son Marián y David, y salieron el primer día. "Aguantamos", nos dicen. "Venimos a la avenida del Colesterol porque nos coge cerca y ya veníamos por aquí a caminar antes".

La avenida Juan Carlos I es, desde su concepción, la avenida del Colesterol porque muchas personas a las que los médicos animaban a caminar venían a esta avenida de varios kilómetros. A un extremo desemboca en la zona Sur, el área más castigada económicamente desde siempre en Jerez; al otro, la residencia de ancianos La Marquesa, el punto con más infectados de Jerez, que se ha cobrado ya alrededor de una decena de vidas -las cifras no son claras-. Siendo meca de la vida sana popular, y no existiendo grandes concentraciones de viviendas alrededor (es una circunvalación, a un lado hay campo casi exclusivamente, y al otro muchos unifamiliares), uno piensa que no es mal sitio para preparar una crónica sobre cómo Jerez vive los primeros pasos -nunca mejor dicho- del desconfinamiento. Y a eso que dieron las ocho.

De frente, un grupo de vecinas. "Salimos juntas", nos cuenta una de ellas. Tres, concretamente. Nos explica que, para ella, es que nos han "echado algo". Lo ve claro. Julia es la primera vez que sale. Le parece bien, pero mantiene "mucho miedo". Porque "esto es una guerra sin bombas". Continuamos caminando de la rotonda dos a la rotonda tres (en un alarde de creatividad de Jerez, se puso un mamotreto en el centro que los árboles tapan y si se despista u olvida el orden no sabe bien decir si va por la rotonda 7 o la 1). Cada vez más gente. Miguel Ángel García, como las glorietas, también podría denominarse 1 y 2. Porque son dos. Padre e hijo, enfundados en mallots ciclistas, salen a hacer deporte. "Se pasa bien", cuenta M. Á. G. senior, porque tiene patio y entiende que eso, en estos últimos meses, es todo un patrimonio. "Siempre cojo por esta zona", cuenta, pero este lunes no. Buscará alejarse un poco hacia el campo con su hijo, por la Hijuela del Serrallo. Cuenta que nunca había visto tanto deportista. Lo dice con retranca y no le falta razón.

Miguel Ángel Garcia padre e hijo, antes de su ruta con bicicleta. FOTO: MANU GARCÍA

A eso de las 20:10 horas, diez minutos después de que toque la campana de las salidas de adultos, uno ya solo puede agradecer que más de uno no se ponga a lamer los asientos de los equipos de calistenia. De hacerlo, al menos, llevan semanas con una cinta policial que la gente respeta porque no se pueden usar zonas comunes. Y aquí hay que hacer una pequeña parada en la crónica.

La crónica es un género periodístico entre lo informativo y lo opinativo. Lo dice el titular, esto es una crónica, no un reportaje, que es mucho más común pero que, para este caso, quizás no era suficiente. La segunda cuestión a tener en cuenta que no es lo mismo alarma que alerta. La alarma es un aviso concreto. La alerta surge con la vigilancia. Es vigilancia. Y esta crónica tiene que ser crónica no para caer en alarmismo, sino para alertar. Pónganle los epítetos que quieran. Yo mismo asumía que muchas de las imágenes de parques repletos podrían ser fruto de una intención del fotógrafo de hacer pensar que hay más gente. Pero no. Las fotos de Manuel son las que son, y el que sepa un poco de fotografía, distancia focal, perspectiva, etc., lo entenderá. La avenida del Colesterol no era la avenida Álvaro Domecq un sábado de Feria. Claro.

Pero vas caminando y de repente alguien corriendo metido en sudor, bañado, pasa por tu lado sin aviso. Los carriles bicis se respetan y entre una persona y otra apenas media medio metro. Las aceras no son estrechas, pero como hay grupos de gente, caminan a a misma altura y no puedes pasarlo. El parque, maravilloso parque, que es abierto y no es más que unión de césped y árboles, está vacío. Fancisca y Carmen sí respetan las distancias. Y lo ven, el resto no lo hace. Carmen, la hija, asume que habrá un rebrote. Como  Miguel Ángel. Como Pablo, el que escribe.

Les he avisado, este texto no era solo informativo. Tenía opinión. Les he prestado, con la mejor intención, los ojos con los que he visto. Porque, a menudo, no vale con ver. Hay que mirar. Observar. Reflexionar. Y he estado esta tarde en varias situaciones en las que he podido contagiarme.

En Jerez se han detectado 270 casos de coronavirus, de los que apenas, según cifras de la Junta, se ha curado una quinta parte. Han muerto 38 personas. Por lo tanto, hay unos 200 casos existentes.  De ellos, 37 se han detectado en los últimos 14 días. Esos datos arrojan un caso cada 1.000 personas. Me he cruzado con más de 1.000. Llevo una mascarilla FFP2 que he usado los últimos dos meses, cuya eficacia pongo en duda a estas alturas, como le ha pasado mucha gente. Todo este párrafo es informativo. Todo son datos. Verdad, no opinión. Como lo es también el cumpleaños que presenciamos hacia el balcón de un unifamiliar, con varias personas a apenas un metro de distancia entre ellas. Como las muchas personas que corren alrededor de Chapín, las que lo hacen en la acera estrechísima junto al descampado frente a las puertas de Tribuna.

Culpen a quien quiera. Yo sólo les cuento lo que he sentido. Y por eso les alerto. Ojalá que esos 200 casos confirmados actualmente en Jerez sean los únicos existentes, y no otros tantos silenciosos, asintomáticos. Ojalá sea suficiente para mantener a raya el virus. Culpen a quien quieran. Si han visto y analizado algo diferente, como estoy seguro que les pasará a muchos, lo podremos debatir. Esto no es información, porque esta pieza es una crónica, insisto. Y gracias, de verdad, por no lamer las barandillas.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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