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Numerosos usuarios denuncian durante los meses de calor la sustracción de sus enseres personales. Sus autores, menores de edad, son conocidos por la Policía.

Verano, buen clima y vacaciones. En una ciudad costera como Cádiz la época estival se convierte en la temporada perfecta para acudir a la playa y pasar el día tomando el sol y olvidar por unas horas el estrés provocado por la rutina del día a día. Sin embargo, en los principales meses de calor, varios amigos de lo ajeno han disparado el número de robos de mochilas y pertenencias personales, provocando inseguridad en aquellos usuarios que han sufrido la sustracción de móviles, carteras e incluso comida.

Se trata de un grupo de menores de edad que aprovechan el descuido de los bañistas para apropiarse, con la sangre fría y el disimulo de un profesional, de todos sus enseres, convirtiendo un agradable día de playa en una odisea para recuperar los objetos robados. Este conjunto de jóvenes, que pasa los días en la plazoleta de San José, entre la Avenida Andalucía y María Auxiliadora, es ya conocido por la Policía por la ingente cantidad de denuncias de robo recibidas en los últimos meses.

Una experiencia por la que se ha visto obligada a pasar Ana Iglesias, que a finales de agosto perdió la mochila cuando estaba pasando el día junto a su sobrino en la playa de Santa María del Mar, donde se han perpetrado la mayor parte de las sustracciones de pertenencias personales. “Fui al espigón con el niño y en ningún momento me esperaba que fuera a suceder”, comenta, y es que cuando volvió, su mochila ya no estaba, “al menos lo único de valor que llevaba era el móvil”.

En este caso, Ana logró recuperar la mochila con la ropa junto al cementerio de San José, “la ropa estaba intacta y sólo faltaba el teléfono, pero no tengo ninguna esperanza de que aparezca”. Justo un día antes del hurto sufrido recibió una cadena de WhatsApp en la que los gaditanos alertaban del aumento de esta clase de prácticas. “Le habían robado a una chica diabética la mochila, en la que llevaba la insulina”, y es que estos jóvenes no tienen un perfil de víctima definida.

Fuentes policiales afirman que, al ser en su mayoría hurtos por un valor menor a 400 euros y cometidos por menores de edad, “no se puede hacer nada” por rescatar las pertenencias de quienes han sufrido esta clase de percances. “Conocen las leyes y se deshacen rápido de los objetos”, aseguran, por lo que cuando las fuerzas de seguridad intervienen no existe nada que los incrimine. Si no hay prueba, no hay delito.

La desconfianza generada en la playa por esta pandilla de menores de edad ha provocado durante el verano la colaboración ciudadana a la hora de dejar los bolsos y pertenencias en la arena. Por su parte, los grupos de Delincuencia Urbana de la Policía Judicial continúan investigando y tratando de recuperar las pertenencias que aún no han sido devueltas a sus legítimos propietarios.

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Jesús Mayone

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