Recuerdos de unas noches de cine de verano en Jerez

Cerca de una veintena de cines de verano poblaban Jerez entre los años 50 y 70 del pasado siglo de junio a septiembre. Echamos la vista atrás, en unos tiempos sin pantallas de plasma, plataformas de 'streaming', ni descargas por Internet

Recuerdos de unas noches de cine de verano en Jerez.
Recuerdos de unas noches de cine de verano en Jerez.

Hace años que pasaron a mejor vida, pero en el recuerdo de muchos jerezanos, y más en estas noches en que apetece estar en la calle para huir del calor de casa, perduran aquellos cines de verano que poblaban prácticamente todos los barrios de la ciudad entre junio y septiembre.

Para echar la vista atrás sobre estos clásicos de los veranos ya desaparecidos hablamos con una de las personas que más saben de cine en Jerez. José Luis Jiménez, investigador incansable de todo lo que tiene que ver con el llamado séptimo arte y los vinos de Jerez, además de ser presidente del Cine Club Popular y miembro de la Jerez Film Commission, cuenta que los primeros cines, a principios del siglo XX, eran ambulantes, a modo de barracón de feria.

Operadores de cámara llegados de Francia, cuna del cine, llegaban a España para filmar pequeños documentales de ciudades y pueblos, sus costumbres y sus tradiciones. En Jerez, en 1905, uno de esos operadores filmaba una fiesta de San Antón, que con posterioridad se proyectaba en dos pases, uno para las clases populares y otro para las pudientes, que solían ser además los protagonistas de las filmaciones, señoritos a caballo.

Los primeros cines de verano como tal aparecen en pleno centro. De un lado, en la Alameda Vieja, el llamado cine de la Caridad, cuyos ingresos, en parte, se destinaban a asuntos benéficos, y de otro lado, el cine Alcázar, en los jardines interiores del recinto amurallado. Estos dos centrarían la oferta cinematográfica entre 1910 y 1920 prácticamente hasta los años 40, cuando empiezan a florecer otros nuevos gracias a dos empresas, Sirius y Riba -responsable del cine del mismo nombre en calle Ancha-. 

Sus circuitos de exhibición, recuerda José Luis Jiménez, se movían por los barrios, y se puede decir que desde los años 60 hasta mediados de los 70, época del auténtico ‘boom’ de estos cines, prácticamente todos tenían esta oferta veraniega: el cine San Agustín, en el entorno del cuartel del mismo nombre; el Cinema X (calle Porvenir); Cine Avenida, en la plaza de toros; cine Santiago y cine Barceló, en el barrio de Santiago; Cine España, en la barriada del Pilar; Cine Salón Jerez, en La Asunción; Jardín Cinema, cerca del hospital; Terraza Jerezano (calle Caracuel); Cine San Miguel, Cine Delicias (detrás del antiguo cine del mismo nombre); Terraza Sol (en calle Sol); Cine San Telmo (junto al antiguo cine Valeria); cine Torresoto, y así hasta alcanzar casi la veintena.

En cuanto a las instalaciones, un simple solar adecentado para colocar sillas, un ambigú y, como no, la cabina desde se proyectaban las películas. Poco más hacía falta aparte de refrescos, cervezas, altramuces, pipas y bocadillos para hacer más amena la velada frente a aquellas pantallas de mampostería para disfrutar de las películas en Cinemascope y Tecnicolor de la época. Eran años en los que apenas había otra oferta cultural y de ocio nocturno, lo que además permitía a los más jóvenes tener una excusa para llegar tarde a casa.

Pero el paso de los años, la llegada de la televisión a todos los hogares y posteriormente el VHS fueron acabando con los cines de verano. El Jardín Cinema, el Terraza Tempul, el del González Hontoria y en última instancia el Astoria de calle Francos fueron los últimos que permanecieron abiertos.

De todos ellos ya sólo quedan recuerdos, tanto en la memoria como en fotografías, aunque  curiosamente en el jardín de una casa de la barriada del Pilar aún se levanta la pantalla de lo que fue el cine España.

La pregunta es: ¿Tendría éxito ahora un cine de verano? José Luis Jiménez piensa que no. “Ahora todo el mundo tiene un televisor de plasma, aire acondicionado, dvd, blu ray… Y si no hay otra oferta de ocio que antes no existía, porque es que antes no había ni discotecas”.

Vuelvan o no en un futuro dentro de la oferta cultural veraniega jerezana —más allá de la famélica oferta semanal de un ciclo con acento jerezano en el Astoria—, lo que está claro es que nunca se recuperará ese halo nostálgico de antaño.

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Jorge Miró

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