Las Calandrias, al límite: "El lixiviado se vierte al alcantarillado. Eso mata la fauna y la flora"

Un antiguo empleado relata las deficiencias de una planta que lleva años en el punto de mira de los sindicatos. "Hay bengalas enterradas, porque no venían los artificieros y las escondíamos"

Un camión de basura, saliendo de la planta de Las Calandrias.
Un camión de basura, saliendo de la planta de Las Calandrias. MANU GARCÍA

“Ha ido a peor, se ha ido deteriorando con el paso de los años. Antes la planta estaba nueva, pero ahora la maquinaria está reventada, se paga por un servicio de reciclado de latas que no se realiza, falta personal en puestos clave…”, cuenta un antiguo empleado, que prefiere mantenerse en el anonimato, en exclusiva a lavozdelsur.es. Este antiguo trabajador de la planta de reciclaje y compostaje de Las Calandrias, que da servicio a cuatro municipios de la provincia de Cádiz, relata la situación en unas instalaciones que llevan años en el punto de mira de los sindicatos.

“Estábamos siempre desbordados, a veces hemos tenido que coger mangueras y echar al alcantarillado el lixiviado —el líquido que pasa a través de los residuos y que es altamente contaminante—. Eso mata la fauna y la flora”, comenta. “Allí no se recicla nada”, añade, explicando que, por ejemplo, “hay muchísimas bengalas enterradas, porque no venían los artificieros y las escondíamos”. El antiguo empleado de Las Calandrias relata que “la balsa de lixiviado que colinda con el río está picada y pierde agua, por lo que eso contamina el agua. Ya multaron a la empresa, pero lo sigue haciendo”.

El trabajador cuenta que ha estado “colgado a seis metros de altura sin arnés y sin nada. Aquello es una locura”. Sebastián, un trabajador de 42 años, falleció en la planta a finales de 2015, cuando le cayó encima una chapa metálica de dos toneladas mientras realizaba tareas de mantenimiento en un tromel —una máquina de cribado de residuos de forma cilíndrica—. “No se va a matar la criatura, si no veas la que hay allí liada…”, comenta, quien asegura que el comité de empresa “mira para otro lado”.

El exempleado, que era eventual en la planta, donde estuvo diez años trabajando, cuenta que fue despedido cuando estaba sustituyendo a una compañera que se encontraba de baja, pero extinguieron su contrato antes de que se reincorporara. “Me avisaron por WhatsApp para que no fuera a trabajar esa noche”, relata, “y como la compañera a la que cubría no volvía deberían haberme dejado a mí”. Por eso le reclama a la planta una indemnización que no cobró.

Su último contrato fue de interinidad, pero como la trabajadora sustituida logró la incapacidad, debería haber continuado en la empresa. El abogado Antonio Ortega, de Laborum, es quien lo defiende, y considera que “la extinción del contrato se hizo en fraude de ley”, por eso lucharán por conseguir el despido improcedente en los tribunales, cuando se celebre el juicio, previsto para mediados de 2020. “La empresa entiende que la extinción fue conforme a derecho, pero nosotros creemos que fue en fraude de ley, por lo que cabría su readmisión o el abono de una indemnización como si se trata de un despido improcedente”, explica el abogado a lavozdelsur.es.

Un convenio suscrito en 1997 entre el Ayuntamiento de Jerez y la Junta de Andalucía provocó el nacimiento de Las Calandrias, que está gestionada por la UTE Sufi-Verinsur, que tiene contrato hasta 2023. Jerez, El Puerto, Rota y Arcos vierten sus residuos en la planta, que “no da más de sí”, contaba días atrás Rafael Tejada, secretario comarcal de CCOO, en declaraciones a lavozdelsur.es. La concesionaria, señalaba Tejada, “ha mermado la plantilla un 30% en los últimos tres-cuatro años y la plantilla cree que realmente jamás ha hecho inversiones razonables para ir modernizando las instalaciones”.

Hace unos años contaba con 120 empleados, pero ya va por unos 80 aproximadamente. “La situación está igual que como venimos denunciando en todos estos años; lo hemos denunciado todo a la Inspección de Trabajo, porque ya no es solo la falta de reciclaje, es que hay riesgos para la seguridad de los empleados”, señalaba el representante de CCOO, que agregaba: “La UTE prácticamente no ha hecho inversiones en estos años y todo se ha quedado obsoleto y sin capacidad, sin funcionar. Se le está exigiendo que haya una fuerte inversión y la empresa pasa totalmente, no porque esté cerca del cumplimiento de la concesión, sino porque nunca se ha interesado en mejorar estas condiciones”.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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