Recientemente, el Congreso de los Diputados ha aprobado la creación de una subcomisión parlamentaria que estudie regular el uso terapéutico del cannabis, para garantizar la seguridad y bienestar de los pacientes. Esta realidad que ya existe, la de pacientes que usan el cannabis como recurso y que sin embargo están desamparados ante la falta de regulación de esta sustancia, debe ser normalizada cuanto antes. Sustancias como el aceite CBD (no psicoactivo) son una alternativa cada vez más cercana para muchos pacientes que han dejado de confiar en la medicina tradicional o quieren combinarla con una opción más natural.
Este organismo, a favor del cual han votado Ciudadanos, Podemos, PP y PSOE posibilitaría que los médicos recetaran esta sustancia, facilitaría el control de su cultivo, establecería puntos de venta oficiales e impulsarían un sistema de evaluación del impacto del consumo en la calidad de vida de los pacientes. Si los estudios son favorables, esto alejaría a los enfermos y consumidores del mercado negro y les daría un marco de tratamiento más seguro y protegido.
Como ha afirmado Francisco Igea, de Ciudadanos “Hay multitud de pacientes, aconsejados incluso por profesionales, que solo encuentran en el cannabis la vía para mitigar los signos y síntomas que les produce su enfermedad y los efectos adversos de otras medicaciones". Claramente, no hay ningún intento de introducir por la vía de una dolencia grave un uso despreocupado y banal del cannabis. Las personas que recurren a esta alternativa son juzgadas mucho más duramente que las que son recetadas con benzodiacepinas o antidepresivos. Además, como declaró Mae de la Concha, de Unidos Podemos: “Confundir el uso lúdico y terapéutico es como confundir la heroína como la morfina”.
Todavía falta mucha información sobre el cannabis, y sin embargo raro es el que decide no opinar por desconocimiento. Con la marihuana pasa como con otros temas polémicos sobre los que todo el mundo opina. Pero para mucha gente es un tema demasiado serio como para tomárselo a la ligera. Deslindemos pues su consumo terapéutico y lúdico cuanto antes, para poder legislar con cabeza y perspectiva.
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