La misión que rescató a miles de personas del genocidio de Ruanda

El documental 'Redentores de Cautivos', de Salvador Gutiérrez y José Antonio Capote, narra las peripecias y el reencuentro, más de 30 años después, de la decena de mercedarios desplazados al país africano durante el cruento conflicto

Juan Carlos, durante una eucaristía en África.
Juan Carlos, durante una eucaristía en África.

Apenas hacía dos años que se había ordenado sacerdote. Por entonces, recuerda, tenía melena y barba, al más puro estilo hippie. Su vocación de ayuda le hizo partir de misión a África, junto a otros compañeros de la orden mercedaria. Su primer destino fue Burundi. El primer gran golpe que se lleva es el de la extrema miseria, pero al mismo tiempo encuentra una humanidad entre esas personas como no había encontrado en ningún sitio. La inestabilidad sociopolítica en el país —algo que sigue estando a la orden del día actualmente por aquellos lares— le obligó a partir a la vecina Ruanda. Allí, fray Juan Carlos Mancebo (Madrid, 1956) y sus siete compañeros de misión, se encontrarían, frente a frente, con el horror de uno de los peores genocidios de la historia.

“Cuando uno va a estas tierras, uno intenta, o al menos en mi caso, hacerse carne y espíritu. Vas convencido de a lo que vas, a una labor evangelizadora y con todas las de la ley”, señala el sacerdote mercedario, párroco actualmente de la jerezana iglesia del Corpus Christi más de 30 años después de aquella experiencia que se le quedaría marcada a sangre y fuego. Ahora, el periodista de Canal Sur, Salva Gutiérrez, y el realizador José Antonio Capote estrenan Redentores de cautivos, una película documental en la que recogen esa experiencia de los misioneros españoles que se jugaron la vida en aquellas tierras.

Explica el periodista que el título del documental no es otro que el lema mercedario, cuya orden cumple 800 años desde que la fundara San Pedro Nolasco. “En sus orígenes nació para ir en busca de los cristianos que en la época de la Reconquista estaban capturados por las tropas moras. Pagaban dinero para rescatarlos. Yo pensé que no había nombre mejor para la película. Los mercedarios fueron redentores de cautivos desde su fundación hasta que comenzaron sus misiones en África”, explica Salvador.

Fray Juan Carlos, junto a Salvador Gutiérrez (d) y José Antonio Capote. FOTO: MANU GARCÍA

Fray Juan Carlos rememora aquellos once años en África —dos en Burundi y nueve en Ruanda— con una tranquilidad pasmosa, a pesar de todo lo que vio y vivió en primera persona. Sobre todo, destaca su etapa en Ruanda, cuando le cogió los primeros años de una guerra “tremenda”, un conflicto étnico que se fue gestando desde Uganda, “creando campos enormes de refugiados”. El fraile —el padre Caroli, como le llamaban en la misión— llegó allí en el año 1985 y señala que el conflicto empezó a gestarse en el año 90, tras la visita del Papa Juan Pablo II en octubre de aquel año.

Juan Carlos y los otros seis mercenarios de su misión se dividieron en dos campamentos, uno en el norte, más populoso —100.000 habitantes y 60.000 cristianos— y otro más reducido, de unos 30.000. Recuerda su etapa en Ruanda en dos fases, la primera “de paz, desde diciembre del 85 hasta 1990, en la que hacíamos nuestra labor evangelizadora, construyendo hospitales, escuelas… Yo la disfruté mucho”. La segunda, cuando llegó la guerra, fue otra historia. En los primeros compases del conflicto, en apenas 12 días, reciben en la misión a unos 40.000 desplazados de guerra. Lo “vivíamos con preocupación y angustia”, rememora. No es para menos. El gobierno hutu, en un intento de liquidar a toda la población tutsi, casi logra su objetivo, acabando con la vida de casi un millón de personas.

El episodio más dramático lo vivió cuando la guerrilla se aproximó a la misión. “La gente huía y hubo un momento en el que fuimos a negociar con el coronel de los rebeldes, porque llegaron unos 120 refugiados a la misión. Pero el coronel no quería respetar a la población civil y fueron masacrando a la gente que tenía un cierto poder de influencia”. Lo peor fue cuando tuvieron noticia de que en unas casas cercanas a la misión habían fusilado a varias familias. El fraile, junto a otro compañero, fue hasta allí con una cámara de fotos y otra de vídeo. Tenían la necesidad de transmitir qué era lo que estaba pasando en aquellas tierras. Pensaban que si conseguían difundir esas imágenes a través de la prensa, la comunidad internacional actuaría para poner freno a esa matanza. Al llegar a las casas encontraron decenas de cadáveres. Sin embargo, entre toda aquella amalgama de cuerpos ensangrentados, al dispararse el flash de la cámara, algo se movió. Era un niño que, milagrosamente, había sobrevivido a las balas. “¡No me matéis!”, gritó aterrado antes de conocer que los sacerdotes españoles estaban a punto de rescatarlo de aquel infierno.

Juan Carlos, durante una eucaristía en África.

Situaciones como aquella, y otras con también bastante dureza, se relatan en el documental, centrado en las peripecias de diez de aquellos mercedarios que, junto a otros 150 misioneros, recibieron en 1994 el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades por su abnegada labor humanitaria en medio de la guerra. “He conseguido reunir a estos mercedarios, procedentes de toda España, algunos ya con 80 o 90 años, que no se veían desde sus tiempos en África”. Lo más emotivo de la cinta, señala Salvador, es el reencuentro de Eli, una de las miles de personas rescatadas que, años después de escapar del conflicto, escribió una carta dirigida a Juan Carlos con la esperanza de volverlo a ver en un futuro. Ese encuentro finalmente se produjo en Jerez.

El documental se estrenará el próximo mes de septiembre y sus autores no cuentan ni con distribuidora ni con subvenciones. “Estamos yendo a salas de cine, a teatros y auditorios que nos los ofrecen de manera gratuita”, señala el periodista. El visionado será a cambio de un donativo que irá destinado a las familias de los presos de las cárceles de Camerún.

Más información de Redentores de Cautivos en su página web.

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Jorge Miró

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